Gabriel Jiménez Emán
Volvamos ahora a la materia de los poemas. Nos referíamos a los poemas de largo aliento, reconociendo en ellos una especie de construcción formal a la manera de edificios verbales, aunque de arquitectura dispareja, buscada así ex profeso para mostrar justamente su rebelión al canon. Tenemos en primer lugar a los tres poemas concebidos como proyectos de hermenéutica: “Al través de mi vida” (1914), “Más allá de la vida” (1917) y “Al margen de mi vida” (1918).
En “Al través de mi vida” un estribillo resuena siete veces en la primera parte: “Oh mi alma, sueño de un dios, incoherencia de un dios atediado de su omnipresencia”. Observemos bien la naturaleza anímica del poeta en este caso: se trata del sueño incoherente de un dios que ya no puede soportar su propia presencia: está en todas partes y en todos los lugares. Luego tenemos un alma soñada por un ser que está en todas partes, y además incoherente: idea nada fácil de aprehender, idea abstracta. El viaje comienza en la cuna, cuarenta años dormido como un hostil fantasma. La verdad no puede ser más hostil consigo mismo el poeta en el momento de juzgarse. Una niñez sin juegos, sin pájaros, sumida en los libros, según se deduce de la lectura de los versos siguientes:
Mi niñez no supo de hermosa cometa
Ni de la peonza que ritma el planeta,
Ni nunca en la copa del árbol subido,
Saqué los piantes pichones del nido,
Ni fui con los otros rapaces al pozo.
Los cuentos han sido mi susto y mi gozo.
Mundo que por cierto contraste con
Y la negra fámula adivinadora
Que previó en mi horóscopo una mala hora,
leyendo la cábala oscura que traza
el turbio residuo del café en mi taza.
Aparte de las presencias materna, paterna o filial, pronto asoma la de una (hipotética) frustrada relación amorosa, explicarían en parte el tedio y la neurosis que darían lugar a la dipsomanía, las metamorfosis y las adicciones del poeta. En la segunda parte del poema el estribillo nueve veces repetido es el siguiente:
Mientras en la casa voy de Ceca en Meca
hila que deshila mi madre su rueca.
Esto es: en el deambular doméstico de aquí para allá, la madre tiene el tiempo atrapado en sus hilos, entonces se ha pasado a otro estrato de la vida del poeta a través de la conciencia familiar, buscando una salida a la depresión nerviosa, los temores o el insomnio. Las cosas comienzan a desdibujarse en sombras, ánimas y brumas sobre unos cuadros. La madre y la hermana por fin aparecen y las sombras toman vida gracias a los efectos del éter; los cantos de los pájaros se confunden con el lenguaje humano en un amplio despliegue de imágenes lunares. Mientras todo esto acaece, puede cantar el gallo en la sombra diciendo: “Se acabó el sol” (se corresponde con los fonemas ki- ki-ri-ki del ave) en lo que acaso sea una parodia de El Cuervo de Poe.
En una verdadera catarata de imágenes, Curiel nos muestra los elementos que atraviesan su vida mientras él se abandona a las sensaciones morfeas del éter y el trional, ejecutando un rito. Aparece entonces un universo de símbolos hasta un límite de alucinación. El poeta acude entonces al confesionario a buscar el perdón: el perdón de la madre. El poeta se halla en una ciudad inventada: Psicópolis, una ciudad donde el espíritu asciende hasta una estrella. Entonces tiene lugar una eucaristía, un rito mental donde se eleva hacia los astros, donde puede habitar Jehová o el espíritu de Dios. Todo parece convivir en la mente.
Al fin llega el día y el poeta parece salir de su hipnótica vigilia, sin saber si ha soñado o ha estado despierto. Enfrenta las realidades solares, pero ese sol no dura mucho: pronto se torna luna opalina hasta el punto en que “la sombra en mi sombra se vuelve reflejo”. Todo en Curiel se vuelve noche: hasta las plantas le sugieren “psíquicas visiones”. El padre muerto, los hermanos, amigos, mujeres se confunden con cosas y astros; la infancia vuelve como un duende a aposentarse en la casa, los espíritus regresan y ellos son quienes le hacen vivir. Se pudiera decir que en este texto es la infancia y su remembranza la que atraviesa la vida del poeta. Veamos algunos ejemplos:
Psiquis es y será: pero no ha sido.
