Arnaldo Jiménez
EL HOMBRE CAMPANA: acusa un sonido de campana que generalmente suele aparecer a los veinte años, la persona espera a que las golondrinas lo acompañen, lo escuchen y hagan su voluntad. Los ojos se achican como quien presiente que un badajo lo golpeará fortísimo. Modifican el modo de caminar y se balancean en sentido lateral. Pueden morir de tristeza contemplando el espacio por donde llegarán las golondrinas.
EL COMPLEJO DE ISIDRO: considerada en la actualidad como la enfermedad que genera la máxima alteración psíquica. No tiene etiología conocida, los médicos solo pueden emitir especulaciones basándose en otras enfermedades parecidas. En algunas revistas especializadas se les da otro nombre: entra-sale, pero no ha resultado tan exitoso como el del complejo… Recibe el nombre de Isidro porque este es el nombre del primer paciente que presentó dicho complejo, por cierto, algunos de sus movimientos histriónicos han sido llevados al cine. La persona vive en otro mundo, se supone que tiene la capacidad de cambiar el sentido, el nombre y las funciones de todo lo que observa, incluyendo sus familiares y amigos. El paciente no puede estar medicado sino a partir de las diez de la noche, hora en la cual disminuye en un veinte por ciento la actividad psíquica. Cada individuo se aprende una rutina histriónica, a veces pueden ser varias, nunca las mezclan. Dentro de la casa conversan con capitanes, bomberos, ingenieros, abogados u otros seres y trazan planes de recuperación de maquinarias dañadas, contratos por firmar, si fuese el caso. Responden y ven a los seres con los que hablan. Luego abren la puerta de calle, se colocan varios cinturones por encima del pantalón, aprisionan contra estos una serie de objetos alargados, como cuchillos de mesa, lapiceros y destornilladores; luego se meten en los bolsillos una botella de agua mineral, y muchas chapas, tizas y panes. Salen, duran diez minutos parados en la acera frente a la puerta. Miran hacia adelante, bajan y suben varias veces los escalones que llevan a la calle o a un estacionamiento, llegan al medio de cualquiera de los dos sitios y allí se quedan parados por más de media hora, miran el cielo, dicen que sí, contorsionan la cabeza, la suben y la bajan como los lagartos cuando beben el calor del mediodía. Después recorren el lugar cientos de veces de norte a sur y de sur a norte; los médicos aseguran que esto obedece a una especie de rutina para emprender el camino, algo así como una preparación física previa. Comienzan una marcha incontrolable y pueden recorrer ciudades enteras si acusar ningún cansancio físico.
SINDROME DE LA DOLOROSA: es inusual que esta enfermedad sea padecida por un hombre; pero no se excluye de manera absoluta tal posibilidad. Es considerada una enfermedad cultural, por su marcado aspecto religioso. Las mujeres sienten que todas las situaciones de sus vidas están predestinadas a hacerlas sufrir, sobre todo, los sucesos que se generan a partir de sus relaciones con los hijos, a quienes tienden a exaltar por encima de cualquier otro ser humano, sea en lo bueno o en la pobreza, en la virtud de lo malo u otra certidumbre. Todos los hijos le colocan pruebas para que ellas demuestren sus grandes capacidades de sufrimiento. Casi siempre muestran cierta dureza de carácter delante de personas extrañas. Lloran a solas, les gustan los colores fúnebres y además se quejan constantemente de dolores inexplicables en cualquier parte del cuerpo.
