literatura venezolana

de hoy y de siempre

La frustración como constante en los personajes teatrales de José Ignacio Cabrujas

Orlando Rodríguez B.

La frustración constituye un tema que se ha ido planteando en el teatro venezolano desde el siglo XIX, intensificándose en el XX. Encontramos un primer caso en 1873 cuando el intelectual Nicanor Bolet Peraza da a conocer su sainete A falta de pan buenas son tortas. En él se narra el caso del sastre de apellido Zúrcetelas que expresa su deseo de ser nombrado Ministro de Hacienda al informarse de que un vecino, del cual desconoce sus valores y méritos, ha sido nombrado por el gobierno ministro en alguna de las carteras. El sastre, casi analfabeto, aspira al cargo ministerial porque como muchos cree que cualquier ciudadano puede tener esas aspiraciones aunque carezca de la preparación adecuada, y claro, finalmente lo que consigue es que lo designen como encargado de la maestranza del ejército para fabricar el vestuario de los militares.

Visión amarga de la realidad que aparece desde los primeros años de la centuria pasada. Es en el año 1910 cuando un joven intelectual, Rómulo Gallegos, da a la imprenta su primera obra teatral, El Motor, que solo en 1993 fue estrenada en el Teatro Nacional. Allí está la presencia del protagonista, el maestro escolar, Guillermo Orosia, que ha diseñado y construido una máquina voladora, que no pasa de estar en el aire treinta o cuarenta metros para caer en tierra al ser derribada por un militar ignorante que no comprende el experimento. Y se completa el fracaso de Orosia porque basado en los planos de Leonardo da Vinci, se da cuenta de que la carencia de motor impide la realización de su proyecto.

Puede agregarse además, que rechaza la posibilidad de apoyo del General Presidente, Gómez en ese momento, que determina no solo ese rechazo, sino además su total frustración. Conviene recordar que en esa obra se habla de cine, pocos años después de su creación, al igual que la aviación iniciada en 1903 por los hermanos Wright, que convertiría a este escritor en una figura destacada en la dramaturgia latinoamericana que se desarrollaba en esos años en el continente, a lo que se suma la calidad de su elaboración.

El segundo corresponde a la obra El día de Antero Albán, de Arturo Uslar Pietri, uno de sus textos teatrales de mayor importancia, publicado a mediados del siglo XX, donde Antero Albán, el protagonista, sufre de una verdadera ludopatía, buscando de manera enfermiza, mediante los juegos de azar y loterías, la solución para sus problemas económicos y asegurar su vida futura. Al ganar el premio máximo en la lotería, es incapaz de administrar ese dinero del cual se aprovecha como administrador el designado para ello. Sin bienes, su esposa lo insta a trabajar y a explotar un terreno que posee en el campo. Ella irá a trabajar la tierra, pero Antero se quedará en la mesa de los juegos de azar, negándose a realizar el esfuerzo diario del trabajo agrícola.

Y el tercer caso lo constituye la obra de José Ignacio Cabrujas Profundo (1971), donde el autor nos muestra como una familia, incluso pidiendo el apoyo en la religión decide excavar dentro de un edificio buscando un entierro, esperando encontrar monedas antiguas y otros valores, creándose muchas ilusiones y luego del esfuerzo de las excavaciones lo que encuentran al final es una cloaca.

El resultado es la frustración colectiva. El dramaturgo tenía una visión amarga de la realidad nacional, y con ese excelente humor que lo caracterizaba, ocultaba la frustración que dominaba las conductas de la mayor parte de los personajes creados. Cabrujas en algún momento señaló: “A mí siempre me interesó el tema de la frustración, del derrotado, del que balbucea y fracasa y no saber por qué.”

Los personajes de Profundo, desembocan en la frustración ante el fracaso de su excavación y la figura de la cloaca que cierra la historia. Todos ellos imaginan el éxito de la búsqueda, hacen planes y creen tener el apoyo de los santos y demás figuras celestiales, a los cuales piensan hacer valiosas donaciones y homenajes, que son reemplazados por esta frustración colectiva cuyos efectos angustian a todos, Magra, Buey, Lucrecia, Manganzón, La Franciscana y Elvirita, personajes de la obra.

