Pedro Pablo Pereira
Alma del poeta
En las noches busco las palabras escritas por niños sobre el firmamento
cuyo mensaje manifiesta el origen de la existencia
pero yo no lo entiendo
porque no soy poeta.
Poeta es el que entiende el sutil lenguaje de la gota de rocío
habla con las hierbas del barranco
escucha el germinar de la semilla en el vientre de la tierra
acompaña a los pájaros matutinos
escribe cada sílaba que pronuncian las rocas
cuando el sol baña sus rostros milenarios
y llena de amor trascendental al universo.
Su vida es el verso plasmado en la talla
la arcilla,
el lienzo y en la nota musical.
Es tan pobre que el mundo es todo suyo.
Su sueño es un delirio dando vida a lo irreal
Yo no soy poeta
porque aún no entiendo el lenguaje de los grillos
el saludo de la pequeña florecita que crece a la orilla del camino
la oración del manantial que susurra entre las piedras
el grito del primer rayo de sol
que se cuelga a mis espaldas.
Los poetas son locos.
Locos porque hablan el lenguaje de la vida
han escapado hacia la plena libertad.
Y yo, aún no estoy loco
por eso no soy poeta.
Amor pequeñito
Imagínate que tu corazón y el mío es uno solo
tan pequeñito que el mundo cabe en él.
Imagínate que amamos a todos los seres humanos
a todas las plantas
a todas las aves
a todos los animales
a todas las aguas…
Imagínate que el Universo está dentro de ti y dentro de mí.
¡Qué felices serían ellos si nosotros los amáramos!
Retoño
Tu corazón morirá junto al mío cuando el sol
esté lamiendo la mejilla del último cerro.
Tu amor, como el mío, se extinguirá como la ola
que sin vida, se arrastra en las arenas.
Mi voz se apagará como una pavesa a medianoche.
Sobre los escombros de dos vidas, saldrá un retoño vigoroso
prolongando nuestras vidas: el amor.
Mar
Las huellas que ella dejó sobre la arena
tú las borraste con tus besos.
Donde su cuerpo bronceado tomó el sol de la tarde
tú pusiste tu espuma bailarina.
Dime ¿a qué playa llevaste su barca esa mañana
cuando la aurora apenas sonreía?
La isla sigue solitaria como yo
el adiós de las palmeras es para siempre.
Si la ves dile que aún la espero.
Enamorado
Allá, al final del empedrado, detrás de esa puerta añeja
vive la muchacha del cántaro gris
la de los ojos de esmeralda.
Su sonrisa cotidiana alegra los rostros taciturnos.
Muy de mañana la veo caminar hasta la pila por el agua
y en las tardes, mientras se lava, susurra una canción.
Y el pueblo se retrata en su mirada tras la ventana
¿se habrá dado cuenta que mis ojos la persiguen desde lejos?
cuando la encuentre, le pediré agua de su cántaro.
Noche
Tú tienes estrellas titilantes
y una luna juguetona como chiquilla loca.
Yo, en cambio, no tengo ni siquiera el parpadear de una luciérnaga.
Tú tienes el canto de los sapos, la soledad del búho
la sutileza de las aves de rapiña.
Yo, sólo tengo el llanto de mi alma.
Tus fantasmas son ángeles portadores de mensajes,
los míos son demonios burlones y severos.
Mi amada
Es aquella
a quien el mar lame día y noche en un romance eterno
es la tibia playa de las costas
con su cuerpo desnudo y virginal
es la luna cargada de vigilias y misterios
es el agua que escurre entre el cascajo
es la tierra recién el sol la besa
es la lluvia que me empapa por las tardes
es la noche sombría y silenciosa
es la alborada de cada amanecer
Campo
Mi corazón era como el tuyo
lleno de canciones y amaneceres coloridos.
Mi alma, como la tuya, destilaba vida en sus noches de chubascos.
Sus caminos se alargaban aún más, y los míos se acortaban.
Mi vida, inquieta, se cubría de aves bullangueras
ellas, después de alzar sus vuelos, nunca más volvieron.
Mi corazón era un pájaro inquieto, picoteando los capullos.
Ahora me quedo a escuchar tu atardecer silencioso
que llega con sus rizos de oro sobre tus desnudos cerros.
Regresaré
Cuando yo regrese —porque regresaré—
jugaremos nuevamente con las gotas de la lluvia
con las arenas de las playas
con la brisa vespertina y jamás me marcharé
me quedaré contigo y te cantaré nuevas canciones.
Ahora, déjame partir.
Yo soy el poema
Yo soy el poema que nació en el surco
donde el campesino sembró la semilla.
Yo soy el poema de infinitos versos
escritos con letras que se hicieron vida.
Yo soy el poema con rimas diversas
unas de tristeza otras de alegría.
Lágrimas cortantes y risas de gozo
que un cantor recita de noche y de día.
Yo soy el poema.