TENDENCIA AL NERVIO CERO: las personas que padecen esta anomalía nerviosa pasan desapercibidas y casi siempre son rechazadas sin que se les considere enfermas, incluso las mismas personas se suponen sanas. Ninguna circunstancia, por trágica o cruel que sea, logrará arrancarle un gesto adecuado con la emoción vivida en ese instante. Se les puede morir un perro, un hermano, un hijo… en sus propias manos y ellos no llorarán, no se sentirán tristes, sus nervios están situados en un ámbito contrario al de las personas consideradas normales, tienen una tendencia a permanecer en un grado cero, es decir, en un punto de arranque desde el cual pudieran desarrollarse algunas emociones. Sus rostros son impasibles, imperturbablemente serenos, no ríen, tampoco sonríen, mucho menos se asustan, ni se asombran. La ciencia actual ha descubierto que estas características tienden a desaparecer con la entrada de la vejez, alrededor de los sesenta años, entonces las emociones se disparan a una velocidad sorprendente y articulan todos los gestos que en el pasado no pudieron expresar. Se piensa que, de no cambiar la situación con la vejez, estas personas asistirían a sus propias muertes si sentir ningún tipo de miedo, dolor o arrepentimiento.
MONOLOGANTES: enfermedad que el psicoanálisis ubica en los trastornos neuróticos, por tanto, no representan un peligro social mayor que el que puede representar un policía o el gerente de alguna industria. Dedican gran parte de sus tiempos en aprender a hablar de manera invertida, lo cual los vuelve absortos cuando andan solos. En la primera fase de la niñez, aseguran haber hablado con sus muñecos, quienes le enseñaron el arte de dialogar consigo mismo mientras conversa con otro. De tal manera que viven proyectando la mudez de sus muñecos en los seres humanos.
Tienen la capacidad de charlar durante varias horas sin que esa persona se percate de que no está respondiendo o siguiendo el hilo de la conversación; el monologante convierte a su receptor en una mera excusa para él platicar consigo mismo, pero esto no quiere decir que no escuche al otro, lo hace, y dibuja los gestos correspondientes a los mensajes captados: sube y baja las cejas, abre la boca, sonríe, achica los ojos en señal de estar prestando atención; pero sus palabras solo se refieren a sus propios asuntos.
COMPLEJO DE DÉDALO: presentan una gran fascinación por las mezclas, todo lo que se vuelve turbio y adquiere el color del cemento o del asfalto. Admiran el color de las cabillas y suelen comer barro o pasar la lengua por las superficies de las paredes frisadas. Debido a estos “pacientes”, se ha generado un creciente estudio de psicología comparativa entre lo vivo y lo muerto. Las relaciones, sean psicopatológicas o no, entre los sujetos y los objetos claves de sus pasiones. De esta manera se puede saber el grado de defensas que genera una persona en sus relaciones sociales por la cantidad de rejas que le ha colocado a la casa, si esas rejas solo abarcan la fachada principal o si poco a poco han ido ganando espacio hacia el interior de la vivienda enrejando patios, cuartos… También se están considerando los tipos de rejas, las figuras elegidas y el cuido que ellas reciben. Demás está decir que los colores más usados en las casas reflejan el estado de ánimo de las personas o del grupo familiar, así como el cuarto de los peroles viejos suele coincidir con altares improvisados y esto denota una confusión inconsciente o una falta de compensación entre las miserias y las virtudes. Las personas con complejo de Dédalo son capaces de construir grandes y pesados edificios en zonas sumamente frágiles e inapropiadas, como a orillas de los abismos, en los ápices de las lomas o zonas cercanas a los ríos, por eso se piensa que es un pobre padecimiento. Siempre tienen increíbles ideas para domar cualquier fenómeno natural a fuerzas de extrañas construcciones. Dentro de las casas viven cambiando imaginaria y realmente los espacios, quitan paredes, tumban techos, edifican escaleras, revisten pisos. Sus vidas transcurren buscando fallas en las construcciones y elaborando planos en sus horas de ocio. La historia universal está plagada de personajes con este complejo. Piénsese en los egipcios, por ejemplo. En la actualidad la miseria extrema del capitalismo tardío está generando este complejo de manera colectiva.
SOÑADORES DEL FUEGO MANSO: miran las melenas amarillas de las velas, coleccionan lámparas pequeñas con formas de cáliz, aman las pequeñas llamas y por extensión las luces inofensivas. Gustan pasar sus dedos para apagar los efímeros fuegos de los fósforos, y abren al máximo sus ojos y sonríen con solo ver el humito gris del dedo que no llega a quemarse; nunca imaginan incendios de grandes magnitudes. En sus bolsillos siempre cargan yesqueros o cajas de fósforos. Cuando están tristes se sientan durante largos minutos a contemplar las llamas de los velones, ellos afirman que la tristeza que reside en los ojos se va secando en la medida en que la llama de la vela habita sus miradas y se consume en ellas.
