literatura venezolana

de hoy y de siempre

Aproximación a la ensayística de Uslar Pietri

Jun 11, 2025

Efraín Subero

INTRODUCCIÓN ESTRICTA

La obra de Arturo Uslar Pietri es diversificada y oceánica. Abarca todos los géneros literarios tradicionales. Comienza, como es natural en todo escritor de su tipo, con las primeras instancias escolásticas, pero pronto se afirma hasta convertirse en una de las más vastas y representativas de las letras hispánicas. Uslar se inicia en 1924, precisamente como ensayista, con Todo es subjetividad, que constituye la tesis con la cual opta al título de Bachiller en Filosofía y Letras. Tenía 18 años.

Su evolución es rápida. En 1928 publica su primer libro de cuentos, que incluye por lo menos tres títulos que van a ser definitivos en relación a su obra posterior: Barrabás, que le da título al volumen, La voz y La tarde en el campo. Un año después —1929— vuelve al ensayo. Esta vez: El principio de la no imposición de la nacionalidad y la nacionalidad de origen, tesis de grado como Doctor en Ciencias Políticas. Tenía 23 años.

Apenas dos años después —1931— con Las lanzas coloradas, su primera novela, ocupa un lugar permanente en la historia de la literatura latinoamericana. De manera que si no hubiera publicado sino ese título, le hubiera bastado para alcanzar la gloria literaria En ese caso su nombre se juntaría a los grandes escritores de un solo libro famoso. En los del lado de acá: Jorge Isaacs, José Hernández, Ricardo Güiraldes, Jorge Icaza, su gran amigo Miguel Ángel Asturias, entre muchos otros.

LOS PRIMEROS LIBROS DE ENSAYOS

Una simple ojeada a los primeros libros de ensayos (Las visiones del camino, 1945; Letras y hombres de Venezuela, 1948; De una a otra Venezuela, 1949; Las nubes, 1951; Apuntes para retratos, 1952; Tierra venezolana, 1953) evidencia no sólo su diversidad sino la consolidación de su estilo. Junto con ello las características que lo distinguirán en una extensa trayectoria de más de medio siglo: corrección, coherencia, elegancia, economía de elementos, claridad.

El primero de ellos. Las visiones del camino, aunque publicado en 1945 incluye páginas hasta de 1931 Se trata de un libro vivencia!. Son páginas escritas en el momento mismo de experimentar la emoción del viajero por extraños o entrañables países. Pues Uslar en contacto con los paisajes de aquí o de más allá, observa, siente, se estremece. Primero se comunica con la Naturaleza, la transmuta, y después se comunica con el lector.

La pasión de los viajes extrovertida luego en hermosos libros de viajes, lo acompañará siempre. Octogenario, quiere volver a Europa Sudamérica. Para Uslar viajar es disfrutar, pero más que todo comprender y aprender. Y su sensibilidad, esponja viva, se impregna igual frente a un paisaje del Mediterráneo que frente a un paisaje venezolano; aunque en los nuestros, como es natural, palpite un reprimido sentimiento patriótico.

Vean cómo nos despliega su capa de viajero en Tierra venezolana (1953):

Viene uno de la ciudad, cada día más distinta y más de piedra, y al tomar el camino siente que ha entrado como a enfrentarse con la esfinge del destino o con las oscuras madres que nos han deparado los dones y los deberes de la vida. Se sienta uno en la silla que tan generosamente le brindan, sin que le pregunten por qué ha tardado tanto o por qué va tan de prisa. Somos como los hermanos olvidadizos que nos marchamos en busca de más fácil disfrutar, que no estuvimos presentes para la faena ni para el dolor y que venimos sólo para la fiesta pasajera.
Y lo que tienen que decirnos, tan sin reproches, no nos lo dicen con exigentes palabras, sino con abrirnos su vivir, con darnos en exceso de sus cosas, con presentarnos su música, sus canciones, sus bailes, y la mesa servida con los frutos de la tierra propia. Pero allí está dicho con inmensa elocuencia todo lo que las palabras no alcanzarían a expresar. Todo el reclamo generoso de entregarnos al destino de la ancha tierra y de poner la mano en la tarea que es de todos y que ellos cumplen en tanta soledad.

Esta sana costumbre de abrir personalmente la puerta de sus libros la va a mantener como una constante en el después. Veamos cómo lo hace en éste ahora.

