literatura venezolana

de hoy y de siempre

Ayajúy

May 6, 2025

Eduardo Calcaño

Figuras:

PATSHONOUY, Libélula.

SICHISÍ, Flor del Suspiro.

ARITASÍ, Flor del Taparo.

JUYÁ, Dios de la Lluvia.

LA SEQUÍA.

LAS TRES NUBES. 

LOS DOS MENSAJEROS.

EL DRAGÓN.

ESTAMPA PRIMERA

La Sequía

La llanura guajira. Tierra seca, áspera. Árboles descoyuntados extienden sus brazos sin hojas. Un ocaso en oro viejo bruñe la llanura. Se siente la sequía. Al fondo, en un sitio vecino al horizonte, tres nubes negras ejecutan un ritmo indeciso. Surge un coro de indígenas macilentos, cabizbajos, que hacen fila, como en los viejos vasos de tierra, apoyando sus brazos sobre los hombros de sus predecesores. Hacen una marcha lenta y sorda. Se detienen, caen de hinojos, y levantan sus brazos al cielo clamando:

CORO DE INDÍGENAS.- “¡Juyá!”   “¡Juyá!”   “¡Juyá!”.  

Se doblegan y pegan sus frentes a la tierra árida. Hay un silencio que nada interrumpe. Levantan de nuevo sus frentes, y de sus pechos sale un largo lamento. Se incorporan y continúan su marcha, lenta y sorda, desapareciendo en la llanura árida. Una melodía guajira entonada por un coro interior, acompaña la marcha. Las nubes oscuras avanzan hacia el centro de la escena, inclinadas sobre la tierra.

NUBE 1ª.- Ahora soplan brisas favorables.

NUBE 2ª.- Pronto tendrá la tierra lo que se merece.

NUBE 3ª.- El agua prometedora de nuevos verdes.

NUBE 2ª.- De oro nuevo de espigas.

NUBE 1ª.- ¡Bailemos! ¡Volquemos nuestros cántaros frescos sobre los surcos secos!

NUBE 2ª.- ¡Bailemos! ¡Hagamos el milagro de la lluvia!

NUBE 3ª.- ¡Bailemos hasta que el padre Viento detenga nuestra danza!

Inician un paso de danza al son de flautas remotas, e inclinan sus cántaros frescos sobre la tierra estéril. Pero el milagro es interrumpido bruscamente: la presencia de la SEQUÍA  con ruda indumentaria de fibras secas intimida a las NUBES que huyen de nuevo al fondo.

SEQUÍA.- ¡Nunca! ¡Sobre esta tierra árida no podréis marcar huellas! ¡Pasarán muchas lunas antes de que una gota de lluvia cristalina calme su grito áspero! ¡Es mío el tiempo! ¡Soy la Sequía y sé reinar con calma sobre la llanura desolada! Alejaos. ¡Sólo sois nubes; nubes pesadas y viciosas que anegáis los caminos, desbordando las aguas que corren! ¡Atrás! ¡Es mi ocasión! ¡Los hombres ya me habían olvidado, pero me hago sentir cuando me olvidan! ¡Mueren las plantas, y hombres y bestias huyen de mí, siguiendo otros caminos, dejando sobre sus huellas tristes sus blancos huesos o sus cabezas deformes y deshechas! ¡Atrás, he dicho!

Suena con aspereza su matraca de huesos y las nubes huyen definitivamente. La Sequía lanza una carcajada sarcástica y dice:

LA SEQUÍA. -¡Es mi hora! ¡Es la hora fatal de la sequía!- .

Ejecuta un giro rápido y sale. Su risa destrozada se pierde en una evidente lejanía. Ahora es el silencio. Luego un tambor insistente y, por fin, la presencia de Patshonouy y sus hermanas, la bella Sichisí y la siempre fragante Aritasí. Patshonouy luce al viento sus alas transparentes, mientras las hermanas arrastran sus batas guajiras y sus capas flotantes y multicolores.

SICHISÍ.- (Suspirando) ¡Detengámonos! ¡Quiero un poco de alivio!

ARITASÍ.- ¡No, avancemos algo más! ¡Está lejos el agua y moriríamos si dejáramos de apresurarnos!

PATSHONOUY.- Bien te cuadra el nombre: Sichisí.

SICHISÍ.- ¡Soy la flor del suspiro! (Orgullosa)

ARITASÍ.- Pero no podemos atender tu reclamo. Patshonouy(Señalando al hermano) también lleva prisa, y el camino por andar es largo.

SICHISÍ.- Será corto el descanso.

PATSHONOUY.- No. Juyá, nuestro padre se enojaría aún más si no recibiera a tiempo nuestras dádivas.

ARITASÍ.- La lluvia tardaría en venir aún más tiempo; sería su venganza y, entonces, ya nada calmaría la ira de Juyá.

