literatura venezolana

de hoy y de siempre

Evictos, invictos y convictos

Nov 7, 2024

Lourdes Sifontes

El cuento es una imagen que razona. Tiende a asociar imágenes extraordinarias como si pudieran ser imágenes coherentes. El cuento lleva así la convicción de una imagen primera a todo un conjunto de imágenes derivadas. Pero la relación es tan fácil, el razonamiento tan fluido, que pronto se ignora dónde está el germen del cuento. G. Bachelard, La poética del espacio

A

Le sucedió también, era decir propicia toda estación de tregua, momento a las fluideces que tantos hablan dicho. Acercanza y la pugna por llegar, la recua de improperios y mesarse la barba desde cuándo si nunca había tenido. Y era decirse tanto, cómo ahondar en la línea de a simularse surco, cesura, las regencias hidrófobas, Pasteur, Chamberland, medicina, el estudio, siempre ser al estudio, no cejar, no escribir, que creando no era la guerra contra muerte, que eso decía el Maestro, un tal doctor B. Rosenberg que envidiaba sus manos, su pulso triste, su precisión ecuánime de cartógrafo miniaturista. Era estación de tregua, sabor de ya olvidarse que remaba en los vértices del solo cartelón de no fumar, en los juros de Hipócrates, en los sobres furor amarillo tamaño rayos X, Rontgen, y así el estudio, así de siempre y cerca tan eterno, por qué del para qué si los hombres son sólo de ludir de incidencias, él también de morir en pretensiones. Momento a las fluideces, lápiz que sólo sabe de récipe y abismo letra ininteligible siempre médico, lápiz dije, pulso suyo a la envidia de B. Rosenberg, fulanodetal-neurocirujano (hojas de papel bond 12 x 9 cm.)

y

a poco tanto y pugna por llegar, el estudio, nombres a interponerse, los de aquéllos, los célebres, acaso los eximios. Pasteur, Haffkine, el estudio (él llegaba a escribir vacilación de todos, las páginas de récipe dejaban intimar verbo y deliro, temblor a entomecer de la palabra, hecha lóbrega y sorda la mediación habiente de la rapsodia mágica de los juros de Hipócrates. No hay tal estudio: lecturas, regencias, predominios a nombre, descubrimiento, parto, polio, rabia, tisis, tinas, parto polio rabia tisis glóbulo linfa plasma, parto polio y así descubrimientos, humanidad salvada, poema, ciencia).

Llégabase al decir, al adir, al reconocer suyo el fluir del verbo, propicia de estaciones toda la rebelión sin arenga hipocrática, sin sobres radiológico amarillo, fumar sí, sí ahora que hubo de las fluideces tan predichas, y saber para qué serviría el pulso, magia asaz de romperse y el estudio, y los ángulos siervos así del no fumar, tregua, encuentro, norte a fin, escribir, escribir así escribir, como dejar que fuese si le era de dar vueltas noria infame retícula del verbo, cómo dejar, cómo ahitar sin la línea, remordencia tal vez de antojársele surco y parte en cuerpo, surgencia, momento cal momento, fastigio a vindicar los años del estudio, le sucedió también, y cómo a tantos, lectores, laboriosos, diligencia febril contra tanto al encanto de la muerte. Letra, palabra, verbo, lucido a más de siempre en hojas las así de recetar, escribir escribir, escribir así escribir, escribir, escribir, escribir escribir escribir escribir, escribir escribir e s c r i b i r

e s  c r i b i rescribir escribir, es, cri, bir, e, s, escrib, escribiendo la magia o las historias, devino a la palabra, rendición, afluencia, pugna por a llegar, pugna por cuál llegada inexistente, parto, polio, rabia, escarlatina, tisis, malaria, tétanos, difteria, sífilis hepatitis hipoglucemia virus neurona insomnio tifus tripanosoma asepsia linfocito bacilo y el estudio, el estudio, El Estudio.

