literatura venezolana

de hoy y de siempre

Capey (Una leyenda de los indios Taurepang)

May 8, 2022

Eduardo Calcaño

Personajes

CAPEY (La Luna)

EL PIACHE

LA MADRE

EL PADRE

EL NIÑO

HERMANO PRIMERO

HERMANO SEGUNDO

PRIMERA HIJA DE CAPEY

SEGUNDA HIJA DE CAPEY

EL NIÑO BLANCO

ÁRBOL PRIMERO

ÁRBOL SEGUNDO

ÁRBOL TERCERO

EL PÁJARO DE LA SELVA

CUADRO PRIMERO. La Casa del Niño

Antes de subir el telón sale del interior el Niño Blanco y dice:

NIÑO BLANCO.- ¡Capey! ¡No han visto a Capey! ¡Hay que esconderse! ¡Se roba a los niños y los lleva a su guarida! ¡Hay que esconderse! ¡De día corre los caminos fijándose en los niños! ¡De noche los ciega con su luz y se los lleva a la montaña! ¡Capey! ¡Hay que esconderse! (Baja al público y se esconde entre los espectadores).

(Se descorre el telón y aparece el dormitorio del niño. Éste duerme en su cuna y la madre lo arrulla con tierna voz).

MADRE.- (Cantando)

Arrunango,

niño mío…

Arrunango,

corazón.

Arrunango,

Vida mía.

Arrunango…

Termina de cantar. Arropa cuidadosamente al niño y sale de puntilla. Hay gran silencio. De pronto, por la ventana entreabierta, se apoya una viva claridad y en el marco de la misma surge la figura de Capey, que despide intensa luz. Se acerca sigiloso a la cuna del niño, se inclina sobre él, sin despertarlo, y lo toma en sus brazos. Luego, sigiloso, se dirige hacia la ventana. El niño despierta y grita:

NIÑO.- ¡Mamá! ¡Mamá!

Pero es tarde: Capey ha ganado la ventana y sale por ella con el niño en brazos. La Madre entra, atendiendo las voces del niño, ve el resplandor de la ventana, con marcada extrañeza, y se acerca a la cuna. Al hallarla vacía corre angustiada a la ventana.

MADRE.- (Gritando) ¡Hijo! ¡Hijo! (Rompe a llorar desesperada)¡Capey! ¡Ha sido Capey! (Cae de rodillas en el suelo).

PADRE.- (Entrando, con los dos hermanos) ¿Qué sucede?

MADRE.- ¡Capey! ¡Nos ha robado el niño! ¡Capey! ¡He visto su luz clara en la ventana!

PADRE.- ¡Hay que seguirlo! (Resuelto)

MADRE.- ¡Sería inútil!… Su luz te cegaría y quedarías en el camino como un árbol.

PADRE.- ¡Has debido cerrar la ventana!

MADRE.- La noche quemaba; habría muerto el niño.

PADRE.- Y ahora, ¿qué hacer?

MADRE.- (Llorando) ¡Capey! ¡Capey!

HERMANOS.- ¿Qué hacer…?

NIÑO BLANCO.- (Desde el público) ¡Yo sé lo que hay que hacer!

PADRE.- ¿Quién habla?

NIÑO BLANCO.- Soy yo: el Niño Blanco.

PADRE.- ¿Y dices que sabes lo que hay que hacer?

NIÑO BLANCO.- ¡Sí!

PADRE.- Pues sube acá.

El Niño Blanco sube al escenario y dice:

NIÑO BLANCO.- ¡Capey! ¡Ha sido Capey! ¡Lo he visto desde allí; entró por la ventana y se llevó al niño en sus brazos!

PADRE.- ¿Y qué podemos hacer contra Capey?

NIÑO BLANCO.- Muy fácil: yo conozco al Piache, él sabrá encontrar a Capey y nos devolverá al niño sano y salvo.

PADRE.- Pues ve a buscarlo; te aguardamos.

Sale el Niño Blanco. Pausa. El Padre se arrodilla junto a la cuna y toma su cabeza entre las manos. Vuelve el Niño Blanco con el Piache, que viste un traje primitivo y lleva en sus manos una macana.

TODOS.- ¡Piache! ¡Piache! (De rodillas)

PIACHE.- Paz, hijos míos. Contad lo que os pasa.

MADRE.- (Avanzando) ¡El niño…!

PADRE.- (Concluyendo) ¡Capey nos ha robado el niño!

NIÑO BLANCO.- Ha entrado por la ventana con su luz y se ha llevado el niño en brazos.

PIACHE.- (Alzando sus brazos) ¡Capey ha huido a la montaña! ¡Capey roba a los niños y se los lleva a su choza! ¡Capey será castigado!

TODOS.- ¡Piache! ¡Piache! (Caen de nuevo de rodillas)

PIACHE.- De pié, hijos míos. Hay que subir a la montaña. El Niño Blanco, me acompañará. Ustedes, esperan aquí. En el camino los árboles amigos seguirán nuestros pasos. Aguarden; ellos traerán al niño perdido de sus brazos. ¡Que el Señor de todos los creyentes quede con ustedes en mi ausencia! (Levanta su mano, suspendiendo el dedo índice y el medio, y sale suavemente seguido del Niño Blanco).

