literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Carlos Osorio

EL VIEJO

Hace falta el agua al recibir el día.

Ya no ven los ojos levantarse el rostro
aún a lo que espera.

Por la sequedad del sueño
ni la piel conserva su frescura.

Ni aromas, ni recuerdos.

Habrá que aprender
a leer los presagios,
seguir los consejos de abuelo
en abuelo para no perder el hilo.

Ya roza el espanto de encontrarse
atado a lo inevitable.

Quien aquí nos trajo
sufre la culpa
aunque no la tenga.

VAIVÉN

Esta piedra

conserva al calor del

día

aunque la noche

se lo irá llevando

sin daño

pero blando

no soy

y volverá

a recibir el sol

sin ninguna clase de

contento.

ALERTA

Todo queda oscuro cuando llegan las sombras

de la otra cara del cielo y nos dan ganas

de salir de nuestras vestimentas.

Por debajo, por arriba

nos estamos buscando y no nos vemos.

Ni vemos que los recuerdos están para distraer.

RESIGNACIÓN

Paremos la carrera porque el cuerpo

en desventaja nos deja.

Si acaso nos vamos a morir que no sea corriendo

ni estirando las manos para alcanzar fantasmas.

Si es lo contrario:

que el fuego se haga cargo

de nuestra permanencia.

VIAJE

Subiendo por el gran río que no llega

ni a su misma corriente, sino cuando lo decide

el barco que se mueve por la selva

donde mi vida encalla y se va quedando

hasta que cante un pájaro desconocido.

Para que las luciérnagas se espanten y

la noche permita un nuevo día.

DESTINO

Hay intentos por descubrir la ruta

remontando ríos y en amores

que llegan siempre al mismo punto.

Una memoria los considera

para dejarlos en la casa y cuenta

la misma historia muchas veces.

Es un sueño que empuja hacia otro sueño

donde la muerte come.

Amar para morir

El acto de tocar al ser amado comienza
en los latidos de una sola célula y creciendo
se expande hasta la evidencia absoluta.

Los ojos ven en el blanco del deseo
la entrada al reino de la muerte.
El valor ha cobrado territorio. Todo ocurre.

Los amantes aprenden a morir en compañía.

*

Miedo de ser
la huella de mi padre
lo has sido siempre

aunque me digo
caminé por lugares nuevos
y sonreí
a lo que él nunca
se hubiera atrevido descalzo

mi padre ya no sabe quién soy
y yo cada vez
voy sabiéndome él

con la desobediencia habitual
de un río.

*

La belleza del colibrí
viene del esfuerzo
sostenido
en sostener el aire

diminuto
muerto
no vale nada.

*

LA MONTAÑA que vemos desde el valle
no será la que vimos hace un rato.
Su figura depende del movimiento en el entorno
aunque su corazón siempre sea el mismo.

¿Qué semejanza tiene en lo variable e impermanente
de sus caras, con nuestras vidas cuando vemos
que el mundo externo a ella nos habita dentro?

*

EL MAR desde su orilla nos intimida
a pesar de lo libre de la infancia
que se deja batir contra la arena.

Los barcos se desplazan a la velocidad
de la aguja horaria del reloj.

Más allá del reventón de olas
no se alcanza a llevar el cuerpo
sin la tecnología necesaria.

Aunque la superficie ofrezca sus presagios,
nos damos cuenta tarde
de estar inmersos en un sueño análogo.

*

EL CIELO nublado nos aísla y nos cubre haciendo de nosotros
la soledad de vernos omnipotentes y no tan frágiles llegado el día
a la noche, desnudando mundos que no sabemos nuestros.

Cielo configurado en recinto para las almas que se portaron bien.

Esperanza de ver algo allá arriba que no torture y lave las culpas.

*Publicados en: https://alpialdelapalabra.blogspot.com y https://www.festivaldepoesiademedellin.org

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