literatura venezolana

de hoy y de siempre

Viajeros a Venezuela en los siglos XIX y XX

Mar 12, 2025

Pascual Venegas Filardo

VIAJE DE ANGOSTURA A RIO NEGRO EN 1846

Nuestro país fue visitado por diversos viajeros europeos a mediados del siglo XIX. Mas, pocos eran los que se aventuraban más allá de los llanos, hacia los territorios casi desconocidos extendidos al sur del Orinoco, y sobre todo, hacia las zonas del alto Orinoco y sus afluentes. Fue desde la era cauchera, cuando el látex del caucho selvático cobró especial vigencia en los mercados internacionales con el descubrimiento de la vulcanización y el empleo de los neumáticos para los automotores, cuando sobre todo las sierras dcl Territorio Amazonas alcanzaron visible interés.

Entonces los caucheros iban desde el norte, o llegaban desde el Brasil a través del río Negro. Fue la época en que 1a ciudad brasilera de Manaos se convirtió en una populosa capital y cuando algunas localidades venezolanas como San Fernando de Atabapo, Atures, San Carlos de Río Negro y Santa Rosa de Amanadona, alcanzaron una vida activa que posteriormente, no subsistió para ellas. De esa época tenemos imágenes precisas en los testimonios escritos por diversos autores o por relación de hechos conocidos per la vía oral a transcritos desde las páginas periodísticas.

Pan antes de esa etapa de aparente prosperidad para el Territorio Amazonas, poco conocidas son las características de la vida en esas distantes extensiones de nuestro país, pose a que durante el siglo XVIII estuvieron allí bastante activos los misioneros religiosos, cuando los jesuitas ejercían dominio y a pesar de que desde los comienzos de la historia colonial, los portugueses habían descendido el alto Orinoco, luego de descubrir el Caño Casiquiare.

Todo hace que nos resulte de particular interés el breve libro, que bajo el título de «Viaje por el Orinoco de Angostura a Río Negro”, escribió en forma de diario Eugene Thirion-Montauban, comerciante francés establecido en Ciudad Bolívar, y quien remontó el Orinoco y el Río Negro hasta la frontera con Brasil, luego de dejar atrás San Carlos de Río Negro. Se debe la iniciativa de esta edición, a la señora Josefina Rodríguez de Alonso, agregada cultural de la Embajada de Venezuela en París, de quien es además la versión castellana. Se reproduce en portada de la primera edición, además del título del diario en francés, los textos «Republique de Venezuel-Frontiere du Brasil», donde seguramente el autor quiso testimoniar haber estado en esos remotos parajes que lo eran más aún, en vista de las dificultad de los medios de comunicación para la época en que el los visitó.

El viaje se realizó durante tres meses en el año de 1846, y de acuerdo con la relación  que se hace, y de la que se publican los textos en francés y en español, en edición de la Oficina Central de Información, era en extremo reducida la población que para ese entonces allí residía. Señala  Thirion-Montauban la presencia en varios poblados de una iglesia inconclusa, la cual se supone el edificio más destacado de la respectiva localidad, formado cada uno por una decena de chozas de palmas, integrando comunidades en las cuales se carecía aún de indispensable para la vida.

Sin ser un hombre de ciencia, pero sí un hombre culto que incluso ejecutaba algunos instrumentos musicales, el autor de este diario hace una serie de observaciones a lo largo de su ascenso por el Orinoco, que encierran un evidente valor geográfico. A bordo de una falúa, Eugene Thirion-Montauban y César Dalla Costa, acompañados de un patrón piloto, un marinero y dos hombres de servicio, emprendieron el 12 de febrero de 1846 su  viaje  hasta la frontera con Brasil.

Y día a día, a medida que va narrando sus aventuras, va describiendo el paisaje que avistaba, dándonos una  minuciosa relación de las características de las riberas del Orinoco, detalles sobre la desembocadura en él de sus grandes afluentes, sobre todo los de su margen izquierda, detalles relativos a las playas y ensenadas, la velocidad y características de los rápidos raudales, la presencia de masas rocosas a largo del río que el geógrafo aprovechará para definir en aspectos importantes, el panorama que ofrece nuestro primer río a lo largo de su recorrido desde se confluencia con el Casiquiare.

Un mundo de desolación, de desamparo y de angustiosa inercia es lo que se capta en los territorios recorridos por el viajero. Apenas unos cuantos habitantes, algunas chozas, ausencia de lo más indispensable, incluyendo los alimentos, es lo que surge de la descripción que nos hace de los pueblecitos, la mayoría de los cuales no llega a sino a la categoría de caseríos, diseminados a lo largo del Orinoco y del rio Negro. Atures lo define como un pueblecito de l4 chozas y unos ochenta habitantes. San Fernando de Atabapo solo tenía para entonces 200 habitantes, pese o ser la capital regional. De San Carlos, nos dice que es un pueblo pobre y desolado, casi abandonado.