Este pequeño libro no pretende sino allegar algunos materiales venezolanos para la empresa de esa concepción de lo hispanoamericano (una concepción integral). Apenas se asoma tan honda perspectiva, pero al menos presenta algunos de los rasgos de lo que podríamos llamar el tono venezolano dentro de lo general hispanoamericano. Cómo Venezuela se ha expresado en sus letras, que es, después de todo, como la han revelado sus espíritus mayores. Los caracteres que hacen de ella una nación se han ido afirmando en expresiones literarias y humanas que reflejan poderosamente un carácter propio.
Basta apenas considerar su rica producción de novelas y cuentos de los últimos años para sentir que al través de ella hay ya, no sólo un tono común sino un sentido de la individualidad colectiva. La novela y el cuento venezolanos, más allá de lo que individualmente valga cada autor, son el reflejo y la confesión de una manera de ser, de obrar, de entender la vida y de realizar el destino, que es el manadero de la existencia histórica de un pueblo.
Esa literatura narrativa no es sino la expresión más reciente y resonante en que se refleja, incompletamente como en todo espejo, la fisonomía de esa personalidad colectiva. Los rasgos de esa fisonomía no han brotado de pronto, sino que han venido revelándose en hechos y en palabras, en cl arduo y atormentado proceso de la historia nacional.
(Letras y hombres de Venezuela, 1948).

LOS GRANDES NÚCLEOS TEMÁTICOS

Sólo un comprensible afán didáctico nos lleva a intentar una sistematización de la vasta temática que aborda Uslar en sus numerosos ensayos.

Mas bien proponemos grandes temas de meditación y estudio. La cultura pendular del autor no se queda mucho tiempo en un asunto determinado. Va con el tiempo y simultáneamente escapa a él y adquiere un valor de permanencia. Impresiona que en una obra ensayística tan vasta y prolongada no haya concesión visible ni a lo periodístico ni a lo circunstancial.

Digamos que Uslar toma la esencia de la circunstancia, como motivación. Luego la desarrolla y la hace intemporal.

Si el estudioso se ocupa de cotejar las versiones iniciales de sus trabajos, publicados en revistas y periódicos, advertirá que cuando más el escritor les modifica el título; pero el contenido se mantiene idéntico. De manera que fueron concebidos de una vez pensando en el universo cerrado del libro.
Así sucedió con De una a otra Venezuela, volumen éste de particular éxito. Así sucedió igualmente con Pizarrón (1955), sin duda alguna uno de los títulos en los que fluye con mayor dramatismo su angustia venezolana.

En este aparte, aun sin la menor intención de ser exhaustivos, enumeramos las individualidades a las que Uslar ha dedicado ensayos específicos. Obviando sugestivos análisis, la simple enumeración indica la riqueza de sus conocimientos y la amplia gama de su cultura. De ellas, por razones editoriales, este volumen sólo incluye la figura del Libertador que ha estudiado reiteradamente. Piénsese sólo en las grandes piezas oratorias en ocasiones conmemorativas, recogidas algunas de ellas en el libro Oraciones para despertar, otras están incluidas en Bolivariana.

De los tantos ensayos referentes a individualidades sólo algunos están recogidos en la serie Valores humanos (t. I, 1955; t. II, 1956) de manera que constituyen fascinante venero para el futuro compilador de sus Obras completas.

Insistimos en que a pesar de lo extenso que pueda parecer la muestra, es, no obstante, incompleta. Bueno es decir también que desechamos los nombres mencionados en forma incidental aunque, como acostumbra con frecuencia, no se queda en la simple mención, la complemente con apreciaciones críticas.
Ejemplo al paso. En Medio milenio de Venezuela (1986), volumen que al igual que éste tuvimos la fortuna de compilar, léase el siguiente párrafo en el que se refiere tangencialmente a Juan Vicente González y José Rafael Pocaterra:

«Desde Juan Vicente González, que creía haber visto enterrar al último venezolano, hasta José Rafael Pocaterra, que medía con dolor e indignación aquella centuria que le parecía de barbarie y decadencia, se repite como un redoble de funeral el eco del contraste del presente mezquino y el pasado esplendoroso.»

