Alberto Hernández
Poética del pezón izquierdo
Subir a la cima con la boca abierta,
Describir cada pliegue, la redoma del seno.
El pezón izquierdo es el más delicado.
Cubre el corazón con sus latidos
Y alcanza la redondez de alguna madrugada.
Leer un poema desde un pezón izquierdo
Condiciona el evento de acercarse:
Desde ese ojo de punta revelada
Un verbo desligado de su párpado ardiente.
Si alguien habla desde la aureola
Podrá concebir que ha escalado la montaña más alta.
El pezón izquierdo nos despoja del alma.
Poética del pezón derecho
Liberado de alguna responsabilidad carnal
El pezón cruza el pecho de quien se cree siniestro.
Una teta silábica y lingual:
El pezón derecho también sabe de pálpitos y viajes:
Mientras el otro sufre las contingencias ventriculares,
El derecho se ufana de su sanidad cardíaca.
El pezón que se dice en el texto
No sufre soledades
Espera su momento.
Mientras tanto, hace colchón de un rostro
Y delira.
Rotación
Cambiamos de piel
giramos con el cuerpo y nos vaciamos:
hoy te tocaré para traerte
vagaré con tus poros
con los pliegues donde abunda el sobresalto
Somos la piel que nos sobra en el sueño.
Cuerpo y alma
No sé cuánto cuerpo llevas en el alma:
Sólo sé que abres parte de tu piel y entro.
Sólo sé que estoy allí, sembrado,
Listo para volver airoso a romper tu sueño
Y retornar a tus grupas.
Los poemas de amor
Loa poemas de amor deberían andar desnudos.
Los poemas de amor deberían morderse entre ellos.
Un poema de amor es un cuerpo herido
Un trozo de emergencia.
Un poema de amor disloca la alegría
Y es el preámbulo de todos los tropiezos.
Los poemas de amor se descalzan y corren tras la locura.
A veces la cursilería los abruma
La mayoría delas veces la cursilería los abruma y los destroza.
No hay como un cuerpo desnudo
Para hacerle frente a un poema de amor.
Poética del vientre
El ombligo teoriza el instante del ahogo.
Su mirada es ciega
Pero su constancia es luminosa.
Te toco
Te toco para empezar a vivir:
debajo de tus gritos
del sudor que ahoga el universo
del juego
y sus revelaciones alevosas
debajo del tiempo que te ocupa
el envoltorio de la angustia
el barro
el tejido de escombros
el cuerpo en el ocaso
