El relieve del tiempo
Sé que mi tierra está inclinada porque en la cima estoy yo,
el resto transcurre.
Transcurre porque yo la dirijo, la extremo,
pero no soy yo los cuerpos que revientan en sus costados.
Hay algo que resbala
mientras el rocío alcanza el fruto.
Algo que tampoco soy
se desprende de mí
y crea la cuesta
que demarca un tiempo
en el centro de mi tierra.
En mi otra,
donde el fruto
apenas nace de mi espalda
y la atraviesa
para liberarse.
Mi cuerpo —estoy segura—
responde a un tiempo esférico.
Mi cuerpo,
organismo —mejor— trabajador
de mi tierra,
creó ese tiempo
cavó ese tiempo,
le doy la vida
lo nazco
en la matriz
de mi imaginación
en la inclinación de mi cuesta.
Mi cuerpo —circundado—
máquina del tiempo angular
y de los pájaros.
Los pájaros
intuyen el canto de mi cabeza
para que el sol levante su castigo
y vuelva a fijarse en mi
tierra,
que tan solo destila
un híbrido más celestial
que la riqueza de la absoluta pigmentación;
desprende la magnitud del silencio templado
como si hombre aún estuviese
engendrándose.
Se oyen animales
ejerciendo una voz
hasta su descenso natural,
las piedras dejan de rozarse
con la virginidad del viento
para rememorar eso
que me impide
avanzar de mi tierra,
esa esterilidad
del pensamiento
***
Augurio
Piel y sangre blanca
En el fondo inagotable
Desconocido y similar
Espeso se dispara el grito
Acuden aturdidas al desespero las voces disipadas
La luz desvanecida del retorno se detiene en una de sus paradas.
Los crujidos no regresan.
Se diluyen rostros, rompen ocultos en la memoria. Todo se escupe en blanco
Profundo espectro de cárcel exclamada,
Todo océano pintado es reflejo del invierno del cielo
Donde un faro es invadido por desesperadas siluetas
Asomándose
Y deformadas resisten al deambular
Tras el dorado reflejo del horizonte
Arrancando el vestigio forjado
En los brazos de piedra
El azul atestigua en la sábana helada
El cielo se ha lavado
Y en mi puño se escurre
Prometí eternidad
Y de mi cuerpo debo levantar la astilla.
***
No germinará
Hoy he vuelto a probar las semillas
con las que solías alimentarme.
Debo confesar que
las aplasto
al ejercer suficiente fuerza
y entusiasmo,
hasta quebrarlas.
Como es habitual,
comienzo a sentir sus pigmentos
rotos en mi lengua.
Su amargura decide destilarse
rebasando toda mi boca.
Me hace sentir
tanta pena
toda esta grieta
que reproduce en nuestro rostro.
Aunque quieran esconderla en su confín,
empieza a arrugar tan grave
mis cavidades,
que temo
y me la trago
porque me avergüenza
llevar el rostro
con el dolor que acarrea
saborear los cráteres de nuestra raíz
tan sola.
***
Poema inédito
no pintes mi casa
no conseguirás aislar
las largas sombras
que aún bogan
con nosotros
las grutas
de estos valles,
las ajadas voces
de las aves del espacio,
las serpientes encubiertas
todo lo que es:
sombra, carne, huesos
todo lo arrancado,
lo que no
está
y es impenetrable
no pintes mi casa,
no podrás observar
un nuevo rostro
en el disco del sol
la humedad desprenderá
nuevamente sus cáscaras,
encontrará otras formas
de imponerse,
de tragar su luz.
***
hay un hombre oscuro
ya quemado por el sol
transido por el dolor
de su carne
un hombre oscuro,
vivo y sin descanso
y todo cuanto posee
es el sol, cubriendo
horizontalmente
su lasitud
y todo cuanto anhela
es luz
amarilla o azul
como murmullo,
un sueño anclado
aleteando en el cielo
una montaña
para ponerse de pie
y ver nacer
ese ritmo ondulante
condenado a desaparecer
***
mueves las nubes
con los dedos
y haces
que ellos caminen,
y se extiendan
a través de mi ventana
yo aquí
soy solo una fuente,
viva pero recubierta
de tierra, de nombres
que olvidaron con los ríos,
piedras sin saber nada del sol,
observando cómo el gris
de las nubes
se desgaja
y desaparece
sin notar
cómo otro día
se pierde
sin tañer
el resplandor.
***
no podremos cruzar
no es del río lo que amilana
no su línea imaginaria
el cielo es espeso
por elección,
el cuerpo que se hunde
sobre esta franja
se hunde
sin mostrar su rostro
aquí o allá,
de este lado del río,
o de otro
no hará otra cosa
que caer
en el curso regresivo,
sin memoria de ti
unos van a echarse sobre otros
y nadie podrá mirarlo
solo sostener, aguantar
nada podrá salir y mirar
su rostro,
solo ramas,
limitándose a resistir