Un segundo ejemplo:

«Los costumbristas se esforzaron en su tiempo por construir, fragmentariamente, una imagen veraz del pueblo venezolano. Los personajes que desfilan por los cuadros de Bolet Peraza, de Sales Pérez, de Jabino, son funcional e irremediablemente criollos, está grabada en ellos una manera de comportarse, un estar, que son reflejo de la época y del medio, y que iluminan con repentina claridad mucho oscuro vericueto de nuestra historia y de nuestra psicología.»

Para ofrecer una información concreta y si se quiere, estadigráfica, del back-ground de Uslar Pietri digamos que en este mismo volumen maneja 834 nombres de personajes históricos, mitológicos y novelescos; 402 nombres de lugares, ciudades y países; 172 títulos; y toca 1.634 temas, lo que totaliza un corpus informativo de 3.042 entradas.

Estos temas no forman estancos. Constituyen reflexiones necesariamente inter-relacionadas como lo es nuestro acontecer. Y aun determinado tema que pudiera parecer monográfico —digamos, Venezuela— en rigor no lo es por cuanto la nación es producto de un complejo proceso social hasta ahora interminable.

Uslar lo advierte y parte del origen remoto —digamos. Los nombres de Venezuela—, describe, narra, informa, analiza la Conquista; se detiene en los rasgos coloniales, los hechos de la Independencia y sus derivaciones, hasta llegar a la época que atestiguamos en la que no atendieron su llamado: SEMBRAR EL PETROLEO, proclamado tan oportunamente el martes 14 de julio de 1936 en un editorial del diario caraqueño Ahora.

Por supuesto que el ideario de Uslar al ser diversificado (más aún si se advierte qué diversificado es también en la literatura de creación dados los diversos géneros que cultiva) no ha sido sistemático. En el mismo año cuando escribe un poema, escribe un cuento, man¬ tiene la regularidad cronológica de sus ensayos que alguien podría considerar artículos (la teoría del ensayo tendría en Uslar fecunda área de estudio), pronuncia un discurso o publica una novela.

Y esto mismo viene a justificar el intento clasificatorio del compilador. Porque en verdad la única manera de estudiar a un escritor tan importante y tan prolífico es detenerse con modestia en una pequeña parcela de saberes.

Es curioso advertir que salvo el crítico Domingo Miliani que lo hizo con el cuento (Arturo Uslar Pietri renovador del cuento venezolano , Caracas, 1969), la crítica venezolana no se ha detenido a estudiar seriamente la obra de uno de sus eximios representantes.

Salvo el libro de Miliani no hay ningún otro sobre su cuentística. Pero tampoco lo hay sobre su novelística ni sobre su ensayística. La tesis inédita ¡de una norteamericana!, Ruth Mary Rogers Daugher Daughersty: Los ensayos de Arturo Uslar Pietri (1971) sigue siendo lo único orgánico que existe.

A pesar de todo tal vez esto mismo pueda constituir una motivación para el estudioso. De un total de 470 trabajos que le habían dedicado hasta 1971 —año cuando finalicé la investigación, salvo uno, todas las demás referencias constituían ensayos y artículos dispersos.

Descendamos de los cerros de Ubeda. La pasión venezolana de Uslar patente en libros de diversos géneros (menciono Barrabás, en cuanto a los cuentos, Las lanzas coloradas, en cuanto a las novelas y en los libros de ensayos reseñados en la Bibliografía que complemente estos decires) no lo hace encerrarse en el ámbito nacional.

Desde temprano comprendió que Venezuela integra una plataforma continental de cultura que era preciso estudiar y defender. Uno de los temas más trascendentes de su ensayística es, precisamente, el de las reflexiones en las que dilucida lo hispanoamericano. Varios libros recogen esta preocupación: La otra América, Fantasmas de dos mundos, Fachas, fechas y fichas; Godos, insurgentes y visionarios… Los títulos de algunos de estos ensayos, prologados y sistematizados por mí en Medio milenio, evidencian la orientación de su inquietud.

Y como consecuencia de la peripecia histórica, el singular fenómeno del mestizaje implicado con el no menos problemático del vasallaje cultural. Uslar considera el mestizaje como un proceso enriquecedor cuyo mejor fruto es nuestra propia nacionalidad. Llega incluso a expresar que «la posibilidad de que la América Latina pueda llegar a ser un Nuevo Mundo reside principalmente en su vocación y en su destino de mestizaje cultural.

