Votos de amor
Sólo dos hombres se me han acercado para esto, asustados, quizás. Es normal, cuando te toca saltar al otro lado del charco con leyes y nuevos acuerdos.
Yo escucho siempre su quebradizo discurso de novios con novias próximas al altar.
Bebo café y escribo un posible poema con sus nombres. Sin utilidad. Sin ganas. Pero a lo mejor sirva para otros que también estén a punto de casarse y deciden ir a la calma una vez más.
No quiero convencer a nadie, igual, lo sé, volveremos a vernos. Yo para descansar en ellos, ellos para volcar su furia entre mis piernas.
Desde aquí, repaso tus votos de amor. Desde esta cama fría. Cuento tus “que”, y sonrío. Pienso en nuestro último encuentro bajo la regadera de un hotel cinco estrellas y me detengo en “amarte para toda la vida”.
Esta es mi mañana, la soledad
y ¡ah! Este poema.
***
Poesía
Un 21 de marzo
cuando se retiraba la tarde
dormí en tu pecho.
Viajé hacia tu casa
donde me diste un patio
con alfombra de hojas verdes y secas,
una mata de mango para guindar las letras
la bromelia, el jardín de suculentas.
Me fui despacio hacia tus venas
y cada cuarto estaba hecho
de cajas y maletas; el pasado no podía salirse, el futuro ahí a la espera.
Dudo si este recuerdo sea el poema
ahora cuando el cristofué se posa en la rama y el aroma a café se cuela.
No hubo pacto
no hay promesas
sólo yo desde la hamaca
meso tu ausencia
y esta noche es tu pecho almibarado
mi hogar calma. Quietud plena.
***
Pozo
Pasó el año
sí
y aún remojo en eucaliptos las sombras
de un cuello estrangulado
de una piel lacerada
de una voz con su eterno jaque mate
miento al decirte que el pasado ya no me toca
todavía se me va el oxígeno
y paso la noche hablándole a un dios sordo.
Miro desconcharse el techo
paso el seguro de la puerta cuarenta y dos veces
y me pregunto cuándo compraré el candado, quizás eso ayude. Me resigno.
Leche tibia, agüita dulce, manzanilla. ¿Quién se atreve a venir a esta casa?
Las letras ya no dan la bienvenida. Ya no puedo hacer lo que me piden.
No bebas de mí.
Porque sólo soy este pozo que tiembla cuando te asomas.
***
Puente
Soy un puente
lo sé
me lo cantan en susurros mis ancestros.
Conecto la noche con el día
y sólo los que buscan la luz
han de atravesarme.
Mi propósito está escrito.
Aunque a veces rompa las ventanas
y me beba todas las cervezas de la barra.
Muchos se quedan a mitad del camino
mirando cómo corre el agua por mis piernas.
Otros se detienen por varios días,
a veces sólo por horas cuando el sol está por despedirse.
Y duermen arropados de estrellas y luciérnagas.
Una vez cruzó en mí un hombre alto
su Alma también era de puente
fue la única vez que respiré
pintó las barandas, barrió las huellas,
pulió los peldaños, cambió casi todas las maderas.
Y para quienes iban descalzos puso una alfombra de eterna primavera.
Tu trabajo también puede ser este, me dijo.
En ese instante ninguna otra voz se aferró a mis oídos.
Soy un puente
lo sé
pero hay pisadas tan fuertes
¡Dios mío!
Mírame.
Rota
descolgada.
Busco un nuevo sitio mientras bailo sola en la pista. Ebria. Extraviada.
Sin paso.
***
(ars amatoria)
Descanso el alma
en tu piel
vino blanco.
Apaga las luces
respiro tu aire
cierro mis ojos
calmo mi sed
y tú
quieto mirándome
rezándome
en un credo eterno.
***
Somos
el encuentro de la semana
la cerveza de los viernes
los maestros de cada verso
las llamadas a media noche
el agua en días de 40 grados.
Jugamos
(siempre)
a los besos
a quitarnos la ropa en cada mirada
y a bebernos el vino en nuestros cuerpos.
Somos
principio y final.
Despertamos desnudando secretos
callamos algarabías
controlamos el espacio.
A veces
hacemos silencio
reímos del protocolo
amanecemos en otras sábanas
deseando volver a vernos.
Calentamos el agua para bañarnos
y nos cauterizamos hasta los huesos.
Simplemente
somos
esos amigos
a los que la gente
ve juntos pocas veces.
Nos une el oficio
(el ambiente).
Pero
en este día
cuando te acuestas con Ella
me dejas tan incierta
tan falta de abrigos
que cierro mis ojos
camino entre la gente
y le clavo un puñal
a mi aorta.
***
Agosto
Siempre
en agosto
coloco romero debajo de mi almohada
–tal como lo mencionaste–
unto, para el cuerpo, jengibre y cúrcuma mientras los eucaliptos hierven en la estufa.
Me desvisto voy descalza
y soy menos lluvia.
Con la escoba recojo todas las huellas
y las tiendo al sol
destejo el polvo de los libros
hago cruces de sal en los rincones
me olvido de los tés y vuelvo al café.
En este mes de menta donde no llegan nuevos huéspedes a mi piel caliente
vuelvo
y con crema alcanforada
embalsamo uno a uno mis dedos
vuelvo al útero respiro