CREADORES DE CLIMA: ondulan por las noches unas cintas rojas dedicadas a los espíritus, si habitan el desierto crean en él un océano que abrigue las arenas y modifique el calor existente. Si habitan en zonas marítimas, imaginan que caminan por las arenas del desierto y llegan a sudar a mares y sentir una inmensa sed. Cuando llueve a cantaros ellos salen al patio o al descampado y levantan sus brazos para que la lluvia no continúe cayendo. Algunos elaboran un instrumento sagrado llamado Climático: un palo como de un metro de largo con granos de maíz y pimienta negra pegados a él. Este palo lo mueven hacia todas las direcciones del viento dentro de un cuarto secreto en el que le piden permiso a Dios para cambiar el clima.
VISIÓN DE GIGANTES: la adicción al alcohol tiene muchas causas, una de las menos estudiadas es la visión de los gigantes a tempranas edades. Comienzan observando algunos órganos, presencias fugaces de brazos o piernas enormes, otros sienten la mirada de gigantescas pupilas que parpadean cerca de ellos y logran moverlos con el aire que expelen. El alcohol solo es un medio para ir materializando de manera completa a los titanes. Para cuando eso ocurra, las personas ya son completamente alcohólicas y se les tiende a considerar locas porque los describen con exactitud y extienden sus manos para tocarlos y se ríen y conversan con ellos.
EFECTO TELEFÓNICO: muchos niños y niñas oyen que alguien les habla, la voz se escucha lejana, muchas veces estas voces se materializan en muñecos o en un amigo, cuando esto ocurre, la voz va perdiendo sentido y se puede somatizar en algunos órganos como el colon, el hígado o el bazo, los cuales adquieren un dinamismo anormal que no representa una enfermedad orgánica grave. Pero otros niños no logran la materialización de la voz y crecen escuchándola, aquellos que se obsesionan con una religión logran sublimar la voz secreta y transformarla en la voz del Señor y evitan caer en locura; otras personas desvían la energía de la voz hacia los aparatos telefónicos y empalman sus malestares y sus angustias aliviando ciertos síntomas nerviosos como irritación de los glóbulos oculares, sudoración y movimiento involuntario de las manos y los pies. Los más sensibles no soportan la voz y no hay ninguna vía social de sublimación que los pueda ayudar, así que empiezan a llamar por un teléfono que solo ellos ven y hablan alto, murmuran, dicen cosas y escuchan las respuestas. También pueden llamar desde teléfonos públicos. Los místicos aseguran que esos diálogos carentes de sentido son signos que hay que descifrar, porque pueden ser mensajes divinos para ayudar a los seres humanos a enfrentar de una mejor manera la vida o la muerte.
METROMANÍA: hay seres humanos que viven cerca de los metros, se montan y viajan sin ningún destino previo. Se vuelven a bajar, regresan al destino de origen y simulan esperar a alguien, a veces cargan maletas o bolsas contentivas de objetos que deben llevar a un sitio, quizás a alguna casa de sus pasados. Se pensaba que estas personas podrían ser curadas por medio de regresiones, pero luego de un estudio realizado a dos mil voluntarios de diferentes edades, religiones y culturas, se ha llegado a la conclusión de que el viaje es al mismo tiempo un síntoma y una forma de alivio del síntoma mismo. Un dato interesante es que de manera inconsciente las personas ven pasar y pasar el metro, esperan largamente y disfrutan con el entrar y salir de pasajeros, porque esperan ver a su doble en algún instante.