En lugar de avergonzarse de su mestizaje — dice con vehemencia— la América Latina debe reconocer en esa peculiar condición la más poderosa base para su originalidad y para el gran papel de síntesis que está llamada a realizar en el futuro in¬ mediato». En cuanto al vasallaje cultural Uslar asume una posición ecléctica, incuestionable:

«Para un escritor o un artista es ciertamente peligroso aislarse del mundo y de lo que, en escala mundial, ocurre en su tiempo, pero no es menos peligroso querer ser un hombre de todos los meridianos y del último minuto internacional.»

«Esta decisión, que está llena de dificultades para el creador individual en el pequeño e integrado mundo en que vivimos, es aún más compleja y grave cuando se la puede adoptar como orientación de la actividad cultural de un país.»

«Fomentar un nacionalismo cerrado podría condenar al atraso, a la ignorancia y al provincianismo. Y hasta, en casos extremos, a la exaltación de la mediocridad y el fomento de falsos valores.»

«Pero también una excesiva actitud cosmopolita puede llevar a la esterilización y a la negación de lo nacional y a crear, fatalmente, una conciencia vasalla y dependiente y un estado de ánimo colectivo de evidente complejo de inferioridad.»

«Algo de esto último está comenzando a ocurrir en Venezuela en los últimos tiempos. Del desdén y el menosprecio estamos pasando a la crasa ignorancia de lo nacional.»

Y, por supuesto, como lógica consecuencia de su labor intelectual, sus consideraciones lingüísticas, sus afanes por preservar de influencias dañinas la lengua que hablamos (Iletrados todos, Cuidado con la pureza, Una lengua para el mundo de hoy, La lengua sucia, Comodines y palabrotas, Conversemos, La riqueza de la lengua) de la mano con los planteamientos específicamente literarios: Los elementos del cuento, La economía del cuento, Lo criollo en la literatura, La muerte de la crítica…

Sus reflexiones artísticas que merecen un libro específico: Tres testimonios del arte hispano-americano, Picasso y su tiempo, Los artistas y América, El arte en la calle… Iguales conceptos pueden suscribirse de su ideario político (La política como juego, Política para inocentes, La obra muerta del Estado, Política y pensamiento, Cultura y política…) aunque, por fortuna, no ha sucedido así con sus reflexiones educacionales, alguna parte de ellas incluidas en Educar para Venezuela o sus reflexiones económicas parte de las cuales están en Sumario de economía venezolana y Venezuela en el petróleo.

Pero Uslar es un humanista, para decirlo con palabras de Luis Beltrán Guerrero, un hombre preocupado «por ver, comprender, amar y saberlo todo». De allí sus lucubraciones sociológicas y filosóficas. Es que Uslar se percata de que en esta hora de crisis «lo que está en juego es el alma misma del hombre. Lo que precisamente tenemos que llamar porque no existe otra palabra, su humanidad (…) Las humanidades no son otra cosa que una inmensa colección de la experiencia humana. El hombre que penetra en ellas se enriquece de toda la mejor experiencia de todos los hombres que lo han precedido en la maravillosa creación colectiva de la civilización.»

«No hay otra disciplina donde recibir la experiencia vivida y expresada en vivo del hombre ante el mundo. No hay otra escuela don¬ de afinar, extender y profundizar la sensibilidad. No hay otro gimnasio donde aprender la ciencia y el arte fundamental de ser hombre. Sabiendo lo que el hombre ha hecho es el único modo de aprender a conocer el hombre.»

«Eso que por tradición llamamos humanidades, no es otra cosa que el conocimiento de conjunto de la humanidad. El testimonio en belleza y pensamiento de cómo los hombres se han ido haciendo hombres».

CONCLUSIONES

Jorge Luis Borges era enemigo de las conclusiones quizás porque ellas nunca son conclusivas. Pero siguen siendo la manera más recomendable de terminar un prólogo. Concluyamos, entonces, con los conceptos emitidos por Ramón Díaz Sánchez:

Dirijamos una mirada, aunque sea someramente, a la múltiple obra de este escritor. Observamos al cuentista, al novelista, al crítico literario, al economista, al sociólogo, al ensayista de las más variadas apetencias y seducciones en los campos del arte: siempre veremos juntos al esteta y al pensador…

Su prosa, cada vez más ceñida, es un alarde de plasticidad y de robustez. Sin sacrificar esa magia profunda de las imágenes que convierten en formas palpables las más sutiles parábolas del pensamiento, el artista se torna más sobrio y preciso; su léxico se enriquece y su poder persuasivo se intensifica por la conjunción de las esencias internas y del brillo del instrumento. Esas mismas cualidades las encontramos en sus trabajos de crítica, de economía, de sociología, en sus páginas líricas sobre nuestra naturaleza y en sus hermosas descripciones de paisajes y ciudades visitadas por él en sus viajes.