¿A dónde va y de dónde ha venido?
Desde el himeneo de las constelaciones, atraída se sintió el planeta,
Entonces desbocado cometa;
Y la atracción, en consonancia de espuela y brida,
se consustanció la ignición de la Vida.
(“Psicogonía”)
El alcohol mi mente fosfórica inflama
en el cadavérico azul de su llama:
Nephente que infunde narcótico olvido
o chispazo eléctrico en gas comprimido:
actos que preside conciencia ilusoria
y clausura ausencia total de memoria.
Reacción depresiva de dientes roedores:
Nerviosos altruismos y absurdos temores.
(“Al través de mi vida”)
En cuanto a “Más allá de la vida” (1917) la situación poética es otra. Se trata, en efecto, de aquello que se sitúa en un lugar al que no tenemos acceso, en un sitio que no depende de nosotros. “Antes de ser nosotros nuestras almas han sido / otros seres y en otros / planetas han vivido.”, dice. / La noche calla y balbucea Eolo (…)
En contraste con el texto anteriormente comentado, éste es breve, de apenas dos páginas; sin embargo, aquí se halla condensada una visión muy completa de ese “más allá”, de esa región inaccesible, desconocida, por donde suele merodear el espíritu humano. Es bueno reseñar aquí el elan eminentemente cristiano del poeta, donde la figura de Cristo aparece de modo reiterado en toda su obra, en numerosos poemas mantiene su imagen de naturaleza sacra, de símbolo del bien o redención, o como metáfora de enlace con fuerzas superiores. Todo el poema es una interrogación con respuestas; unas respuestas que a su vez nos encaran al destino y los arcanos, los misterios y las utopías. Es de observar la trasmutación aquí efectuada entre los símbolos de la cristiandad y los símbolos del paganismo. Anotemos, a propósito de ello, que esta es otra de las características de la poesía de Curiel: la mezcla heterodoxa, la combinación de elementos, símbolos e imágenes provenientes de diversas culturas o tradiciones:
¿El genérico amor fabrica solo la viviente morada,
donde la esposa mística, velada
de azul, a Cristo espera
o es Psiquis, cuerpo astral, solo la esfera
hermética en que habita el Ego humano,
como cada espíritu en su arcano
su propio Cristo gestatorio fuera
o fuera en gestación un Dios pagano?
Más adelante se pregunta si existirá la Cuarta Dimensión y llama a la Fe “hija nonata de la duda”; vuelve a mezclar el Dios cristiano con el Dios pagano cuando afirma al final del texto:
Si yo Cristo he de ser o ser Apolo
al cabo de mil evos, necesito
precisar en mi mente lo Absoluto,
que no concebiré sino disfruto
de infinitos sentidos o de un solo
sentido infinito,
(…)
Observamos cómo Curiel logra amalgamar figuras o imágenes sacras o santas en un solo texto y a la vez, merced a un admirable sentido cósmico situado en las interrogaciones de la infinitud, otorgando sentidos transcendentes a la existencia humana. En Curiel, pese a su inmanente escepticismo humano, hay una esperanza soterrada de naturaleza cósmica, una salida al absurdo fugaz de la vida.
Veamos ahora un comentario del poeta larense Elisio Jiménez Sierra en relación a este texto: “Su poema titulado Más allá de la vida refleja a cabalidad la imagen psíquica de aquel soñador, torturado por arcanas preguntas sobre el origen del Cosmos y sobre el destino del hombre.
En el libro de Job se leen capítulos que hubieran servido a maravilla para subtitular el hermético poema de Curiel. Son aquellos donde Jehová plantea arduas preguntas al abatido varón de Hus, improperándole su ignorancia y pequeñez, y conminándolo a responder abstrusas cuestiones de panteísmo genésico, de cosmología primordial, de ontología y de biología, de los arcanos designios de la naturaleza, y en fin, de todas las secretas leyes que rigen el sistema plural de los mundos.
Escabrosas interrogantes, más para ser formuladas a Epicuro, a Heráclito, a Empédocles o Lucrecio, que al arruinado terrateniente de las comarcas de Edom. Curiel vuelve a plantearlas en sentido esotérico y tanto en el insondable poema árabe de la Biblia como en el del maestro de escuela coriano, ellas siguen sin ser respondidas a satisfacción.”1
Antes de ser nosotros
nuestras almas han sido
otros seres y en otros
planetas han vivido?
