literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Marhisela Ron León

Abr 21, 2022

Te soñé bebiendo de mis pezones

alzando mi cuerpo caliente, deseoso

entre tus manos inquietas

te hundías profundo en mis muslos

 

vaciaste tu aliento en mis instintos de hembra

mordimos ciegamente el éxtasis de estar juntos

ni Dios se atreve a juzgarnos

no dejamos zonas vacías

 

nos volvemos uno al otro sin atajos

arrojados entre gemidos y respiración entrecortada

en el balanceo impúdico de nuestras pelvis ardiendo

 

siembras tus besos en mi vientre

bordeamos con la lengua el sabor de nuestro sexo

más allá de la locura que nos ofrenda

 

 

 

Tengo un verso censurado

que se mece en mi vestido

que vigila mis caderas

mientras caminamos juntos

 

 

 

La mujer que a mí me gusta

llegó una madrugada de noviembre

sin prólogo ni pie de página

llegó con nombre propio en la poesía

 

menstrúa sin dolor, sin culpas

se pronuncia sin paréntesis ni corchetes

se subraya y celebra en cada trazo imperfecta

a veces llora y grita pero ama de principio a fin sin reservas

 

aprendió de su propio abandono

no tiene asuntos pendientes

se mira desnuda frente al espejo

se abraza y respeta  mientras se hace el amor

 

se escribe a sí misma, se asoma al éxtasis y arde

tanto, tantísimo

la palabra, curiosidad y asombro la convocan

la mujer que a mí me gusta es real y vive conmigo, desde siempre

 

 

 

No soy tu mujer y me hice dueña de tu sonrisa

a ratos me buscas, me rozas

me cuelgas de tus hombros y me muestras la luna

observas mis gestos, mi sombra

 

No soy tu mujer y desnudas mis ojos

sumas bravura a mi cintura y me hablas al oído

me haces contraste

entre maniobra y maniobra: contorsionista

 

No soy tu mujer y respiras en mi espalda

concentras mi libertad con la tuya

dibujas a la medianoche, riegas deseo y un buen verso

 

no soy tu mujer y me comes a besos

me hiciste juguetona, precipitada

la pieza del rompecabezas que debes completar a diario

 

 

 

En la calle me queda

un remedo de poema

resonante

mordiéndose los días enteros

 

en la calle arde

el silencio y el desespero

nublada imagen

tapándose la nariz y la boca

 

a sus anchas transita

como puta en un desfile

el virus vestido de peatón

malquerido y con corbata

 

en la calle me queda

un remedo de poema

inusual a mitad del camino

furioso, en cuarentena

 

 

 

Convierte mi carne

en fruta deliciosa

en vino tinto

para amansar tu hambre, tu sed

 

sujeta mis cabellos

a tu dorso

en cada zona

donde me quiere, donde me buscas

 

convoca mis labios

a la utopía certera

al temblor subordinado

de tus caricias húmedas

 

anuncia tu boca

ávida de mi entrepierna

a mis muslos en llamas

sacude mis sentidos

 

 

 

Hasta la sangre

que beba el poema

abra tus piernas

incendie tus noche

 

sacuda las paginas

de tu vida

de tus zonas

cada borde

 

que sea el arrullo

de tus sueños

que excave tu calma

moje tu ropa

 

hasta la cicatriz de tu vientre

insista ardiendo

con afán

sin instrucciones al dorso

Sobre la autora

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