LOS MEA-CULPA: presienten seres ensangrentados en las esquinas, corriendo con los pies destrozados; observan sogas convertirse en ríos de bautismos. Caminan encorvados, juran llevar la cruz de Cristo en sus espaldas, tienden a no comer ni beber agua durante el día. Los seres que asisten a ver sus viacrucis son sus propios familiares que no se cansan de lanzarles piedras de todos los tamaños; cada peñasco es una culpa que el paciente agarra y devora hasta romperse los dientes. Los hogares tienen al menos un Mea culpa. Desde el punto de vista grupal, son necesarios, porque funcionan causando un equilibrio general en las relaciones, lo cual calza fácilmente con el padecimiento individual, ya que los Mea culpa se sienten útiles llevando cargas ajenas y lavando sangre de heridas que no les conciernen, consideran que para eso han venido al mundo. Las mudanzas suelen ser las únicas ocasiones de alegría.
EL ARQUETIPO DE LA PIEDRA: aparece en los sueños un ser atrapado dentro de una piedra —la cual puede ser el útero materno—, y la imagen completa la imposibilidad de nacer otra vez. Sin embargo, existen interpretaciones distintas dependiendo de dónde esté situada la piedra. Algunos la ven en el aire, y ellos viajando sin ningún tipo de desesperación, presienten que el pedrusco explotará en cualquier instante. En esos casos estas personas tienen una agobiante carga de problemas cotidianos que sienten que las endurece, y ven en los médicos la posibilidad de romper la cárcel mineral que los aprisiona. Otros sujetos se ven en el fondo del mar, en una roca rugosa y sinuosa como un cerebro. Por momentos recuerda el mito de la Gorgona y su mirada petrificante. Son sueños de angustia, ya que las personas quieren emerger a la superficie y respirar, y, tanto el peso como la inmovilidad, no se los permite. En estos casos el arquetipo de la piedra representa al hogar con la casa física incluida. El mar es el inconsciente que tiende a estar estático, y el sujeto es casi incapaz de hacerse consciente de sus problemas. Si la piedra está situada en la corriente de un río, el canto podría ser una barca que no avanza, pero con las posibilidades de emprender un avance espiritual en cualquier momento. La conciencia se mantiene alerta.
Las personas no se dan cuenta, pero a partir de esos sueños ellas comienzan a cambiar sus modos de pensar y la mayoría dejan de creer en Dios.
EL ARQUETIPO DEL COCINERO: se asocia con Cronos, pero solo indirectamente, también con el arquetipo del brujo en sus aspectos malévolos. El Cocinero se apodera de las personas y estas tienden a convertir en obsesión cada plato de comida que van a preparar. El núcleo central de este arquetipo es una sobrevivencia psíquica de las primeras religiones paganas y su fuerza para animar los objetos de sus rituales. El Cocinero siempre es un sacerdote o un ser que sacrifica la vida de otro, sea animal o ser humano. La coartación de Dios en los rituales contemporáneos ha convertido al Cocinero en un arquetipo social sin su contraparte sagrada, es por ello que fácilmente el Cocinero puede convertirse en un Asesino serial. El asesino, no obstante, no es el alter ego de aquél, sino un ideal del yo en el sentido negativo; en el sentido positivo, el alter ego sería un Fiscal. Un aspecto interesante es que en los hogares de las personas que interpretan al mundo a través del arquetipo del Cocinero, abundan las armas antiguas y sienten pasión por lo que se desconcha.
EL SÍNDROME DE SHIVÁ: crían serpientes en sus casas, las dejan libres y se las colocan en el cuello. Contemplan los movimientos de esos animales y los memorizan con el cuerpo, en muchas ocasiones, este último recuerda y se les puede ver una especie de danza caminante que dura pocos minutos, luego vuelven a sus posturas humanas. Estas personas crean situaciones de peligro a sus semejantes, son capaces de ejercer la traición sin sentir el menor rasgo de remordimiento, después reparan el daño de manera artística, es decir, sin que sus víctimas lo noten. Se visten con atuendos negros los tres primeros días de la semana, y con atuendos blancos los siguientes días. Inducen al suicidio de forma indirecta. Hablan de manera apresurada.