(La noche calla y balbuceo Eolo).
El genésico amor fabrica solo
la viviente morada
donde la Esposa Mística, velada
. de azul a Cristo espera?
O es Psiquis, cuerpo astral, sólo la esfera
hermética en que habita el ego humano,
como si cada espíritu en su arcano
su propio Cristo gestatorio fuera
o fuera en gestación un dios pagano?
Antes que el cosmos fuera y fuer el alma
¿qué fue nuestro sistema de ocho mundos
qué fecundiza el sol con áurea palma
de luz? ¿Mares de lodo?
¿Es todo igual en el inmenso todo?
¿Tendrá más numerosos y profundos
sentidos el siriano?
¿Habrá la cuarta dimensión? ¡Lo mismo
que sólo linealmente el batraciano
ve y el quelonio sólo mira el plano,
a los pies de Pascal se abrió el abismo?
No leo de corrido en el arcano,
biblia indeletreable sin la ayuda
de la fe, hija nonata de la duda;
mas si no es vana utopía
que es cada ser su propia
theogopia inmortal y su presente
evolución, involución mañana,
¿cómo el fuego del Sol que arde y consume
germina, savia arbórea, en la simiente:
raíz, tronco frondal, miel y perfume,
y el perfume ascendente
la odorífera estrella azul imana?
Si yo Cristo he de ser o ser Apolo
al cabo de mil evos, necesito
precisar en mi mente lo absoluto
que no concebiré si no disfruto
de infinitos sentidos o de un solo
sentido-infinito.
El otro poema de esta suerte de tríptico, “Al margen de mi vida” (1918) aborda el tema de la mundanidad. Con un sentido del humor muy peculiar, Curiel escribe un poema narrativo con una anécdota que versa sobre una orgía en un lupanar, una aventura erótica con mujeres acompañado de un amigo, conducido por los efluvios del alcohol y excitado por las mujeres, el poeta se adentra en recintos de placer. Cual Quijote, vuelve Curiel a mezclar paganismo y cristianismo, Santa Magdalena y Jesucristo, Citerea y El Quijote. En un tono dialogante el poeta nos narra la situación:
Pero la borrachera pasó, vino la calma
y la conciencia abstemia citó a juicio a mi alma.
(…)
Qué quieres, clamó Psiquis. Y la conciencia: –Nada.
(…)
Vuelve Psiquis por sus fueros a interrogar; vuelven las mixturas heterogéneas tan caras a Curiel; vuelven las preguntas. La orgía se prolonga y el poeta pierde el sentido; cae de bruces y se hiere en la frente, reacciona y encara un diálogo alocado que mantienen otros borrachos: “La tierra entrará con la luna dentro de un siglo en guerra”, dice. Siguen las discusiones de borrachos sobre los temas más “divinamente absurdos”. Tal capacidad de vivir la bohemia sólo la poseen los auténticos saboreadores de la vida; no solamente individuos clamando por pan y trabajo en sociedades donde se fabrican hombresmasa. Pero tiene tiempo para aleccionar:
“Al hombre verdadero y entero no lo urge el prejuicio del
mundo, sino la ley moral.”
(…)
Estuve anoche en un abismo más alto que una nube
no ha visto el pez su hondura, ni el cóndor su eminencia.”
do estuviste, Galimato?” Estuve en mi conciencia.”
Aquí se produce, en efecto, una burla al comportamiento rutinario, a lo considerado hipócritamente “normal”. La conciencia no sería entonces, como algunos creen, puro raciocinio y verdades pre-fabricadas, sino un estado cambiante de fluctuación reflexiva, similar al que nos acerca Curiel en este texto picaresco, donde se hace presente la cotidianidad del entorno, como si hubiese querido mostrarnos también el lado flaco, perentorio, cotidiano, frágil o vulgar del bohemio.
Notas
1 Elisio Jiménez Sierra, “El Teosofismo poético. Juan Santaella y Elías David Curiel” (1961). Ensayo inédito que pasará a formar parte del libro El Universo,utopía de Dios y otros ensayos, Fábula Ediciones, 2019
