literatura venezolana

de hoy y de siempre

El viaje

Ene 22, 2025

Claudia Noguera Penso

qué hacemos. aclaramos la noche para derrotar el
miedo. desarmamos nuestras vidas y las comenzamos
a armar aún cuando sabemos que es posible que la
pieza final no calce.
No.
simplemente concebimos una existencia distinta donde
siempre hay lugar para el desasosiego.
y un espacio mínimo para comenzar

***

A Karen

El sueño es siempre el mismo, una carretera
interminable. El silencio ocupa todos los asientos,
menos el mío y el de mi hermana, no se atreve, le
teme a la verdad. Pero el tuyo lo ocupa tan
cómodamente, parece hecho a su medida, como un
sastre experimentado, nos invade una sorpresa que
toca la envidia, pero nunca nos ha importado lo que
nos cubre el cuerpo. Más bien tenemos un sastre
diestro que sabe cómo cubrirnos perfectamente y a la
medida el alma.

***

Aún no comprendo a la muerte. Es lejana pero
duerme a mi lado acurrucada como si tuviera miedo
de partir. Es un número de teléfono que ya no sirve y
lo sabemos, es una bocina fría y redonda que retumba
y hace un eco que no se acaba nunca. Es pararse
frente a un espejo y repetir, como una letanía que sí se
puede, que pronto va a terminar. Con la certeza ciega,
sorda y muda de que el final está allí imperturbable.
Es pensar en un cuerpo desnudo descosido y vuelto a
coser. Es verte altivo, copa en mano, y que esa imagen
nos haga sonreír.
Ese es nuestro triunfo.
Y el tuyo también

***

Nos faltó decirte que lo hiciste bien. Aquí estamos
cubiertas de cemento de pies a cabeza. Corazón y
alma incluidos. Con la mirada fija en tu camino, con
las manos en el volante relajadas, no tensas.
No estamos perdidas, sólo extraviadas. Pero no te
preocupes, tenemos brújulas y mapas. Tenemos el
norte atrapado en la palma de la mano.
Y llegaremos más pronto de lo que imaginas

***

El dolor por la muerte es estéril. Es como socavar el
interior de una estatua. Frío y vacuo. Pesado y ligero.
Arduo y fácil. Y cuando terminas sólo puedes,
cerrando tus ojos, imaginar cómo era esa figura y lo
imprescindible que creemos es ocupar un espacio.
Pero ahora puedes estar con los ojos bien abiertos y
contemplar el vacío, mientras tus pies juegan con los
desechos. Con ese polvillo atroz que nos seca la
garganta y nos come los gritos.

***

Esa ira que habita como animal rabioso
contagiosa y letal
ese miedo súbito que nos encanece
la larga cabellera
que nos ahorca dulcemente
espantando la respiración

***

Hubo un día en que la verdad nos pasó por al lado,
miró y siguió de largo. Su regreso fue implacable,
golpeó sin dudas ni tregua. No pudimos derrotarla, la
sedujimos y ahora está de nuestro lado.
Viene por el camino, la percibimos a lo lejos porque
trae con ella el resplandor

***

Padre,
antes de partir
devuélveme el abrazo
como siempre
para que no se pierda la costumbre

Sobre la autora

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