Esta propuesta poética podríamos recibirla como metáfora del deseo de unidad, más que el resultado de una ordenada restricción estilística. Encuentro en ella un respiro expandido que desde la unidad nos ubica en el ritmo sincopado de los sonidos primigenios que escuchamos en el mar-vientre de la madre, en esa caracola fluida que es nuestra vida prenatal. El mar siempre es un susurro, un anuncio, un rumor. Aun el mar, desnudo de metáforas, nos contiene, nos arrulla y nos habita (Ana María Hurtado).
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