Neguel Machado
Las páginas de este libro que soy despiertan cada noche mirando directo a los ojos de tu vientre
A la cintura de tus otras vidas escaleras abajo tragándose la ciudad sin giros de línea
Este libro que dejas al borde de la ventana espera el café caliente La humarada del cigarrillo mientras recorre las calles oscuras al filo de tus caderas esperando llegues al final y quieras releerle.
***
Tengo demasiado cielo oscuro y una taza repleta del grito bajo la lluvia
Ayer sobre paisaje muerto miré las piedras Ni siquiera puedo decir por qué mi cara estaba junto a ellas Sólo que el sueño fue abatido por la realidad Ando empobrecido
Está hueca la barricada por el viento silbante de sus palabras Mis alas están resignadas No puedo desplegarlas bajo el pavoroso frío de su mirada.
***
Quiero arribar a esa otra orilla de tu cuerpo
Saltar la puerta que abandona la tierra y tejer colmenas en el aire
Reconocerte en un trazo de historia y vislumbrarte como gaviota a la costa
Persigo recorrer tus desiertos y los míos
Extraviarme en tus montes y ver correr las aguas de tus entrañas
Quiero reír y llorar
Asirme a tu falda con ojos de fuego para quemar tus piernas
No esconder mi risa de marino llegando a puerto
Quiero que recibas esta carta
Para arrancarle la tristeza al infinito.
***
Los perros en mi ventana sostienen noches desérticas
Ellos disuelven el silencio pero se quedan para siempre los fantasmas en el fondo de cada amanecer
Mis calles lejanas respiran pasos que cuentan historias a los vivos Dolientes secretos brotan de cada piedra
De la nada
Conjuro la inocencia para dar vida a la rebeldía
Al canto que resiste
A las paredes con trova juvenil
A la ira sabia de nuestros corazones para defender la casa condenando a los perros al laberinto.
***
Hay una voz que amanece entre velas de un oscuro juego de difuntos Pretende volverse el tiempo Allí en el techo donde llueven los ojos pintados de aquella mujer Formando cáscara de rocío silencioso los días oyen el corazón doblarse La lluvia viene sola una callada melodía resuena tan adentro que nadie vislumbra los mecates que sostienen el féretro.
***
Quiero arrancarle un suspiro a la nostalgia
Dejar de sentir las uñas de sus ojos sobre mi cuerpo
Manchar de pinceladas el horizonte
Atiborrarle de mi tierra
Quiero ser barro sereno ahogando pies descalzos
Ser leche
Sangre
Aire que sustentan la vida
No podré partir del mundo cargando esa cicatriz
Quiero volver a mis días color apamate colorado y florecer como el araguaney en primavera
Quiero volver a tu regazo abuela
Quiero oler a cacao.
***
Quiero que las letras de este poema lleven las piernas desnudas para que rocen entre sí
Que vistan falda corta
Así ningún lector podrá leerlas con ojos muertos estas letras no deben llorar por ningún motivo
Deben ser desenfadadas como adolescentes.
***
El grito de mis muertos reposa sobre los faroles de mi memoria
Sin prisa
Sin la angustia de una calle cotidiana que quema
Ellos cierran las puertas y escuchan las hojas de mi escritura
Acarician al perro echado a mis pies
Visitan mis manos para comunicarse
El grito de mis muertos viene abrazado al sol
Tejido a mi piel
Sabiendo
Que les ofrendaré mi escandaloso silencio.
***
Anoche quise escribir
Llamarte ser la roca golpeada por el oleaje de tu voz
Bañarme en sus espumas desahogarme a orillas de tu vientre recitando las mismas palabras de tu cuerpo
Quise regresar sobre tu espalda
Opacar el rumor del barrio para sentirme ebrio con la caída de tu falda.
***
Voy a la calle a ver si encuentro la muerte de este sentimiento que me lacera
Viejo maestro que lanza asignaturas de silencio delante el libro de la memoria desnuda
Arrastrándose algún cuarto bajo el látigo de la noche
Amanece
El reflejo de la piel en vigilia
El café calienta el trago e las cenizas
El rostro herido sabe algo
Se fuma la cólera
El sol de los ojos agoniza
El sol del pecho declina
Cae la orilla del manantial a lo más hondo.
***
Erectas sombras tallan cuerpos rompiendo paredes en la cariñosa mirada del caracol
Presagio de duendes en la sonrisa oscura de la imagen
Sacudo las semejanzas eternas
Soy ajeno a mi propio nombre
El fuego cubre los alaridos de mi silueta
Sueñan fantasmas en pañuelos de niebla
Sé de voces sobre viejos pensamientos
Vivo ajeno
Irónico
entre el aullido de los enterradores.
***
Voy a bajar la voz
Sentarme frente a la mesa para no comer el bocado que me provoca
Llenarme de fantasías inconclusas
Beber un sorbo de amargura
Evocar sabores y olores de tiempos vividos
Voy a mi hamaca a columpiarme al son de ritmos soñados
El azul del horizonte trae sueños de sexo en las aguas
Poseidón me reclama sirena encantada
No imitaré a Ulises
Lléname de las melodías que brotan de tu piel.
***
Perdonen ustedes
He decidido echar anclas en alta mar
Volver a los fundamentos de mi espíritu
Mirar el sol de Aristóteles
Arremeter las sombras perdidas en el espejo de mis ojos
Darle oportunidad a la ausencia
Congelar en la oscuridad las ganas
Escribir herido el cuerpo en palabras sin venganzas
Mirar mis fronteras encalladas al llanto de la luna
Caminar como niño de la mano de mis miedos
Sonreír a mis huesos como pájaro azul
Beber en su copa triste mis nostalgias e indiferencias
Aproximarme a la autenticidad de mis caminos
Naufragar en las tinieblas y si a mi regreso no encuentro nada escribir mi poema de despedida.
***
Voy a pintar la casa color venado silvestre con muebles tonalidad ocre Para decirle al amanecer de mis canas que sus pertenencias las lleva el viento en viajes temporales y cantos de sirenas
Que el golpe de mis voces se encuentra en una playa sin nombre con sabor a cantos de lluvia
Que el huracán dejó mis velas destrozadas
Desvelado por un sueño imposible lleno de risas innombrables que se alejan cansadas
Una compleja voz de partitura maltrecha e imprecisa que me ha enloquecido para ahogarme en el miedo que adormece la esperanza
Miradas crípticas que escupen distancias sobre mí
Manos que golpean rostros infantiles e inocentes donde la noche taciturna trae locura a mis predios
Herido de mí mismo
Voy a pintar la casa color venado silvestre.