Nació en 1908 y murió en 1993, en San Sebastián de los Reyes. Poeta, periodista y educador. Fundó el periódico Crisol. Colaboró en la redacción de La Caridad en San Sebastián, en El Quijote de Villa de Cura, en La voz de Aragua de San Casimiro, Ecos del Tuy de Ocumare y Fantoches de Caracas.
Este reconocido escritor publicó Nocturna, 1940; Rescoldo, 1944; Aquella Aldea, 1962 y Aires de la Vida, 1966. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Entre sus publicaciones se encuentra Gramática del Discurso Poético; Obra poética, de la Colección Medio Siglo de la Contraloría General de la República, Serie Letra Viva. Fundó la escuela Pedro Aldao de San Sebastián de los Reyes en el año 1936, en la que fue director hasta 1960. Ramón Utrera destacó como un escritor conocedor de la solidaridad expresiva del idioma castellano; consolidó una forma de la modernidad de la poesía venezolana convirtiéndose en uno de los poetas más sólidos de habla hispana. Sus obras van más allá de la tradición lírica del paisaje que utilizaron sus predecesores.
Una de las antologías poéticas más conocidas entre sus creaciones es La otra claridad. Desde su niñez se dedicó por atender las necesidades intelectuales de otras personas, instalando una cátedra particular para jóvenes que no habían logrado superar los estudios primarios, por lo que inicia la promoción de variadas actividades como la lectura circulante, el teatro, los estudios de música, la alfabetización y la fotografía. Miguel Utrera dejó un gran legado en la comunidad, una huella perenne en el campo de la pedagogía, la didáctica, el arte y la cultura.
Ha vivido siempre en un retiro perenne en los valles de Aragua. Es uno de los poetas de mayores recursos y más fresca inspiración dentro de la lírica venezolana. Una suave nota infantil de la más clara estirpe castellana anima muchos de sus poemas. En su madurez, su poesía se nutre de temas nativos. Sus campiñas, abandonadas, ubérrimas, castigadas por el sol; las cigarras, el riachuelo, el humo de las chozas, constituyen el mundo poético de Miguel Ramón Utrera. Pero su nativismo se aparta de la fácil metáfora, de la añoranza popular. Utrera es el más fino intérprete de la naturaleza aragüeña.
Pedro Díaz Seijas