Telón lento.

INTERMEDIO.

El Coro canta a media voz.

CORO.-

Capey se roba al niño,

lo lleva a la montaña,

lo guarda en su cabaña,

Capey lo dormirá.

Sigamos el camino

que lleva a su choza,

sus múcuras de loza

el Piache romperá.

Los árboles amigos

sus sombras prestarán,

al niño de la mano

a casa volverán.

CUADRO SEGUNDO. La Casa de Capey

La montaña. Un paisaje árido. Cardos y espinos. A la izquierda, la choza de Capey con su techo de palmas. Vasijas y redes por el suelo. Una escala de cuerda en un rincón. Sobre una estera, duerme el niño. Capey habla con sus dos hijas.

CAPEY.- No estamos seguros. El piache acecha. El piache sabe todo.

HIJA 1.- Podremos esperar hasta mañana.

HIJA 2.- Tendremos tiempo.

CAPEY.- No, el piache acecha. El piache vendrá pronto.

HIJA 1.- ¿Y qué haremos cuando venga?

CAPEY.- Un saludo de respeto.

HIJA 2.- ¿Y le entregaremos al niño?

CAPEY.- No; el niño es bello. El niño hay que guardarlo con nosotros.

HIJA 1.- ¡Pero es difícil engañarlo!

CAPEY.- Sí, hija mía, pero su astucia tiene límites. Sabremos esconderlo.

HIJA 1.- ¿Cómo, padre?

CAPEY.- Muy fácil. ¿Veis aquellas dos vasijas?

HIJAS.-Sí.

CAPEY.- Esconderemos al niño debajo. Son las ollas de cocer el alimento; el piache no sospechará nunca que el niño esté debajo.

HIJA 1.- Está bien, padre.

CAPEY.- Ayúdenme entonces a esconderlo. No hay tiempo que perder. El sol avanza y el piache no tardará llegar.

Capey toma al niño en sus brazos y lo coloca en el suelo. Las dos hermanas alzan la olla pequeña y tapan con ella al niño. Capey contempla su obra.

CAPEY.- ¡Bien! Y ahora a mí, cuando llegue el piache le diréis que he salido; sabría leer en mi semblante la mentira. ¡Colocadme la olla grande! (Las hijas lo obedecen. Capey asomando la cabeza antes de ocultarse definitivamente). ¡Y no digáis a nadie dónde estoy yo ni el niño!

HIJA 1.- ¡Descuidaos, padre! (Pausa) ¡Y ahora corramos a nuestra casa y cerremos la puerta! ¡Me da mucho miedo ver al piache!

HIJA 2.- ¡Y a mí…! (Entran en la casa y atrancan la puerta)

(Pausa. Por la derecha, sigiloso, entra el Piache con el Niño Blanco, seguido de los árboles amigos que se sitúan al fondo)

PIACHE.- Esta es la casa. Capey duerme. Será fácil sorprenderlo.

ÁRBOL 1.- No está en la casa.

ÁRBOL 2.- El ceibo nos lo ha dicho en el camino.

PIACHE.- Lo sé hermanos. Pero duerme. Su luz no se ve por ninguna parte.

NIÑO BLANCO.- Toquemos a su puerta.

ÁRBOL 1.- ¡Chisss! ¡Cuidado!

ÁRBOL 3.- ¡Podría escaparse!

PIACHE.- No hay temor. Venceremos sus crudas artes. (Se acerca a la puerta de la choza y la golpea con su macana. Silencio).

NIÑO BLANCO.- ¡Nadie!

El Piache golpea nuevamente la puerta y una tercera vez. La puerta se abre y salen afuera las dos hijas.

PIACHE.- ¿Dónde está vuestro padre? (Las hijas callan) ¡Hablad!(Las hijas callan) ¡Hablad! (Amenazándolas) ¡Está bien! ¡Pero lo sabré en seguida! (Al Público) ¿Dónde está Capey?

PÚBLICO.- ¡Allí, debajo de la olla!

ÁRBOL 1.- (Burlón. Riendo) ¡Mírale las orejas!

ÁRBOL 2.- ¡Y el rabito!

ÁRBOL 3.- ¡Fuera el bribón!

TODOS.- ¡Afuera!

El Piache se acerca a la olla grande y la rompe con su macana. Capey se endereza, librándose de los tiestos rotos, y queda de pie, cabizbajo, ante el Piache.

PIACHE.- (Amenazando a Capey con su macana) ¿Dónde está el niño? ¡Habla! (Capey calla) ¿Es poca tu infamia? ¿Quieres añadir tu silencio y esconder por más tiempo lo que no es tuyo? (Capey calla. El Piache lo amenaza de nuevo con energía) ¡Habla! (Capey calla) ¡Está bien! Sabré encontrar lo que me escondes. (Al Público)¿Dónde está el niño?

El Público responde y el Piache rompe la olla pequeña.

NIÑO BLANCO.- ¡El niño!