Pero no sólo es artista Arturo Uslar Pietri cuando se sienta a escribir; lo es igualmente en su vida ordinaria de ciudadano y en su actividad de factor del progreso social. Ese sonriente equilibrio que distingue su estructura corpórea no es sino el trasunto de una armonía interior en la que predomina la claridad.

Concluyamos con los conceptos de su compañero de generación Miguel Otero Silva:

Hace más de veinte años dije yo una frase que ha sido citada en muchas ocasiones sin decir que fue mía: «Arturo Uslar Pietri es la inteligencia mejor organizada de nuestra generación». Si alguien me preguntara ahora si deseaba rectificar ese concepto, responde¬ ría que a lo que estoy dispuesto es a ampliarlo de este modo: «Arturo Uslar Pietri es la inteligencia mejor organizada y mejor amueblada de todo el siglo XX venezolano».

Porque ahora es cuando puede verse en entera perspectiva la extensión de su obra múltiple y maciza. Novelista, ensayista, dramaturgo, poeta, estadista, pedagogo, divulgador incansable de cultura a través de la televisión y el periodismo, ninguna actividad intelectual le es ajena. Para no tomar sino una de ellas afirmaré que en el cuento, en el difícil género de la narración breve es uno de los más altos valores latinoamericanos de todos los tiempos.

Concluyamos con los conceptos del riguroso, culto y nada complaciente crítico actual José Napoleón Oropeza:

Con una prosa desnuda y esencial, despojada de adornos innecesarios y precisa en su expresión y en la creación de mundos, irrumpe Arturo Uslar Pietri (nacido en 1906) en el escenario de la literatura nacional, hace ya más de cincuenta años. Desde sus primeros cuentos hasta La isla de Robinson, su novela más reciente, el mundo literario de Uslar Pietri ha estado signado por una búsqueda obsesiva, presente tanto en las narraciones breves como en los ensayos y novelas; la explicación de nuestras raíces históricas, la imaginación de nuestra historia nacional a través de la ficción, como si ésta fuera apenas una excusa para explicar nuestro devenir como pueblo.

Afirmó cierta vez el filósofo peruano Francisco Miró Quesada que ser cristiano y ser humanista es la manera más elevada de ser hombre, frase aplicable a Arturo Uslar Pietri que es, entre los venezolanos, el humanista más importante de este siglo.

Uslar ya ha recibido los más grandes homenajes que pueden tributarle las instituciones del país que no han hecho otra cosa que oficializar el sentimiento colectivo. Pero todavía falta el homenaje más fructuoso; el que puede tributarle el país atendiendo el diáfano mensaje de sus libros.

Recordemos su desasosiego en el Congreso de la República, agradeciendo el señero reconocimiento con motivo de sus ochenta años:

«Yo no soy ni he sido nunca pesimista, no es con pesimistas ni tampoco con simuladores como se hace una patria. Mi vieja sensibilidad de venezolano me hace sentir casi físicamente que el país está deseoso de que se le señale un rumbo aunque tenga un precio de sacrificios, que no van a faltar voluntades para tarea tan digna, que hay más soldados dispuestos para el buen combate de fortalecer la democracia, impulsar la economía, hacer efectiva en su pleno sentido la justicia social y abrir caminos al futuro.»

«Para esa empresa de salvación todos tienen que concurrir con su aporte de esfuerzo, de consejo, de trabajo y de sacrificio. Allí estarán todos, los viejos y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los trabaja¬ dores y los empresarios, los de mono azul y los de cuello blanco, los de la pala y los de la computadora, los artistas y los sembradores, los hombres de gabinete y los de taller, porque no hay nadie que no deba y pueda aportar algo, hasta este viejo soldado de la esperanza que se declara presente.»

De todos modos, si la semilla se pierde, doctor Uslar, ya no será por falta de sembrador.

Sobre el autor

*Fragmentos del prólogo a «Cuarenta ensayos» (Monte Ávila, 1985).

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