En Acto Cultural (1976), los integrantes de la Sociedad Louis Pasteur para el fomento de las artes, las ciencias y las industrias de San Rafael de Ejido, realizan estos actos. Pero, ¿quiénes son sus integrantes? Todos miembros de la directiva de la sociedad. Al mismo tiempo, son seres frustrados. Su vida en el interior del país es rutinaria, sin perspectiva de cambio. El tiempo transcurre sin situaciones que permitan desarrollar sus vidas y sus aspiraciones. Parecería que las horas del día y de la noche se desenvuelven repitiéndose sin alteraciones. Herminia y los recuerdos gratos de su difunto esposo Petit, constituyen el fuerte de su rutina. Y los otros personajes femeninos, dentro de su individualidad experimentan sus respectivas frustraciones, las cuales se agudizan en los dirigentes masculinos Cosme Paraima y Amadeo Mier. Del primero recordemos sus palabras:

Cosme: (A Amadeo): No hay nadie que viva una vida en este pueblo que se levante y diga “buenos días” y sea buenos días y signifique bondad y mañana. Ni siquiera Purificación. ¿Qué hicimos? Algo muy grande hicimos para merecerlo. ¿Quién nos encerró aquí? ¿Quién nos odiaba tanto? ¿Lo sabes tú? (Acto Cultural – Segundo Tiempo)

Otro tanto le corresponde al presidente de la Sociedad Louis Pasteur, Amadeo Mier:

Amadeo: Iba a decir eso… que a nadie le importa. Tengo tantos años diciendo conferencias… (A los invitados)… los martes a las ocho, sobre cualquier cosa, con tal de ordenar cualquier tema… ¡Tantos años…! ¡Tantos temas! Conveniencia del cultivo cafetero en los solares abandonados de San Rafael… Necesidad del cultivo de truchas en la fuente del Ateneo de Escuque… Estudio comparativo entre Dios y el General Cipriano Castro… Es increíble como después de veinte años nadie me escucha porque suponen que digo una conferencia… Ni siquiera las frases más banales… qué sé yo… buenos días… hace frio… buenas noches. La gente, todo ellos piensan que voy a hablar del frio o de la posición de los astros. Y no es así. A veces me provoca saludar sin ninguna otra eficacia. (Acto Cultural – Primer Tiempo).

La frustración de los personajes de Acto Cultural es completa. Al abordar El día que me quieras (1979), no encontramos con un personaje, Pío Miranda, protagonista, que acumula en sí, la trayectoria de los mayores fracasos. Lo señala taxativamente en el Primer Tiempo:

Pío: Ahora, hazme el favor de escucharme, porque voy a hablar de este asunto por última vez. (Pausa) En treinta y ocho años de mi vida he sido maestro de escuela, cajero de imprenta, secretario de un comprador de esmeraldas en el rio Magdalena, espiritista, seminarista, rosacruz, masón, ateo, librepensador y comunista. ¡Y ahora te voy a explicar por qué soy comunista! Cuando era niño, en Valencia, mi santa madre, Ernestina viuda de Miranda, enfermera jubilada del Hospital de Leprosos, lectora perpetua de “El Conde de Montecristo”, se ahorcó en su habitación (subrayado añadido por el autor del artículo) (El día que me quieras – Primer Tiempo. Rubias de Nueva York).

Para justificar su trayectoria alude a la causa fundamental de su conducta, variando el comportamiento y asumiendo distintas ideologías que culminan en el comunismo del cual no pasa de adquirir conocimientos elementales, logrando contagiar a algunos miembros de la familia Ancízar, enamorando a María Luisa, ofreciéndole una futura vida en la Unión Soviética (1935), mintiendo al indicar que ha enviado una carta al intelectual francés Romain Rolland solicitando interceder por la pareja María Luis y Pío para incorporarse a un koljoz (granja colectiva) en Ucrania.

En la obra se indica que Pío desde hace once años acude a la casa de los Ancízar diariamente a compartir la mesa en el almuerzo. Todo terminará por desmoronarse con ocasión de la sorpresiva visita del cantante argentino Carlos Gardel que se está presentando en Caracas y Pío Miranda, luego de confesarse en voz alta de sus falsedades, abandona el hogar de la familia caraqueña.

A esta frustración de Miranda, se suma la jefa de esa familia, fracasada en su posible matrimonio y dominada por el cargo burocrático en el correo en una tarea rutinaria y casi esclavizante. María Luisa, la eterna novia de Pío, ingenua y creyente aún de las falsedades provenientes del que fue su pareja, seguirá creyendo o mantiene su fe en la simbología a través de la bandera de la hoz y el martillo que coloca sobre el diván para que permanezca allí hasta el siguiente día.

