VIII
Voy por esta calle, solo, hablándome.
Me oigo tras una barrera
y dejo de ser convertido en un animal que transita
los mediodías de una ciudad perdida.
Levanto los ojos, observo el paso de los carros,
conversaciones de jóvenes oficinistas
en restaurantes y aceras,
damas luciendo el último traje.
Vuelvo por la esquina de San Francisco
y duermo mi pasado en un ataúd.
¡Oh América reflejada en mis sueños!
Veo tu catedral
y nada me dice del presente
***
XI
Yo, viejo marinero de guerra
expuestos a las soledades,
dejo crecer mi barba y mi pelo.
Me siento en la taberna y converso
conmigo mismo sobre lo que fue mi pasado.
Me doy cuenta que han entrado
antiguos camaradas sin reconocerme.
Entonces siento las olas que habitan
frente a mí como la gran derrota.
Me doy cuenta que perdí la alegría
en la última guerra, que sólo me queda
una habitación donde amanezco cada vez más triste,
sintiendo el paso de los días.
***
XIII
Después de todo me queda la gloria
de no haber tenido nada,
sólo diálogos en mis habitaciones,
noches, ciudades, un susto
dentro de mí, sueños,
bellas mujeres adornando mi casa,
claras sombras en las estaciones,
regresos perdidos a las horas de gracia.
Después de todo no me queda
sino morir tranquilo,
recordando mujeres que me amaron.
***
XIV
Ahora me queda volver,
dejar atrás los gestos
que una vez nos hicieron.
Quedan todos estos años por delante,
algún hecho asombroso que me hará inmortal
o me lleve al desastre,
cartas de viajes.
Alguien invocará la gloria.
Para este tiempo ya mis versos
serán otros, o no serán.
Habré desaparecido y quizás no visite
los mismos lugares ni les lleve mis palabras.
Mis amigos habrán muerto.
Será como nunca haber nacido.
***
XVIII
Esta sombra queda,
esta última reverencia.
Nadie auguró palabras imposibles
ni el diálogo en sus noches,
ni esta luz que comenzó
y terminó dentro de mí.
Ya me escondo, fiel,
afirmando el hoy,
el mañana,
toda la fiebre de vivir
en uno mismo
y ni siquiera veo
una duda
al dejar tanta sombra mía
entre estos espejos.
***
XXI
Es tiempo de abordar el tren
y dejar viejos camaradas.
Tiempo para dejar la noche
tan sola como vino.
Es tiempo de oír una canción
a oscuras en estas habitaciones.
Tiempo de vernos en los espejos
y notar que hemos cambiado.
Tiempo de recordar la mujer
que estuvo aquí y no volvió.
Es tiempo para dejar este paisaje
y saber que un día despertaremos
al otro lado de la tierra.
***
XXIII
Nada son estos años
que llevo
en esta ciudad.
Ocio y costumbres,
pensamientos,
la idea de un día terminar.
Soy mi último refugio
y doy vueltas
entre uno y otro sueño,
entrado y perdido en los años.
***
XXV
Vuelvo al día luego
de haber contemplado la noche.
Llevo en mí los andrajos
y siento eternos mis gestos.
Entonces ser un gastado cigarro
en sus cenizas,
una palabra olvidada
o algún mendigo que duerme
en los bancos de la ciudad, esperando.
Han sido muchos mis pasos sobre la tierra.
Estos no es más que una gran casa,
una memoria repetida.