literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Lydda Franco Farías

La mujer que soy, canta.
Mi génesis: la escoria, la ceniza, los agrarios sudores.
Mi elemento: la palabra, piedra del camino para ser lanzada
vínculo secreto que madura sus claros volúmenes,
cópula exacta para que el amor germine.
Hablo de la mujer que soy e intuyo
que mi presencia trenzará la llegada de minutos fluviales.
Creo en el privilegio de la sangre nueva,
en la voz que no se escurre,
en la dialéctica orgánica de mi estructura viva.
Creo en la síntesis del hueso,
en el axioma de mi futura desintegración

***

No nací para ocupar un espacio y nada más.
Ignoro cuál será mi participación.
Me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios.
Destruyan mi epidermis resentida,
despedacen mis sueños, mi alegría,
aniquílenme
mas no pretendan sancionarme
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están,
perfiladas, inmóviles, ariscas

***

Yo venía de los bosques húmedos
en mi equipaje de la inocencia
en sí misma dobladita
olorosa a preguntas
me quitaron
bosque y humedad
el equipaje revolvieron
las preguntas me las fui respondiendo
ahora no sé de qué sirve la inocencia
ni me importa

***

Mientras dormía me crecieron alas
al principio ni yo misma lo creí
hice cálculos sobra las ventajas y desventajas
de este suceso inesperado decidí ensayar un vuelo corto
tropecé contra los vidrios de las ventanas no me di por vencida
llegue a libélula
fui uno que otro pájaro
ave de rapiña
mi ambición no tuvo fronteras
fui escalando jerarquías hasta agotarlas todas
ahora soy un ángel
y me aburro

***

comienza mi poema para nadie porque nadie es la absolución
todos llevan parches oscuros
aquí las cosas no suceden se dicen con naturalidad
esta gente tiene la piel de las victorias pasadas no asimila
esta gente feliz sueña con héroes de la independencia
en esta ciudad nadie mata
música suave franquea la distancia
salmo profundo flota en lo más alto
es la vigilia del poeta que sueña
gato agazapado en la oscuridad
aspiro a la otra orilla
esta orgía de cuerdas es un cerco continuo
en verdad no me lamento
en alguna parte la vida sale de su retiro
evaporando los fantasmas de la víspera
en alguna parte no aquí esta gente es feliz

***

con esta cara de estropicio que me gasto
con esta imbecilidad que atribuyo
a las noches en vela y al cigarro encendido
y al humo que me cubre con hálito de cementerio
con este archivo de recuerdos y falsificaciones
con estos ojos que desde luego se han de tragar la tierra
y con los que apenas diferencio
una estrella de un semáforo
y con los que sin embargo detecto
el color de tus ojos amor mío
(ese prodigio que me salva a ratos)
con estos modales de alimaña
no sé de lo que soy capaz
pero les advierto excelsas majestades
que a veces me muevo entre alfiles y cuchillos
me comporto como toda una dama

***

a esta hora
serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de puta de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz

***

cuando ya no sea un cuerpo
y no sea nada
infiltración o pesadilla
ausencia por la que se cabalga a ratos
amante que fui
muñeca rota
muerte mórbida esta que no me deja
flor intermitente para el ojal de tu camisa
para que no se te ocurra dejarme en el exilio
en el fárrago
de la sola palabra

***

Me encontrarán tendida a ras de la luna

o flotando lluvia abajo

en la resaca del ultimo cigarro

en el silencio que vibra emparamado

desde donde pronuncio mi postrer discurso

exhortando a los curiosos a que desvíen la atención

hacia otra parte

por ejemplos a ciertas virtudes

que no tuve tiempo de probar

quizás porque no logre lo que quise

un cómodo sofá

un mundo que no cambio

que apenas empieza a pestañear

ahora que purgo mi orfandad

que los párpados pesan asidos al desamparo

ya voy tierra

ya voy cenizas

ya voy olvido

circulen buena gente

aquí no ha pasado nada

regresen a sus oficios

a la sobrecogedora normalidad

Sobre la autora

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