Es indudable que la imaginación, el talento y el fino humor que caracterizaba a Cabrujas alcanza su más alto nivel en esta obra, representada por distintos elencos en Venezuela, en numerosos países de América Latina y en España en el Primer Encuentro de Teatro América Latina– España, donde fuimos testigos en 1980 de las ovaciones con que respondió el público en las ciudades de Valencia y Madrid, entre otras, aplaudiendo de pie la interpretación de esta obra, ante un Cabrujas sorprendido por el éxito que se repetía en los distintos lugares, y que solo atinaba a grabar los vítores y aplausos. De sus dieciséis obras recopiladas, sin duda alguna, El día que me quieras, constituye el texto de mayor recepción por el público hispanoamericano, y alcanzando la mayor cantidad de ediciones. (Al producirse su presentación en Chile, donó los derechos de autor en contribución a la resistencia que crecía ante la dictadura que rechazó el pueblo chileno en votación popular de 1990).

Cuando escribe El americano ilustrado (1986), desarrolla una temática que ya había intentado en Venezuela barata (1965, 966), cuyo texto lo había conservado Nicolás Curiel. Allí se planteaba la trayectoria del diputado liberal Arístides Lander al cumplir treinta y cinco años, la presencia del Presidente Guzmán Blanco, el problema de las presiones de Inglaterra exigiendo el pago de la deuda que Venezuela tenía con la nación europea en fin, un intento no logrado, alargado innecesariamente y fragmentado en varios cuadros. Si se compara con su obra posterior en el tiempo, El americano ilustrado, Venezuela Barata se presenta como un boceto y no un texto definido como lo fuera veinte años después El americano ilustrado, referente a Guzmán Blanco, que deja de ser protagonista, desplazado por la presencia de tres hermanos Lander: Anselmo, Arístides y con importancia menor Rosamunda, quienes constituyen el trío protagónico, donde se centra el argumento principal y donde también el presidente Guzmán Blanco, como el conflicto con Inglaterra, se expone como temática secundaria.

La frustración en este caso se muestra como una propuesta definitiva en el desarrollo de las conductas de los hermanos Lander. En el caso de Anselmo, sacerdote que alcanza el obispado, pero que interiormente está dominado por su lascivia y alusiones permanentes sobre la vida sexual y alcances libidinosos que lo llevan a despojarse de la sotana, abjurar de su condición clerical y lanzar lejos el crucifijo que alguna vez fue bendecido por el Papa León X. Su hermana Rosamunda, monja, rechaza los hábitos y se incorpora a la vida laica.

Anselmo: Ellas son mi contribución, señor Presidente, ¿Por qué no? al pago de estas dieciocho millones de libras esterlinas que al parecer adeudamos, porque, mirándolo bien, valen algo, por ejemplo, una vida o, incluso, cierto peso de plata como es el caso de este crucifijo que alguna vez bendijo nada menos que León X y que Maria Elvira de Lander, la madre del nuevo Ministro, adquirió en un anticuario en el Trastévere, con la corriente explicación (Arroja a los pies de Mac Shelley el crucifijo de León X); la nación debe once libras menos, Excelencia!

…En cuanto al gorro, lamento haber olvidado su nombre original entre tantas cosas que olvidé, pero declaro que hubo una cierta ambición en mi vida depositada en esta frágil modestia. Ahora, espectáculo inefable, señores, oportunidad histórica e irrepetible, me permito renunciar a ella y al título de Eminencia que adornó mi cabeza.

(Lo arroja a los pies de Maria Eugenia).

Maria Eugenia (Desesperada): ¡Anselmo!

Anselmo: Como así mismo a la refrescante sotana, siempre estival, calurosa en el pecho y según tradición popular o murmullo de esquina, un tanto ninfesca a medida que desciende y resalta las caderas.

(Se despoja de la sotana). (El americano ilustrado – Segundo Acto)

En cuanto al tercer hermano. Arístides, político y funcionario, es llamado por Guzmán Blanco a ejercer como Ministro de Asuntos Exteriores, una de sus grandes ambiciones, y es enviado a Europa para arreglar lo referente a la deuda con Inglaterra. Se entiende que ha cumplido su misión, pero que termina allí su cargo ministerial. Es felicitado por Guzmán Blanco pero es consciente que el porvenir se ve cerrado. Ve un revólver y lo toma llevándolo a la sien. Aprieta el gatillo pero no está cargado y lo deja en el lugar de donde lo tomó.

Arístides (Sonríe): No pasa nada. ¡Celebremos!

La frustración ha llegado al máximo. A lo largo de la producción dramática de José Ignacio Cabrujas, la frustración se convierte en constante de la mayoría de sus obras, visión que dominó en sus contenidos, morigerada por la dualidad humor–profundidad, característica rectora de su teatro.

*Publicado en: Teathron, revistad de UNEARTE Teatro, año 16, nro. 20-21, 2010 (pp. 39-42). Foto: https://fesitpven.com.ve.

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