PIACHE.- (Levantando al niño con cuidado y entregándoselos a los árboles). Tomadlo. Está dormido. Llevadlo en vuestros brazos y entregadlo a sus padres. No le hagáis hacer camino; se romperían sus piececitos.

ÁRBOL 1.- ¡Es menudo como una almendra dulce!

ÁRBOL 2.- ¡Es liviano como la flor del ceibo!

(Salen Árbol 1 y 2).

PIACHE.- (Volviéndose a Capey) En cuanto a ti, Capey, aléjate de aquí. No quiero verte más ni a ti ni a tus dos hijas. Has manchado con el pecado la tierra hospitalaria y no eres digno de vivir más en ella.(Capey escucha cabizbajo) ¡Que no vuelvan mis ojos a hallarse con los tuyos! ¡Vamos niño! (Toma al Niño Blanco de la mano y sale con reposo y dignidad).

CAPEY.- (Después de un silencio. Sentándose en una piedra del camino) Hijas mías: es doloroso dejar la tierra, nada es comparable al bienestar que nos proporciona. Pero lo habéis oído: el piache me arroja de ella. De nada valdría el arrepentimiento del pecado; cuando el piache habla, hay que obedecerle.

HIJA 1.- Y ¿a dónde iremos?

HIJA 2.- Todos los caminos nos llevan a la tierra.

CAPEY.- Sí, hijas mías. Sólo una idea se me ocurre: recurrir a las artes mágicas que he heredado de mis padres y convertirme en animal.

HIJA 1.- ¿Y qué animal serás?

HIJA 2.- ¡Conviértete en Chigüire!

CAPEY.- (Meneando la cabeza) No, Chigüire será comido.

HIJA 1.- Conviértete en Danta.

CAPEY.- (Negando) No, Danta será comida por los indios.

HIJA 2.- Entonces, transfórmate en Báquira.

CAPEY.- No, Báquira y todos los animales de pelo serán comidos.

HIJA 1.- Tendrás entonces que tomar la forma de un pájaro. ¡Vuélvete un Paují!

CAPEY.- No, Paují será comido.

HIJA 2.- Transfórmate en Camata, entonces.

CAPEY.- No, Camata y todos los pájaros, lo mismo que los peces, serán comidos. Es mejor que me marche de la tierra, como dijo el piache. Me voy al cielo. En el cielo se está uno más tranquilo. Desde allí alumbraré las noches de mis hermanos los hombres. He pecado, es verdad, pero ha sido la belleza que me ha inducido a ello. ¡Vayámonos al cielo!

HIJA 1.- ¿Pero cómo subiremos? ¡Está lejos el cielo y el camino es muy largo!

CAPEY.- Todo puede resolverse con un poco de ingenio.(Acercándose a un rincón y tomando un bejuco de cadena)¿Veis este bejuco? Anudaremos su extremo y por él subiremos al cielo.

HIJA 2.- Y ¿cómo podríamos sujetarlo? ¡Volvería a caer aunque lo lanzáramos muy lejos!

CAPEY.- Es fácil, hijas mías. Siempre es fácil encontrar un amigo quien nos tienda la mano. (Silbando) ¡Pajarito de la selva! ¡Hermano! ¡Ven aquí! ¡Es Capey quien te llama!

(Por el aire, entra un pajarito multicolor)

PAJARITO.- ¿Qué quieres, hermano?

CAPEY.- Contéstame, ¿te he hecho daño alguna vez?

PAJARITO.- Nunca, hermano.

CAPEY.- Estoy en un apuro. ¿Podrías servirme?

PAJARITO.- Siempre y cuando pueda, Capey.

CAPEY.- Quiero fijar este bejuco en el cielo; quiero subir por él. El piache me arroja de la tierra y quiero ir al cielo a alumbrar desde allí a mis hermanos los hombres.

PAJARITO.- Está bien. Podré servirte. Haré un vuelo alto. Coloca el bejuco en mi pico y yo lo llevaré hasta el mismo cielo. (Capey lo hace)

El Pajarito se aleja con el bejuco en el pico por lo alto. Capey se agarra firmemente al extremo del bejuco y empieza a elevarse gradualmente.

CAPEY.- (A sus hijas) ¡Seguidme, hijas mías! Yo subiré hasta lo alto y desde allí alumbraré las noches de los hombres. Vosotras iréis más lejos; seréis dos nuevas estrellas que adornarán el cielo con su belleza. ¡Arriba, hijas mías, arriba…! (Se pierde en lo alto y las dos hijas tienden sus manos tratando de alcanzarlo. El telón cae lentamente).

Aparece de nuevo el Niño Blanco y dice a telón corrido:

NIÑO BLANCO.- Y fue así como Capey, que era un hombre como nosotros, subió a los cielos a alumbrar las noches con su luz clara y suave. Hoy lo llaman La Luna y reina en el espacio acompañado de sus dos hijas Las Estrellas. (Se oculta).

Fin.

Sobre el autor

*Fuente: https://tintateatrobibliotecavirtual.blogspot.com. Foto: Koch-Grunberg, 1911

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