literatura venezolana

de hoy y de siempre

Sonetos de Cruz Salmerón Acosta

AZUL

Azul de aquella cumbre tan lejana
hacia la cual mi pensamiento vuela
bajo la paz azul de la mañana,
¡color que tantas cosas me revela!

Azul que del azul del cielo emana,
y azul de este gran mar que me consuela,
mientras diviso en él la ilusión vana
de la visión del ala de una vela.

Azul de los paisajes abrileños,
triste azul de mis líricos ensueños,
que me calma los íntimos hastíos.

Sólo me angustias cuando sufro antojos
de besar el azul de aquellos ojos
que nunca más contemplarán los míos.

SUPLICIO

Cuando vieron mis ojos tu silueta querida
acercarse a la puerta de mi eterna clausura,
me creí que volvía para mí la ventura
que perdí en los mejores abriles de mi vida.

Emoción inefable, dicha nunca sentida,
me causó la presencia de tu regia hermosura,
y tu sana alegría derramó su dulzura
en la inmensa amargura de mi alma dolida.

Ante tu despedida un dolor me exaspera;
ser para ti tan sólo un amigo cualquiera
a quien pueda olvidarse por cualquier otro amigo.

Y profundo sollozo se me escapa del pecho,
porque en vano deseo levantarme del lecho
en que ha tiempo me angustio, para irme contigo.

MIRÁNDONOS
A Conchita Bruzual Serra

Entre tus ojos de esmeraldas vivas
te miro el alma, de ilusiones llena,
como entre dos cisternas pensativas
se ve del cielo la extensión serena.

El colibrí de tu mirada riela
sobre el agua enturbiada de mis ojos,
y de tus célicas mejillas vuela
un crepúsculo rosa de sonrojos.

Hilo por hilo la ilusión devana
y urde sueños de fina filigrana
la araña de mi vaga fantasía.

Porque cuando me miras y te miro,
sale volando tu alma en un suspiro
y embriagada de amor cae la mía.

LÍRICA TRISTEZA

Baja la tarde al campo. Los rumores
con que me arrulla la Naturaleza
me infunden una lírica tristeza
y despiertan en mí puros amores.

Ya la luna, a los pobres soñadores
derrocha de su plata la riqueza,
y hace olvidar del verso la belleza,
la prosa natural de los pastores.

Yo no quiero escribir, pero la luna
y la tarde me dan a soñar una
poesía que me hace sufrir tanto.

Que pienso mientras sueña mi alma inquieta,
que los mejores versos del poeta
son los que escribe con su propio llanto.

CIELO Y MAR

A José Antonio Ramos Sucre

En este panorama que diseño
para tormento de mis horas malas,
el cielo dice de ilusión y galas,
el mar discurre de esperanza y sueño.

La libélula errante de mi ensueño
abre la transparencia de sus alas,
con el beso de miel que me regalas
a la caricia de tu amor risueño.

Al extinguirse el último celaje,
copio en mi alma el alma del paisaje
azul de ensueño y verde de añoranza;

y pienso con obscuro pesimismo,
que mi ilusión está sobre un abismo
y cerca de otro abismo mi esperanza.

PIEDAD

No, no era amor lo que ella me tenía;
era tal vez piedad, lástima era,
porque mi oculta pena comprendía,
y ella se compadece de cualquiera.

Mientras voy recobrando mi alegría
animado, quizás de una quimera,
se va tornando mucho menos mía
como si ella ya no me quisiera.

Yo si he formado de mi amor un culto,
desde que aquí mi juventud sepulto
y la aureola del martirio ciño.

No me quites, Señor, mi sufrimiento,
si es que habré de perder con mi tormento
la conmiseración de su cariño.

INFORTUNIO

Nunca mi mente acarició el ensueño
de vivir solo, frente a un mar bravío,
sino en un campo en flor siempre risueño,
viendo correr junto a mis pies un río.

Por más que en alegrarme yo me empeño,
en presencia del mar vivo sombrío
tan lejos de la dicha con que sueño
como tú estás de mi dolor, Dios mío.

Yo sufro ante el verdor de primavera
de la eterna visión de la ribera
de donde ayer por siempre hube partido.

La nostalgia del pájaro enjaulado
que desde su prisión ve el ramo amado
donde un día, cantando, formó el nido.

DESOLACIÓN ESPIRITUAL

Todo en mi derredor dice alegría,
la aurora tras del monte se levanta,
el pájaro en la fronda anuncia el día
con la flauta que oculta en su garganta.

Quiero cantar a tanta poesía
que habla a los ojos, y a la mente encanta,
pero la alondra de la musa mía
aun sin querer solloza cuando canta.

Nací del mar en infeliz ribera
y esta aflicción que mi alma desespera
cuando empiezo a rimar lo que he vivido,

Me hace pensar, por el sufrir inquieto,
que acaso llevo en mi interior secreto
el paisaje del suelo en que he nacido.

AMOR SIN ESPERANZA

Allá donde se besan mar y cielo,
la vela del navío tan lejano
finge el último adiós de tu pañuelo
que aleteó, cual pájaro en tu mano.

Te fuiste ayer de mi nativo suelo,
para otro suelo que se me hizo arcano,
y sufro todavía un desconsuelo,
desesperado de esperarte en vano.

A cada vela errante me imagino
que a mis brazos te atrae, o que el Destino
hacia la playa donde estoy te lanza.

De nuevo la nostalgia me tortura,
pensar en que tendré la desventura
de morirme de amor sin esperanza.

Sobre el autor

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