EL POEMA,

(la página de doce centímetros por nueve dejaba de distar de la palabra; médico, pulso de arre, traidor en arribar la logia de los verbos, triste, propicia la estación, vacilante. Hesitante, nugatorio el aviso, le era dado llegar, descubrir, vindicar. No hay tal estudio: lectura, regencia, nominancia, humanidad perdida para la redención de los lenguajes, poema, ciencia, poema, ciencia, poema y ciencia, poema en ciencia, poema a ciencia, poema o ciencia. Poema • Ciencia. POEMA. CIENCIA).

B

Otro devinto triunfador a la regencia era cerca a sus vicios, devorador hierático del astro y del efugio, así próximo en tanto telescopio, los astros, Hiparco (¿Hipócrates?), Ptolomeo, siempre el estudio y la materia cósmica, herencia de avistar todos los lejos. Laboraba de estrella y paralaje, astrofísica, anteojo de arquetipo bedel de observatorio. Todo instante al estar verbo propicio, a él lo engañó un anillo tan ingente de nubes alargando y rompiendo una reliquia —astrolabio feraz de quién sabe qué siglo—, y astringir lo perdido, manos ambas de abrazo, propiciar, para qué ver arriba de saber la existencia, vienes, escribir esta tinta ya aburrida del ángulo, trazados tanto axiales, temerosos, siglas de rectitud y tantos siglos gente tanta mirando preguntándose Newton ley y estrellas, esfera, más allá el qué, elatos los de siempre en el estudio,

(si el estudio no existe, a ficciones llamando limando las lecturas, los parajes, los nombres, preponderancias, famas,

y basta ya del astrolabio roto),

fuera igual la existencia a las estrellas sin acaso el estudio, que les dicen hermosas y hay canciones, poetas, que rendir y que jura, qué más sino las líneas del rostro (porque todas tienen un rostro) y entapecer un poco el intersticio que habría en el alma, dije alma sin saberte, asiéndote a las luces y recuerdos de Hiparco, entenciándote y pronto fraguando encubrimiento Beta Geminorum, deuterio, Eridano, poco fúlgidas, estrellas caos en medio de estos ojos, cómo se forma en grumos, congruencia y espejeo de la ingencia, cómo se forma a plazas esperando de a goznes imposibilidad de página y en diámetro, todo al centro de Dumbbell —Constelación del Zorro— dormecer dormitando y en acusar astrónomo o marino, medida o viento, todo por ver el Zeiss y sus explicaciones de Cefeidas, de Antares, de Acrux y de Rigel. Escudo de Sobieski, ya espejear, cejar siendo furencia, lo de ser ya gestante como del nacimiento de todas las galaxias, rotarias, escuetas, a palabra ligadas en todo del azar y predestino, ligado él, condena de verbar y departir, tensión el hito, olvidar el estudio, estudio, barrer observatorio (sí, barrer), astro el polvo de obviar eterno circundar de la cúpula uncida al telescopio. Magia fueron las páginas de distancias en grados, calculábase sólo tiempo asaz de inmanencias, genio él, lucha en tanto copérnico y esquivo, hasta dónde,

(que era de esa trampa rugiente Proción, la electa, la triste, quisieras escribir, escribir, escribir, tanteando que Proción te sabía los secretos en abrigo. Pincel así cerrarte, esbocé mis tangentes en Canopus, Alpha Carinae, siguiendo el juego aquel de tus ritualizandos, tus precipites rondas a correrías de albures, notas, texto, verbo, no era decirlo, porque cómo saberlo, existencia que dicen hermosa la de las estrellas, yo que te escribo no podría negarlo, no conocen figuras ellos los que levantan la cabeza a mirarlas, que Aldebarán y Pléyades es a decir terror; cyanblanco a devinar de estrella roja y quasar, qué responder si todo es iterar, escribe escribe escribe, páginas por y a acerca, la traición, si el estudio no existe, dónde el Norte. Confiesa a proferir, recorto y recomiendo mi manera, yunta astro mar verbal, decrecencia y cultor, Escultor, Indio, Grulla, qué sino constelar habíamos hecho desde la reinvención de estos tus cercas. Porque yo era el abrigo que te decía de hacer, palabra, letra y trueno, d que se está a esplender y contar las historias, confeso tú también de proferir lo ingrato de hacer de la palabra, y Coma Berenices allá, espiando la influencia decisoria, inspiración que llaman los cantores a estrellas),

