literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Camilo Morón

Jul 11, 2023

Vivo días simples como ladridos de perros
Reúno uno a uno los recuerdos a patadas
Construyo los rostros
Con recortes
De viejas revistas de la infancia.
Pinto en la noche visiones dentadas de pesadillas
Pesadillas que doy a luz con el alba
Al mediodía son sueños malos que comienzan a marchitarse
Con la tarde son apenas la ceniza de visiones celestiales
Al cerrar los ojos siembro la semilla de nuevas pesadillas.
Vivo días simples como ladridos de perros
De amarillos secos en la llanada
De aguaceros lejos de los cerros, de lluvias que triscan las cabras.
Construyo las palabras con huellas de pensamientos
A la manera que un ciego descubre un elefante
Y al tocar las patas piensa en columnas griegas
Y al tocar las orejas recuerda reptiles voladores
Y al tocar los ojos evoca ciénagas ancestrales
Y al tocar la cola grita aterrado al pensar en las serpientes.
Vivo días simples como ladridos de perros
En un laberinto con piel de elefante.

***

Y si acaso fuese simple el silencio
Como un encuentro casual en calles milenarias
En esquinas pobladas de recuerdos del color de gatos en celo.
Y si acaso fuese simple el silencio
A la sombra del vuelo de aves agoreras.
Y si acaso fuese simple tu silencio
Como la mirada de ojos vacíos de los fantasmas
Que se miran por primera vez en los espejos.

***

I
Un bar en cálida penumbra
y la suave aromática carne de madera.
La oscuridad como un traje viejo pegada a la piel,
y de piedra y ámbar la conciencia
navegando saudades en un vaso de cerveza.
Perfila la noche canciones ausentes.
Trasiego el silencio círculos concéntricos.

***

II
Esta ciudad amarilla
enrejada en su silenciosa lluvia de arena y de tiempo
Esta ciudad apergaminada
colonial y vulgar y lamentablemente pantallera
a la vuelta desordenada de todas sus esquinas
que consagran sus instintos de canalla de puta y de beata
Esta ciudad desmemoriada
y milenaria
abre las piernas e invita a ultrajarla en un acto de entrega infinita
Esta ciudad de casas de fango seco y cuentos tuertos
me ha dado a beber barro desde su pecho de adobe
y ha criado en mi cabeza
una pajarera de sueños bravos
Esta ciudad de amos impotentes y esclavos sublevados
canta sus llagas
con una canción de guijarros impostores
Y sus paredes caen manchadas por la lepra de los años
Y abre sus puertas en la noche a una jauría de sombras
Y yo voy encendiendo las luces
en las cuencas vacías de las olvidadas calaveras
una a una

***

III
Llegar hasta ti y en ti por todos tus caminos.
Descifrarte en esta hora de plenilunio
en la escritura cifrada de tu piel transparente y tus lunares.
Sencillamente,
abandonarte como un cuento vacío
que se desploma palabra a palabra en la lengua.
Recomponer tu rostro a mi imagen y semejanza,
sabiendo que cada trazo es una mentira a dos manos.
Celebrar en esta hora de plenilunio
la luz herida desde adentro
de todas tus máscaras.

***

IV
A veces,
cuando nos permitimos reconocernos
hijos de nuestras madres y de nuestros padres,
hijos de lo que alguna vez fue deseo y acaso lujuria,
sentimos como una pincelada
la mirada, el toque esquivo de las manos.
Entonces desear la piel, los nervios, la carne,
tender el alma para palpar el calor o el vacío.
Sentirse morir milagrosamente con cada orgasmo.
Una breve, pequeña muerte.
Entreabrir los ojos cansados y aún soñadores,
nuestros ojos, como ojos de pájaros.
Aleteos lejanos y cantos cercanos
y un animal sagrado
tendido en la infancia
sacrificado en el barro.
Y nuestros pensamientos se marchan inmaculados
hacia la desnudez plena de un día juvenil de verano.

***

V
La distancia tiene las proporciones justas de un cuerpo, de una silueta ausente,
el color mojado de ojos que no veo pero que presiento,
el sabor de una boca que no abre beso alguno,
que alimenta apenas el aroma de una sombra.
La distancia es el eco de un orgasmo que se desdibuja lentamente sobre el cuerpo.

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