Son asimismo interesantes las observaciones que hace sobre el cauce de los ríos, la coloración de sus aguas, el color de las arenas, aspectos en los cuales se detuvo Humboldt y que posteriormente han sido, objeto de estudios más detallados. Una serie de fotografías que reproducen ilustraciones a color originales del autor, completan el contenido de este libro, que es documento de gran valor pare lograr la imagen de un vasto territorio del sur de Venezuela a mediados del siglo pasado.

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EXPEDICIÓN ORINOQUENSE DE ERMANNO STRADELLI

Entre los viajeros europeos que en el siglo XIX realizaron expediciones a lo largo del curso del río Orinoco, se contó el Conde Ermanno Stradelli. Este personale italiano, miembro de la Societá Geografica Ialiana, llegó a nuestro país en 1887. Para ese año, visitó Caracas, luego a Trinidad, y desde allí, partió por barco hacia Ciudad Bolívar, donde inició un recorrido por el Orinoco. La relación de ese viaje ha sido traducida al español por la profesora Marisa Vannani de Gerulewicz, jefe de la cátedra de italiano de la Universidad Central de Venezuela, quien nos dice en unas palabras de introducción, que el Conde Ermanno realizó «su recorrido por el río en una piragua, escoltado por naturales y por la única ayuda, como instrumento, de una brújula».

Para la época en que Stradelli llevó a cabo su viaje a lo largo de un trecho del curso del Orinoco, aun se tenía un concepto demasiado vago acerca de las fuentes del río venezolano. Aún había quien pensaba en la existencia del lago Parima, sitio imaginario cuya posible existencia oscilaba ante el mito y la leyenda. Por otra parte, no se conocían las dificultades que habría que vencer para llegar hasta las cabeceras de la gran arteria fluvial siguiendo su cauce, lo cual habría de lograrse muchos años después y con el auxilio de diversos recursos emanados de la técnica moderna. Stradelli, desde Ciudad Bolívar, sólo llegó hasta el Orinoco Medio. Sin embargo, la relación de su viaje está llena de interesantes observaciones, como correspondía  a un viaje al que animaba el espíritu que debía asistir a un miembro de una acreditada institución científica, como era la Sociedad Geográfica Italiana.

La versión en castellano realizada por la profesora Vannani de Gerulewicz, que se publica como edición separada del «Anuario del Instituto de Antropología e Historia», Tomo III, Año 1966, bajo el título de “La expedición del Conde Ermanno Stradelli a las fuentes del Orinoco”, nos ha permitido conocer las incidencias de tal expedición. Se aprecia que Stradelli fue llevando un diario a todo lo largo de su recorrido, el cual luego convierte en relato donde están contenidas las incidencias de un viaje realizado con una evidente voluntad de buen explorador y dondo aporta no pocas observaciones váidas para la descripción histórico geográfica del Orinoco. Las numerosas notas emanadas de la traductora, enriquecen esta obra y testimonian la cuidadosa versión que de ella hizo al castellano.

Stradelli escribe con soltura, y ello le permite hacer vívidas descripciones de los parajes que iban desfilando a su paso. En la parte introductoria de so relación, nos entrega una sucinta pero bastante objetiva descripción de Caracas, y ya en Ciudad Bolíva nos hace  asimismo una acertada descripción de esa ciudad, de la cual dice que por «su posición debía convertirse en una de las ciudades más importante de la República, ya que en ella debería concentrarse todo el comercio de la cuenca del Orinoco y de parte del Alto Río Negro…». Stredelli va haciendo la descripción de cada poblado que fue avisando a las orillas del río y en términos generales anota las siguientes observaciones: «Los pueblos que a menudo se encuentran en la orilla, no son sino los puestos avanzados de aldeas más importantes y pobladas, que están sabana adentro; es la época en la cual las aguas bajas hacen abundante la pesca y fácil la cacería, que se reúne en las orillas para beber, todos los que viven cerca y también los más alejados acuden aquí…».

En verdad, Stradelli recorrió del Orinoco un sector que era diariamente transitado en los derroteros comerciales desde Ciudad Bolívar hasta el Territorio Amazonas, con la circunstancia de que estos derroteros se prolongaban mucho más aún. Ello podría advertirse por los títulos de los capítulos en que divide su relato: III. De la Isla de Trinidad a Atures; IV. De Atures a Maipures; V. El Vichada; VI. De Maipures a Cocuy. Se ve así como la excursión a las cabeceras del Orinoco, se transformó una expedición por algunos de los afluentes de la margen izquierda del río, llegando así al Río Negro, al desviarse hacia el sur.

Concretamente, el objetivo del viajero en la parte final de su misión fue el de dirigirse a Manaos por el Río Negro, hacia donde partió luego de permanecer un mes en Santa Rosa de Amanadona. Al final de su relación, Stradelli ofrece unas breves «anotaciones meteorológicas» tomadas entre el 11 de octubre y el 7 de noviembre de 1887, brindando asimismo al final lo que él titula «Apuntes de idioma tamo o guahibo del río Vichada”. Dentro  del contenido de esta expedición al Orinoco, son valiosos los datos allí consignados con respecto a la vida, el ámbito social, la situación política, la actividad comercial, el estado económico de las zonas visitadas en el extreme sur de Venezuela y en un periodo que corresponde al gobierno guzmancista.

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