EL SILENCIO
EL silencio lo aprendí de un cordel blanco
a la orilla del río.
Mis ojos atentos
y las nubes pasando tardas
en el ir y venir de las estaciones.
Estoy sentado
sobre un montículo de arena,
donde estuvieron iguanas
y gavilanes
oteando la creciente,
los trozos de árboles
que irán al mar.
Mi cordel blanco,
mi conversación con los peces.
Nuestro lugar común:
ver pasar los días y las calamidades
y conservar
una misma temperatura.
Luego,
recojo el nylon
y regreso.
(No es nada,
mañana estaré de vuelta).
***
BIG BANG
Cuando un vaso
se rompe,
ya no es posible.
Cómo juntar0
aquellos trozos
si aún después
de unas horas
encontré fragmentos
de cuarzo
al pie de una silla,
y pasados los meses
adosada a la pared
había una escarcha
brillante,
y un año
luego
el universo
de afiladas nostalgias
continuaba.
***
CELEBRACIÓN DEL COLOR NEGRO
Brilla la luz, festejando la pureza del color negro:
el azabache negro,
el origüelo negro,
el que celebra el hocico del puerco en mitad del bosque.
Lo canta el grillo
inmóvil y orgulloso
bajo su dura piedra.
El espacio negro donde mi corazón palpita:
esponjado fieltro
en el que soy plena duración,
lento movimiento de aires y emociones.
El jervedor
ama lo intenso de sus plumas negras:
la pura forma
sin sombra de luz.
La que anida en intrincado nido la coitora.
El negro profundo
de donde penden las galaxias
como adornos
en el pelo
de una mujer oculta.
***
NOCTURNO
Durante las noches de mi infancia
mi madre
saca una silla frente al portón
y duerme
con el abanico de palma moriche sobre las piernas.
El técnico del taller donde reparan radios
está aún
bajo una lámpara de luz muy pálida.
Durante las noches de mi infancia
los bulbos de una radio desarmada
vuelven a encender su voz
y de nuevo la voz desaparece.
Entre las ramas de un samán
transcurre el río;
se diría que esa noche
da a su paso
un tono más lento.
Durante las noches de mi infancia
escucho el rugido de los tigres
de la casa de los ingleses:
pobres animales enjaulados en torno a una piscina.
Yo sé
que tras el muro
lamen sus garras
y amurrungan los ojos.
Mi padre ha llegado en su jeep
y unas lechuzas lo sobrevuelan.
El único ratón de la casa da las nueve
porque a esa hora corre
y atraviesa la sala.
***
GALLERÍAS
Más que un toro
de lidia
de ojos inocentes,
el Gallo de Combate
es un animal
letalmente explícito.
Más que una tarde
en alguna
bella maestranza,
la gallera es un
teatro sin escena.
La mirada humana
convierte al hombre
en ave,
y al gallo
lo pone a pensar
igual que tú.
Solo el estoque oculto
tras la muleta
del último tercio
y la espuela
de carey
de una jaca de combate
se igualan
en crudeza.
Ambos objetos
podrían ser
las palabras
de un epigrama
de Marcial,
quien no le regateó
al Mundo
lo que el Mundo
era capaz de hacer.
Dame tu crueldad, Mundo,
dame tu violencia,
yo las quiero.
La verdad es que
hay maneras
de mirar en los ojos
el final de la vida.
Pero compartir
ese momento
y creer que mueres
con el otro que muere,
creer y sentir
una enconosa herida:
eso…
solo en los gallos.
***
ELOGIO DEL DESTELLO
La emoción
que origina el poema
ocurre en ese destello
de la refriega de los días
y apenas
permanece el tiempo
que toma una cerilla
en encenderse
iluminando
el rostro
como la geografía
más lozana
pero si no sacas
tu libreta y anotas
con paticas de grillo
presurosas
que salen
de la punta del lápiz
y si penosamente
solo te conformas
con soplar la cerilla
para dormirte
entonces el fuego
se transformará
en humo
y lo revelado
dibujará siluetas:
una nube
que apenas
será capaz
de procurar
palabras inservibles.
***
HAMBRE
Tienen hambre
y han abierto
la boca.
Un árbol entero
podría colocarse
en ella
y un río
entero,
hasta unas montañas
con sus picos
y lomas.
Todo cabría
envuelto
en saliva,
en paños blancos.
La saliva
se estira
y ablanda el paisaje:
unas vacas pastan
en la profundidad
de su inocencia
y los caballos
sobre la barda
como estelas funerarias.
Piedad
para los que son
pasto y hueso
porque luego
serán triturados
por el deseo
bajo el cielo
incendiados,
y el ansia
y las paredes
del cosmos
se moverán
y el paisaje quedará guardado
en el saco ácido
de la desmemoria.
El deseo
de comer
lo incomible:
el perro fiel
calles y aceras,
edificios y trenes.
La hoguera de vidrio
de la pequeña ciudad
está encendida.
Devoración, devoración,
no importa cuánto
y cómo.
La hambruna,
la resaca súbita
del ánimo
una epidemia
masiva,
la voracidad
el ventoso remolino
de las aves carnívoras,
el entenebrecimiento.
***
EL ÁRBOL DE MANGO
Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
San Juan De la Cruz
El árbol de mango
es inmortal
y no necesita de lo humano.
Forma umbríos claros
en lo denso del monte
y ahí perdura.
La palma
podrá sostener al mundo,
pero el mango
ha aceptado
la oscura llamada del bien.
Porque no quería tener
algo en nada
se ha ido:
más allá de las dunas azules,
entre madroños y píritus
de negra espina.
Allí
donde dos ríos se unen
como semblantes de soledad.