SICHISÍ.- (Suspirando de nuevo) Como queráis. Yo me quedaré sola sobre esta tierra seca. Mis piernas ya se rinden y no podría dar un paso más. (Cae lentamente sobre la tierra).

ARITASÍ.- Te esperamos entonces. No puedes quedar sola a merced de la sequía despiadada. No la has visto de cerca todavía. ¡Morirías de horror!

PATSHONOUY.- Además, ya es de noche y te perderías sola en medio de la oscuridad.

SICHISÍ.- Quedaos entonces; así dormiréis un rato largo antes de continuar la marcha. (Se dispone a dormir).

ARITASÍ.- Serás complacida, hermana Sichisí. (Se tiende a su lado).

PATSHONOUY.- (Inclinándose sobre Sichisí. Despertándola)¡Hermana!

SICHISÍ.- (Sin incomodarse) Duerme, Patshonouy; aún es temprano.

PATSHONOUY.- No, Sichisí; calmarías el hambre y la sed que me consume.

SICHISÍ.- ¿Qué dices? (Incorporándose, con su hermana)

PATSHONOUY.- ¡Eso! ¡Que sabré imponer la ley del fuerte! ¡Quesabré devorarte!

SICHISÍ.- (Lanzando un grito. Escapando) ¡No! Suelta, Patshonouy. ¡Estás loco!

PATSHONOUY.- ¡Esta sequía me mata! ¡Venid! (Persiguiéndolas)Alguien tiene que perecer para que vivan otros. ¡Y esta vez es mía la vida!

ARITASÍ.- (Luchando con Patshonouy) ¡No! ¡Huye Sichisí! ¡La oscuridad será tu salvadora! (Sichisí huye mientras Aritasi logra soltarse) ¡Y ahora serás tú quien morirá rendido por el hambre y la sed! (Huye).

PATSHONOUY.- (Incorporándose. Alzándose del suelo, donde lo ha dejado tirado Aritasí. Amenazante). ¡Me vengaré! ¡Sabréis de mi poder como hermano mayor! ¡Os daré al monstruo de Ayajúy! Seréis su presa, antes que el padre Sol reine en el horizonte. (Sale veloz por la derecha).   (TELÓN)        

ESTAMPA SEGUNDA

La Lluvia

El cerro del Ayajúy. Al fondo, los picachos hirientes se destacan sobre el cielo del amanecer. A la derecha, la cueva del dragón. Rocas ásperas. Vegetación mezquina, con ausencia de verdes. El monstruo –de colosal tamaño- duerme en la boca de la cueva. Sus ásperas escamas tienen extrañas irisaciones, y de su boca cuelga la lengua viscosa y múltiple. Los suaves tonos de la aurora ya se anuncian sobre el cielo del fondo. Sobre un silencio, el coro interior repite la exclamación:

CORO INTERIOR.- “¡Juyá!”…“¡Juyá!”.

De nuevo el redoble del tambor anuncia la llegada de Patshonouy con su conocida expresión de desequilibrio.

PATSHONOUY.- (Aproximándose, sigiloso, al monstruo) Aún duerme. Lanzaré mi grito para despertarlo. No hay tiempo que perder. El día se anuncia y no tardarán ellas en pasar por estos contornos.(Gritando). ¡Ayajúúú…! (Repitiéndolo acompañado por el eco).¡Ayajúúú…!

El monstruo se incorpora, abre sus grandes ojos y estira su lengua trémula, mientras prolonga sus enormes fauces en un bostezo.

 PATSHONOUY.- (Temerario). ¡Despierta! ¡Es tiempo! ¡Se anuncia un nuevo día promisor de alegrías!

DRAGÓN.- (Como un estertor). ¿Qué… dices?

PATSHONOUY.- Que el padre Sol es anunciado por la Aurora y que con él llegará el nuevo día con sus dádivas de luz, de flores, de sustento.

DRAGÓN.- (Bostezando de nuevo). ¡Hay…! hambre.

PATSHONOUY.- (Desafiante). ¡Qué importa! Mis dos hermanas pasarán por aquí; la suave Sichisí y la tierna Aritasí. Son portadoras de dádivas fecundas al padre de la lluvia, al gran Juyá.

DRAGÓN.- (Tornando sus ojos amenazadores). ¿Ju… yaáá?

PATSHONOUY.- ¡Sí! ¡Sichisí, la menuda, la ágil!…

DRAGÓN.- (Abriendo de nuevo sus fauces). ¡Ahhhh…!

PATSHONOUY.- ¡Aritasí, suave flor del Taparo, llena de gracia y de color!

DRAGÓN.- (Lanzando un rugido de apremio y de ira). ¡Ahhh…! ¡Devorarlas…! sabré.

PATSHONOUY.- (Imponiéndose). ¡Calla! ¡Si el gran Juyá te oyera acabaría contigo y aplacaría su furia castigándome injustamente!

DRAGÓN.- (Desafiante). ¡Soy…! Ayajúy… Ayajúúú-y… el temible.

