literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Luisa del Valle Silva

Ago 2, 2024

¿Y mañana?

Este sueño de ahora…
durará lo que dura
un florecer de rosas.
Yo bien lo sé, y sonrío
con la honda
sonrisa del rosal que siente dentro
todo un volcán de rosas.
Pero… ¿voy a decirle «no» a mi alma
cuando pide soñar? ¿Y qué otra cosa
puedo ofrecerle a cambio de sus sueños?
¿Cuál moneda preciosa
de realidad puede comprarle
la mina azul de sus quimeras locas?
Nada es como sus sueños, nada, nada…
Y este sueño de ahora
no he de ahuyentarlo. Viene
con una timidez de mariposa;
se esconde entre mis dedos
como un beso dormido; es una onda
cálida de emoción en mi garganta
¡y me florece toda!
¿Con qué gusto severo,
con qué palabra vertical de lógica
he de azotarlo para que se vaya?
No, no… Bendito sea
el aletazo que mis sienes roza
anegando mis ojos
como en una marea luminosa.
Bendito… ¿Y si mañana…?
Mañana… No, no importa.
Mis horas seguirán su ritmo suave,
canto de espuma entre las rocas.
No quedará en mi vida
desgarradura de raíces hondas.
No será ni un dolor. Acaso, apenas
la estela de un bajel sobre las olas…
la raya que separa mar y cielo,
algo que es y que no es. Como la hora
cuando el sol y la sombra se despiden
y no hay sonreír de nubes rojas
y lágrimas de estrellas.
Sueño mío,
quédate entre mis manos, y en mi alma
reposa.
Sí, te doy de mi vida
lo mejor, estos días de inquietud dulce y loca,
esta cosecha de emociones
que dentro de mi ser se amontonan
y nadie nunca las verá. ¿Y mañana?
Mañana… serás siempre
sobre mis días y sobre mis horas
como un beso dormido
o un escondido florecer de rosas.

***

Cuánto he soñado

¡Cuánto, cuánto he soñado
una emoción sedienta que vacíe
la copa de mi corazón!

Que caiga sobre mí, sobre mi vida
como caen las hoces
como el trigo en sazón.

Y en mi vida, serena,
en su limpia quietud de gota de agua,
sólo acusa el temblor
suave, impreciso, de las cosas mansas,
el que estremece el pecho de los niños
y la entraña rosada del botón.

***

Andar

Andar, andar, sin objeto, sin rumbo,
que se enrosque el cansancio como sierpe en mi cuerpo.
Andar, andar, hasta quedar rendida
y dormir en la noche con un sueño sin sueños.

Cruzar calles apretadas de gente
donde aturden mil ruidos y estorban las miradas,
o calles silenciosas y vacías
donde, como un escándalo, resuenan las pisadas.

Caminar, engañando a cada paso
al anhelo que pide ir donde el alma quiere.
Cargar con este anhelo a todas partes
sin lograr nunca que su rumbo encuentre.

Andar…Mientras en loco remolino
el pensamiento se abre caminos ignorados:
galerías fantásticas, túneles de misterio
abiertos al ensueño lejano.

Andar… hasta que fatigue sus aspas
la inquietud que golpea sobre mi alma y mi cuerpo.
Andar… Andar… hasta quedar rendida
y dormir en la noche con un sueño sin sueños.

***

Regreso

Vengo de muy lejos…
de no sé qué país…
Vengo de regreso de un sueño…
¿Podré acaso volver a vivir?

Regreso de un sueño…
dejadme en silencio llegar…
¡Qué dura es la piedra negra de la orilla!
¿Qué blando, qué azul es el mar!

Regreso de un sueño…¿Qué traigo?
Traigo…¡qué se yo!
Unas veces pienso que traigo un tesoro
y otras que el tesoro jamás existió.

Regreso…No conozco a nadie…
Nadie me conoce…¿Cuánto ha que partí?
Hay que caminar por la tierra de nuevo…
¡volver a vivir!

***

Luz

Han caído muchas vendas de mis ojos,
azules, rosadas,
vendas de muchos colores
que la vida me desdibujaban.

Buscando belleza
vagaban mis ojos
por entre una niebla de ilusiones,
y un vapor de sueños lo empañaba todo.

Ahora mis ojos desvendados,
abiertos, sólo quieren mirar
de frente la luz, aunque hiera…
Ahora sólo buscan Verdad.

***

Puñado de tierra

En este breve y húmedo puñado,
donde se alza el clavel de mi maceta,
está la tierra entera contenida.
La siento cómo late entre mis dedos.
Aquí, en esta porción mínima, todo
resumido está en átomos su cuerpo.
Total y multiforme entre mi mano.
Tierra del cielo y tierra de la tierra,
astro para los ojos de otros mundos,
polvo desmenuzado al paso nuestro.
La siento aquí con ríos y montañas,
nevada sien y corazón de fuego
en la palpitación de sus volcanes.
Aqui está con sus bosques y desiertos
la tierra de las bestias y los hombres,
la de los cataclismos y las siembras.
La oscura tejedora de raíces
mientras acuna mares en el pecho.
La que deja saltar los manantiales
y oculta dentro la dorada veta.
Y hace entreabrir por donde quiera flores,
haya o no la mirada para verlas.
Prodiga el fruto y salva la semilla
para el fértil abrazo del regreso.
La tierra maternal, ubre perenne,
la de la dulce, generosa entrega,
y la de lejanía inalcanzable,
inexplorada en cumbre, abismo, selva.
Toda está aqui, presente a mi contacto,
reconocida en lúcido momento.
Aquí toda substancia, minerales,
jugos de savia vegetal, la esencia
de ese ritmo sutil pero gigante
con que forma y transforma nuestro cuerpo.
Su amor pasa mi piel, identifica
mi sangre en la unidad de la materia.
Su amor pasa mi piel, pasa mi sangre,
penetra más allá del pensamiento,
a la extraña región desconocida
donde a tientas me busco y no me encuentro.
Y en instante fugaz, siglo, minuto,
me trasmite una voz, más bien un eco,
de la gran armonia traducible
apenas en sonrisa y en silencio.
Y una chispa infinita de ternura,
gota de llanto y luz fluye en mis dedos,
mientras en la maceta florecida
oprimen un puñado de la tierra.

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