(Valencia, 1870-Caracas, 1908)
Quizás uno de los más precoces y trágicos entre nuestros poetas. A los doce años ya había fundado su primer periódico. En la labor periodística continuó durante muchos años, como redactor o fundador de publicaciones como El profeta, El eco del pueblo, La opinión de Carabobo, El veinte de febrero. Fue, asimismo, colaborador de El cojo ilustrado. Murió en la cárcel de La Rotunda.
Publicó en vida, aparte de los aparecidos en prensa, sólo un volumen donde se recogen sus poemas: Mis versos (1897). Aunque póstumamente aparecieron otros libros: Sus mejores poesías (1958), Poemas de Víctor Racamonde (1974), Algunos poemas (1978). También aparece en diversas antologías de la poesía venezolana. Se le considera el epígono del romanticismo por excelencia en Venezuela, tanto por su poesía como por su vida bohemia, desordenada y a la vez intensa. De él dice Semprún: “era romántico tanto por la forma de sus poemas como por los afectos en ellos expresados… Comenzó cantando la alegría de vivir (…), el júbilo de amar las gracias de la amada y el exultar gozoso y frenético de la posesión; terminó cantando las tristezas mortales de la soledad, el frío angustioso de los calabozos desiertos”.