literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Rufino Blanco Fombona

Feb 16, 2025

ADIÓS

A Regina Szymonska

Tuerces rumbo, —el tren arranca,
viajadora
hija de la estepa blanca.
Adiós, señora.

Exotismos deliciosos
tienen tus ojos cambiantes,
—grandes turquesas que brillan
como si fuesen diamantes—.

En tus ojos cantan rimas
y paisajes de bohemia;
hay montañas… y en las cimas,
como lluvia de algodones,
se distingue un blanco vuelo
de ilusiones.

Tuerces rumbo, —ya vas lejos…
Tu blancura se destaca
entre los campos bermejos.
                      Adiós, polaca.

***

AL PARTIR

Estreché sus quince años;
besé la boca de flor
y los cabellos castaños,—
junto al viejo mar cantor.

—Piensa, amada, en el amante,
no me quieras olvidar…
y cayó una estrella errante
en la copa azul del mar.

***

CARTA LÍRICA

Y te adoré… De mi pasión romántica,
nacida a parecer dentro del pecho,
apenas brota la afligida cántica.

¿Oíste, a media noche, de tu lecho,
una voz que en la sombra se desata,
en honor de una bella?
Es mía la doliente serenata.
¿La hermosa? Tú eres ella.

¿Has leído la carta cariñosa
escrita, con mis besos, en la rosa
que arrojé a tú balcón una mañana?

En el templo rezabas pensativa,
¿recuerdas? Una sombra fugitiva
marchó un momento, la pared cercana;
tus ojos se volvieron, y en tu boca
el vuelo tuvo la oración cristiana.

Pero no me conoces. Nunca viste
mis ojos mustios, ni mi cara triste;
Y el nombre del poeta infortunado
nunca leerás al pie de sus canciones.
Acaso un día, algún enamorado
las murmure, rendido, a tus balcones,
ignorante de quién las ha inspirado.

Mas tú, gentil señora,
no echarás en olvido
al bardo que te dice que te adora…
Nostalgia siempre sufrirá tu oído
de mi pasión, de mi lenguaje cálido;
y vivirás un tiempo con la angustia
de ver mi frente en cada frente mustia
de ver mi rostro en cada rostro pálido.

***

IDILIO TRÁGICO

Sobre témpano enorme de hielo
constrüido con rayos de luna,
va feliz la pareja de osos
muy bella, muy joven, muy blanca, muy rubia.

                        *

Terciopelo felpudo y en rizos
es su piel de nevadas gardenias,
y su boca, joyero en que lucen:
los dientes, marfiles, corales, la lengua.

¡Cuán felices! Y viajan y viajan
en la góndola blanca. La hembra
en el tálamo yace. Y el oso
lascivo la mira, la muerde, la besa.

                        *

De la aurora boreal tras el iris,
para ellos, al yermo del norte,
indistinto y audaz sagitario
dispara saetas de todos colores.
Y los brutos convierten al cielo
las miradas, que van al pone:
en su pecho salvaje la dicha,
renuevo en el árbol y savia en el brote.

                        *

¿Cuán felices! Y viajan y viajan
en la góndola blanca. De pronto
un témpano, un choque, rumor de catástrofe,
que invade, que invade, los yermos del polo.

                        *

Después, ¡oh, blasones!
la sangre a rubíes en campo de hielo…
y auroras boreales… y más corazones
que vuelven las pías miradas al cielo.

***

LO QUE DICE LA MUSA

No profanes el misterio de las cosas,
el misterio de las cosas de ilusión;
y consagra a las penumbras y a las entreabiertas rosas
y a los besos de quince años tu canción.

Ciñe gasas a tu amada colombina;
tú no sabes la adorable turbación
de una blanca, no discreta muselina,
o de un pliegue sin plegarse de linón.

Oye el canto de ternura que la brisa
se acompaña con el arpa del bambú;
mira el beso como besa la sonrisa
en la noche del galante rendez-vous.

Curiosea los estuches; la novela
olvidada junto al guante y al corsé;
las persianas; y al discípulos que vela
y medita bajo el rayo del quinqué.

Y ama el verso de sollozos penetrantes;
ama el verso de perfume de azahar;
como el cielo, copa llena de brillantes,
copa llena de zafiros, como el mar.

***

LA VIDA

Leo en mi libro. Es ya media noche.
El pelo de mía amada
es un chorro de libras esterlinas.
y surge su cabeza de las blancas
coberturas del lecho
como el dibujo de un pintor de hadas.

Me dicen “es un perro”, o bien: “te adora”.
Hoy nos hemos reído a carcajadas.
Los amigos me envidian
mi casita, mi ocio, la muchacha,
mi juventud y la sonrisa eterna…
mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.
Ya soy feliz. ¡Y bien! Esto es horrible.
Suspiro por mis noches angustiadas,
por mi cruel desolación de huérfano,
por mi vida guerrera de sin patria.
¿A qué vencí? ¿Por qué librar las rudas,
las tremendas batallas
por la vida y el éxito y el nombre?
¿Para qué la ascensión de las montañas?
La hermosura abre los ojos
Si esta noche de súbito. Me sonríe.
—Ven, me dicen su voz y sus miradas;
y luego, pobrecita, me pregunta:
—¿En qué piensas?
                                —En nada.

***

LO INEVITABLE

«¿Tendrás valor?,» —pregunta al joven el anciano—.
En el desierto toda comida amarga;
todo camino es duro; toda hora de penas.
—Como el árbol, erguido, veré la racha.

—¿Tendrás valor, mancebo? Para el hombre en éxilio
toda diestra de prójima se torna en garra.
El odio, la calumnia te zuzarán sus perros.
—La alquilona traílla no muerde, ladra.

—¿Y cuándo entre las brumas del tiempo y del espíritu
recuerdas tus azules bellas montañas;
tu madre; tus hermanos, tus mejores amigos?
—Entornando los ojos veré mi patria.

—Cuando en noches de luna, amorosas parejas
mires, que dan al viento risas y charlas,
tu corazón de amante, ¿quedará indiferente?
¿no lanzará un suspiro, no dirá nada?

¿No evocará el recuerdo de unos divinos ojos
y de una cabellera longa y castaña?
El mozo no responde. Sus pupilas se nublan.
—Vete, —le dice el viejo—. Ya conoces las lágrimas.

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