hasta palabra, respondo, hasta su constelar radio de histrión en la vergüenza, cómo siendo posibles, color en danza la visibilidad sidérea, fano, ingente el verbo, él, genio él y de años luz, hasta donde y por cuánto,

(no saben de terror, ya yo decía que el estudio no existe, si aprender a temer es la facundia. Escribir, escribir, escribir, así escribir también les sucedió, caecida la palabra a copérnicos, a galenos copérnicos y a hombres. Qué decir de Pasteur, de Koch, de Galilei, de Kepler. Escuchar, les dije de escuchar y responder, ralo a número innómine imposible, yo en yunta de escucharlos, escribir escribir y así escribir, sus yerros de ser copas por vaciarse a morir, uno a scopio, otro a asepsia, Dumbbell era lo más de las miradas, para qué del estudio captivos de alinear, mi asedio disceptando las trizas de sus verbos, terrores preexistentes a tal modus vivendi. Miedo a alguno, a equis sitio para la aparición de lo llamado ratico por la naturaleza de siendo yo el cronista, dormecer dormitando, soslayo a cabeceo yen decirse poco y poco fingida cuanto más y más fingidas eran palabras todas en renglón del alivio, finito el decurrir, daño a te rumorar y descerrajar todo).

C

Respondo, responden ellos tal a sus urgencias, furente: del cejar siendo imposibles, páginas por y a cálculo a poesía. Así habrían de encontrarse, siéndonos ya los tres, uno de evita, luchando en ceder médico a los sentires tantos más antiguos del verbo, a los preludios tantos en tiempo del estudio sepultados, soterrados a pulso siempre el haber querido y no el haber logrado ni el intento bajo la vigilancia de B. Rosenberg que un siquiatra llamó de frustración. Otro acaso en baches por lograr la invicción, por lograr no sellase de palabra y conjuro. Yo en la yunta: El sí sería un invicto por mucho lucubrar de sus estrellas. Terco, sordo. Cálculos. Escribir, escribir y así escribir, número a tanto innómine, regresaba a su caja de astrolabio rompido, reyentes los misterios, los arcanos del haberse dejado del ataque del verbo. Peleador, escritor, pero así invicto, de toda la carrera de renuncia renuencia y ya a recuperar su ortogonal cadencia de respiros, en decirse acaso poco fúlgida, caos astro y así en Dumbbell, resignado a los límites, yo velando acercarte los todos tus terrenos terredad de no muerte, sólo de obedeciendo a las revezas te dedicaste a vidas de los astros y ciénagas del cielo pretendiendo esquivar así de circunstancias. Tu terror al lugar, así el poema, confeso aquí después y aún aterido, cyanblanco de extrañezas, dominabas -llegabas las estancias y albricias de Achernar y Altahir, eres, no ya la insidia, escribes porque sí, profertas rotaciones de tu plaza de aquella caja vieja, no ya el verbo, venciste, y para qué el estudio, tú presto a dimitir y tan electo, los goznes propiciados por Zeiss y estás allí, sarcasmo Hiparco roto entre los libros, las lecturas copérnicas, y de escribir la gravedad tal pugna, desertor, renuente renunciante, lápiz ingencia en mano, (yo en la yunta),

D

(lo habría preferido a él, con todas sus estrellas y distancias. Sólo es aquel ahora, del estudio a salvar vida del hombre junto a un trozo de mí, yo convicto, confeso, condenado al furente sinremedio de ser al escribir sin haber otra vida nunca en antes, no treguas, no al estudio, para qué las estrellas si lenguaje llegó para quedarse).

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