literatura venezolana

de hoy y de siempre

Poemas de Inti Clark

Jul 27, 2022

TODO me lleva a ti sin orden
proféticamente
atiendo a tu empujón
tratando de ser la hoguera nuestra
Pareces encubrirte
con miradas renuentes a mi bandera
al salón triunfal, desbocado
que inauguré hace unos días
¿Porqué no sacamos la pobre duda
que se instala como el insomnio?
Tanto nos parecemos
que cada palabra dicha
es hueca
sé que te invento
volteando un reloj de arena

***

Quincena de abril

El sol es un grito de mariachi en mi ventana.
Una mujer me ronda,
danza con su piel de café.

Es un viernes inmortal
en las caras perfumadas de asfalto y ron.

Brisa pobre, sin memoria
la vida se resume
en una pareja ilegal que se devora.

***

La historia de mi nombre

Beatriz porque soy hija del último mes.
Beatriz porque amaré la ficción y el mar.
Tengo la fortaleza del cují
y la soledad de la iguana.
Beatriz porque me duele que la gente
pase hambre
por eso, en el reino donde crecí,
la barriga de mi mamá,
todo es compartido.
Beatriz porque soy
un personaje benedettiano,
es decir,
seré enamorada, venceré el exilio
y algún día llegaré a Cuba
para que me bautice toda Latinoamérica.
Tengo las abuelas y los abuelos vivos
por lo que estoy doblemente protegida.
Hoy escogí a dos locos como padres
y trataré de hacer un coro hermoso
con su locura,
tengo dos caballeros indomesticables
que me vigilan
llamados Pablo y Camilo.
Por eso me llamo Beatriz
porque vengo a una República Roja
y cabalgo un potro de luz
que me hace libre.

***

Señora de los veleros

Estoy paladeando tu piel aduraznada.
En el punto más alto se encuentran los pezones.
Combinan con mi lengua, danzando el ofrecimiento.
Hay noches en que surgen más de adentro.
En la oscuridad supe que eran la humedad más perfecta,
por eso fui de a poco, bordeando tu soledad, tu lamento.
Apenas te domino los labios hace días
y el feroz matrimonio que arruinó la magia
hizo que tomaras mi mano, mi norte con naufragio y restos de alguien.
Prometo tocarte con la lentitud del brote,
como el nacimiento de un beso en los veleros.

***

Oasis

La sed,
tirar desde el pozo con la cuerda temblorosa
un idilio.

Arruinar el mecánico lenguaje del día a día
para que quede la victoria de una nueva noche.

La sed,
bajar, escalar por tus piernas
no por manantial, no por cauce,
sino por bautismo.

Batalla que termina en duelo
como los esgrimistas de las caricias.

La sed,
rescatarte de la sombra anclada en tu pecho.

La sed que hoy tengo,
solo se calmó
cuando tu piel madura, erizada
exprimió la última gota de espanto.

***

El hijo gato

Tengo un hijo gato.
Se echa en mi cuerpo
con la calidez de su pelaje.

Huele a mandarina realenga
y tiene silencio hasta en la risa.

En cada tropiezo y en cada caída
vence las siete vidas que le atribuyen.

La mirada de mi hijo gato
es la que aúlla.
Se encoge
echado boca abajo
y patalea como un martillo suave
la barriga del padre.

La inocencia solo queda
en la flexibilidad del gato,
así como este niño tantea el mundo
con una locura que no tendrá
sin la inocencia del felino.

No tira arañazos, solo un puño cegador
me lleva a perseguirlo tratando de agarrar
la cola que dobla la esquina.

***

Siesta

El mediodía no quiere que otro sol
se vaya adueñando del asombro.

El desvelo no está lleno de sombras
solo se hizo añicos la luz.

Aquí, sí será difícil pasar una bestia
por el ojo de la iguana.

El único ojal que he visto
está en la foto sepia del chal más importante.

Nadie se detiene a preguntarse
por esta piel dura, curtida,
en que me he quedado.

Le agradezco a la brisa y a esta mecedora
su voluntad de silencio cotidiano.

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