literatura venezolana

de hoy y de siempre

Bajo infinito (selección)

Ene 4, 2024

Claudia Noguera Penso

No tengo memoria
para lo de ayer
hay que cerrar la puerta
sellar la abertura
esconder la llave
no hay espacio en estas sillas
para que se ponga cómoda
y sus palabras retumben
secas doliendo
sólo abro la puerta del patio
por donde entra la brisa
que me limpia
me aclara la mirada.
Por la ventana, sólo la montaña
que conozco y protege
te veo allá a lo lejos
hurgando el espacio
más pequeño y sagrado
en la sombra que da el sol.

Yo elegí quedarme en la misma casa.

Y enterrar la llave

***

Ya en mis puertas
no se dice ausencia
en esta casa no cabe más la palabra inventada
el futuro en dos manos
el silencio que no se acaba nunca
en mi casa no entra nadie que no tenga tu nombre
se derrumban las estaciones,
un otoño por caer
un invierno solitario y calmado
una primavera ávida
desesperada por salir.
Sólo el verano tibio llega para cubrirme cómodo
como es, como debe ser.
Sólo abro la puerta para esperarte.

Te veo siguiendo la orilla
leyendo tus manos
como único mapa posible para encontrarme.

***

Yo te busco desgastándome
y espero que la línea del paisaje
se haga una sola.
Yo me siento a esperarte
con la certeza de que llegarás
por destino, por deseo.

Te encierro en mis palabras
las que repito cada día
las cotidianas
para que las escuches a lo lejos
cualquier lejos.

Y nunca te pierdas.

***

la daga precisa húndela y que afincada duela amor
Eleonora Requena

Dime en dónde estoy
en dónde me encuentro
en cuál paisaje, en qué tajo de la aridez
en qué parte de la casa se esparcen los recuerdos.
Dime cuál de las sillas es la que se tambalea
la que se quiebra con el peso de la nada
cuál es la rama que cae para siempre
la que muere.
Dime qué es lo que no recuerdas, la palabra,
el gesto, el abrazo, la mano extendida.
Cuál corazón fue el que se extravió en la memoria
en cuál, en la mía, en la de todos.
Dame un sonido que se quede aquí atrapado
así sea entre las sombras.
Dame una palabra
una sola.
La que pueda retener
y anudar siempre en lo irreparable.

***

A Evelyn Penso Ríos

(I)
Hay un cuerpo
allá a lo lejos que enflaquece
que se vuelve línea
que se seca en la tierra.
Hay una mirada que sigue intacta
perdida en los años
tratando de atrapar
un destello de lo que es.
De lo que sería hoy
pero es brisa,

pájaro que emigra.

***

(II)
Si vuelvo a mis orígenes
¿me escucharás?
En esa casa de pasillos largos
los perros en el patio
mis hermanos cerca
la mesa del comedor dispuesta a unirnos,
mi destino indefnible
las palabras cotidianas que no reconozco
perdidas no sé dónde,
extraviadas.

Enterradas en el peso atroz de mi memoria.

***

No conozco paisajes,
ni árboles, ni fores
reconozco el olor
de la lluvia,
eso si
cuando cae.

Y me sorprendes.

***

Réquiem I

Hay mucho de melancolía en los recuerdos
mucho fui, era, estuve
¿en dónde?
ahora después de tantos días
los recuerdos se quedan escondidos
en un recodo, en esa esquina,
la que recibe los desechos y el polvo.
Y mi sueño sólo sabe disiparse como que huyera
feroz y contento
a ese espacio en donde es tan fácil el olvido.

***

Réquiem II

Hay mucho de nostalgia en la memoria
mucho empeño por la oscuridad
demasiado dolor por los instantes
buenos o malos.
Insistimos tanto como los años
hurgamos sin compasión y sin cuidado.

Para sentirnos de nuevo el corazón.

***

Réquiem III

Hay mucho de horror en el olvido
en esa insistencia
de protegernos la piel
por vaciarnos y volvernos a llenar
con lo feliz que fuimos algún día.
Ese recuerdo vago
condenado a no volver
porque pena en el desacierto.

Porqué erró el blanco.

Cuál blanco.

***

Réquiem IV

Hay mucho de puño cerrado
en lo que nos hemos convertido
en la boca del estómago, sobre los intestinos
demasiado golpe invisible.
Incoloro, que ya no duele.
Mucho deseo de atraer a los fantasmas,
con sus manos dispuestas a la pelea.
Hay mucho de nosotros dispuestos a padecer
el aullido del perro
su dolor

antes de morir.

***

Réquiem V

Hay mucho de crueldad en el destino,
de ruleta rusa, trampas entre la maleza
mientras planificas, en la placidez
una vida que nunca tendrás
Hay mucho de ironía en los años que pasan,
que espera paciente
que aflojes los brazos, e inclines la cabeza.

Mucha crueldad para que el mazo espere, se
levante y caiga en el punto justo,
un golpe árido en medio de la frente
que te deja ciego.
Perdido para siempre en la oscuridad.

***

Dame tu cuerpo
como amuleto
ese que llama a la suerte.
Esa fe tan lejana a la mía
que me sostenga
en este hilo que se quiebra.
Esa distancia, ese gusto a intemperie,
de estar solo, muy solo.
Déjame ese sabor para que te sienta
cuando tenga sed,
y camine en cualquier desierto.
Dame lo que puedas:
los extremos, la sombra, la página en blanco
los desechos, el amparo
el ardor y cualquier silencio.

Sobre la autora

Deja una respuesta