El redoble del tambor anuncia la llegada de las hermanas, temerosas y ágiles. 

PATSHONOUY.- ¡Silencio! ¡Llegan! ¡Pronto estarán aquí! ¡Yo vuelo a otras regiones en busca del rocío fresco y de la flor sincera! (Huye por la derecha).

Entran las dos hermanas, por la izquierda, cogidas de las manos. Vacilan. Su paso tardo y sus miradas inquietas buscan orientación.

SICHISÍ.- (Sin advertir el Dragón, que se ha ocultado momentáneamente en su cueva). Estamos perdidas.  

ARITASÍ.- Sí. Este no es el camino.

SICHISÍ.- Hemos dejado atrás Paraguaypoa…

ARITASÍ.- Sí; hemos debido tomar a la derecha, hacia el lago azul de crestas blancas.

SICHISÍ.- (Levantando al Cielo sus ojos límpidos). ¡Juyá nos proteja!

ARITASÍ.- (Inclinando suavemente su cabeza). ¡Juyá nos proteja!

SICHISÍ.- Avancemos; tal vez encontremos el camino…

Avanzan. El monstruo asoma de nuevo a la boca de la cueva y las deja paralizadas de terror al abrir de nuevo sus enormes fauces y lanzar un grito temible.

SICHISÍ.- ¡Hermana!…

ARITASÍ.- ¡Estamos perdidas…!

(El monstruo abre de nuevo sus fauces y lanza su aliento mefítico)

SICHISÍ.- ¡Huyamos! (Llorando).

ARITASÍ.- ¡No puedo: su aliento me adormece!

Comienzan a vacilar y llevan sus manos a la cabeza.

SICHISÍ.- (En un último esfuerzo). ¡Ju  yaáá…! 

ARITASÍ.- (Con grito débil pero desgarrado). ¡Juyaáá…!

El monstruo avanza sobre las hermanas. Abre aún más sus fauces y las envuelve con su lengua múltiple… Se retira hacia su cueva. Hay un breve silencio. Luego el estampido de un trueno que colma todo el ambiente y, al fondo, a medias, sobre los picachos hirientes, aparece la figura imponente de Juyá, con su haz de rayos en las manos.

JUYÁ.- (Lanzando su voz grave y resonante). ¿Quién me llama? ¿Quién ha turbado mi reposo? ¡Sichisí!… ¡Aritasí!… ¿Dónde estáis?

ECO.- ¿Dónde estáis?…

JUYÁ.- (Tras una pausa). ¡Monstruo feroz del Ayajúy! ¡Sal fuera! ¡Te conjuro! (El Dragón aparece, trémulo ante la fuerza de Juyá). ¡Lo he visto desde mis alturas! Has devorado a mis hijas: la tierna Sichisí y la suave Aritasí. Han implorado mi clemencia, y serás castigado.(Levantando su haz de rayos). ¡Morirás fulminado por mi cólera y tu sangre hará charco mefítico de aguas envenenadas! ¡Caiga sobre ti mi cólera celeste!

 (Lanza sobre el monstruo su haz de rayos. El monstruo cae fulminado, mientras un gran trueno retumba y ensordece)

JUYÁ.- En cuanto a ti, Patshonouy, vivirás errante por una eternidad y tu cuerpo de libélula insensata será blanco de codicia y de maldad.

 (Lanza un nuevo rayo hacia la altura y desaparece en medio de la claridad. Hay un silencio. Se escucha el ruido de la lluvia lejana y un coro interior entona un cántico de gracia. Amanece. La media luz da paso a la luz plena del día nuevo, y el coro de indígenas, portadores de flores frescas, de espigas doradas, de granos henchidos y fecundos, toma posición al centro de la escena)

CORO.- ¡Juyá!… ¡Juyá!… ¡Juyá!…

 (Elevan al Cielo la fertilidad de sus presentes. Juyá aparece de nuevo sobre el cielo del fondo, en actitud generosa y serena)

CORO.- ¡Gracias, Juyá! (Se prosternan).

MENSAJERO 1º.- La lluvia fertilizante, que ha acompañado a tu celeste ira, ha fecundado ya nuestras cosechas.

MENSAJERO 2º.- El sacrificio de la tierna Sichisí, de la suave Aritasí, traicionadas por su hermano Patshonouy y devoradas por el monstruo de Ayajúy, ha sido fructífero.

CORO.- ¡Sean bendecidas!

MENSAJERO 2º.- Cada gota de lluvia cristalina sea un canto a sus memorias sobre la haz de la tierra.

CORO.- (Prosternado). ¡Juyá! ¡Juyá! ¡Juyá!

El dios tiende sobre ellos sus manos justicieras.

TELÓN

Sobre el autor

*Una leyenda de la Guajira Venezolana (1951). Ilustración: Juya y Ayajuy, por Pedro Centeno Vallenilla

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