EL ARQUETIPO DEL PLANIFICADOR: se tornan muy delgados y con una propensión al diálogo y a los acuerdos; cautelosos, sistemáticos, hacen milagros con los números estadísticos que, poco a poco, van ocupando el lugar de sus almas. Nunca son iniciados. Viven en un cauce de sucesos predeterminados, algo así como dentro del guion de una película. Conocen cada uno de los pasos que sus familiares y amigos cercanos dan diariamente, se anticipan a las consecuencias de actos no cometidos aún, dado que establecen relaciones matemáticas entre los hechos sean reales o hipotéticos. No se quejan de esta condición de sus existencias, pero suelen elegir parejas diferentes a ellos para tener ocasión continua de demostrarse a sí mismos que tienen razón al planificar los más mínimos movimientos de sus vidas. Se identifican con el éxito de su propio personaje arquetípico sin dar lugar a un cambio consciente. La muerte es concebida como el fracaso de la especie humana, nunca como el fracaso de un individuo.
COMPLEJO DE SHERLOCK HOLMES: sus ojos poseen el brillo de las linternas, los abren y los achican enfocándolos en sus verdaderos objetos de investigación: el pensamiento oculto de las personas. Todos los seres que les rodean mienten hasta tanto ellos no comprueben la veracidad de lo declarado o dicho. Sus diálogos tienden a escamotear con frases de comprensión y en tonos apacibles todo un interrogatorio policial dirigido a descubrir la verdad. Para ellos o ellas, nunca la verdad es dicha como primera respuesta, así que se dedican a entrevistar a vecinos, consultar con amigos a los sospechosos y tienden toda una red de espionaje y de relaciones entre los diversos declarantes y participantes de los hechos. Recuerdan con mucha facilidad los días, los años, la ropa que cargaban puestas, lo que se celebró, las palabras que se dijeron, el motivo de las celebraciones, los detalles de la sala, cuarto o cocina, cómo estaban colocados los adornos y cuántos había para el momento que se quiere recordar… Sus frases favoritas son: a mí me contaron, yo no tengo necesidad de buscar la verdad, me la vienen a traer a mi casa. De manera curiosa y contradictoria, cuando alguien les dice lo que ya querían escuchar no someten a investigación a esa persona. Los detectives sudan mucho, duermen temprano atando mentalmente los cabos que dejaron sueltos, y sufren de problemas estomacales y renales.
EL EFECTO BASTÓN: el bastón es la rama que en épocas de vejez viene a completar el árbol que fue el hombre, una rama en plena facultad de sus capacidades, para apoyarlo y evitar que el llamado de la tierra se haga presente. Cuando el báculo no adquiere cualidades humanas, el complejo es mínimo sin llegar a ser de inferioridad, se trata de una apoyatura que aún no se ha alineado. Por eso casi no nos interesa este cayado. Diremos algo de aquellos bastones que han adquirido uno o varios rasgos psíquicos, y por lo tanto aparecen con un aspecto numinoso, mágico, como el de Moisés, que de rama pasó a ser culebra. Es precisamente este complejo, el del bastón de Moisés, el que da como resultado al arquetipo del guía, no necesariamente un maestro espiritual. Este apoyo a los pasos no tiene edad para aparecer, es un soporte moral que evita la caída en la locura, no de la persona sino de otra a la cual aquella ha convertido en sostén y guía. Pero un bastón también puede convertirse en cualquier otra mercancía, no hablamos de objeto, sino de mercancía, un celular, un carro, una casa… todo se puede convertir en bastón por medio de los cuales se exalta la importancia personal, (narcisismo de las mercancías). Son convicciones imaginarias, postes del devenir con los cuales los sujetos preservan e iluminan sus vidas; pero sería ingenuo pensar que esto forma parte de algún instinto. Las pértigas morales no funcionan como compensaciones, en el sentido de que si fracaso en esto procuro el éxito en aquello, o si odio a mi hermano quiero a mi hijo, no, estos bastones son soportes hechos de imágenes, fuertes o débiles, tales imágenes producen razonamientos en los que se justifican las conductas y el sujeto evita su caída en la muerte o en la locura. Así, ningún ser humano tiene dos pies.