Sé del mar reventando contra un muro
cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje
cuando enfría sus aguas y es imposible.
Sé de gente buena acodada en puentes
contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria
me siguen enfermando mis ojos litorales
mis costas.
He visto desde un balcón
un río que divide tres países
abrí ya muchas veces mi puerta para saludar
desconocidos
ya estiré una nueva lengua
ya me senté lo más al norte posible
ya estuve en la última calle de un país
ya fui todo lo insular que pude
ya he puesto toda mi fe en un viaje
ya he querido volver y abrazar
corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos
vivo huyendo de este lugar que soy
pero el desarraigo no me cura
no me cura
***
Una ballena muerta en la orilla
es una escena ominosa.
Nada de ella debe ser visto.
Nada de ella debe estar lejos de lo profundo.
Una persona que ama sola
es esa ballena muerta en la orilla
un horror
un desgaste.
***
Cuando me aterré por última vez
estaba sentada con los pies muy juntos
presionando el piso
pretendiendo abrir un hueco
alguna salida.
Ignoraba que aquella hora era el final
no más crujir de dientes.
De haberlo sabido me rompo un molar
hago sangrarme la boca
abro una zanja en mi frente.
Habría procurado una cicatriz
que constate la gloria.
No sé lidiar con una quietud sin evidencia.
Del dolor conservo el escándalo.
***
Es hora de acumular ciertas certezas, me digo.
Es que uno abandona la cama
intenta caminar escamoteando el hundimiento
entonces en el pecho se crece ese maldito ardor.
Para envejecer quietos necesitamos certezas.
Me digo esto sobre todo los días
en que la tragedia asoma su cola y nos deja doblados,
torcidos.
Anhelo enterarme cómo somos escogidos para sufrir
quiero saber
si ese animal que provoca desgracias se despierta
se bate un poco, estira los brazos
y sus lagañas matutinas caen al azar.
Es necesario tener la certeza, me digo
que la tragedia no toca de a una por persona
como el amor.
Que bien podemos tener todas las plagas una tras otra,
sin opción a quejas, a berrinches, a póstumos dramas
existenciales.
Nos enseñaron a dudar, a sospechar, a pregunta
Sí.
pero esta súplica que extiendo hoy,
(Léase bien: súplica)
es para ofrecer todo cuando tengo
para que alguno venga
a regalarme la certeza
de que cuando las nuevas tragedias pasen
ya no vendrán más
que estaremos absueltos.
Quiero decir que ofrezco mis viajes todos
a cambio de que alguien venga cansado de tanto
correr entre uno y otro destrozo
y me diga
que ha pasado una rayita encima de nuestros
nombres
que no me queda un amigo
un ser amado
pendiente por recibir los coletazos de la desgracia.
Que todos han sido ya marcados.
Que fue suficiente.
***
Sin puñal
Quise escribir con toda la rabia del mundo
buscaba la imagen que sostuviera mi enojo
Desperté madrugada tras madrugada
intentando crear nuevas palabras
a falta de una que describiese
el exacto sonido de mis muelas rotas de tanto
apretar la mandíbula
Creía inefable
mi fruncir de ceño
mi cuerpo giroscopio
Perdona, me dije
no sin antes nombrar el odio con todos sus pesares
con todas sus vertientes
yéndome por todas sus ramas.
Recuerdo cómo quería escribir cortando
hiriendo con mi lesión
quería escribir con un puñal
y llenar de pus y sangre techo paredes espejos
Pero olvidé
mi rabia
y mi puñal
Me quedó este olvido calmo,
sosegado
demasiado cansado.
Lejos
Al último día del odio
llegué después de enormes escaladas.
Resistí largos días de resentimiento
horas lacustres
casas flotantes sobre ríos quebrados
las más furiosas cimas.
Ese último día corrí levísima
a observar la rabia con desdén
convocar la lucidez
el perdón y su elegancia.
***
Gaviotas
Ya se agolpan estas alas
nuestras más que nunca.
Sobrevolamos azuzando el reposo.
Cuando la extranjera vuelve
con tumultos y congojas
acuden cientos de espasmos acumulados
buscamos herir su cuello
y decir en cualquier lengua necesaria
que aquí no se aceptan debacles.
No tenemos previsto desfallecer.
Aquí ningún miedo es tanto.
***
Tortugas
Me ama quien ama las tortugas.
Estoy aquí atribuyéndome ese amor
como quien posa para un retrato
buscando un rostro posible.
Me atortugo cuando busco otras lejanas corrientes
mi afición por las idas
podría estar incrustada en ese caparazón marino
huyendo de aquel olor a vientre
aquel hedor a tra(d)ición
que me negaría tantos azules
tantos.
Soy tortuga marina cuando vuelvo
pensando que me atrae el imán
una tristeza de casa
un masoquismo de infancia.
Yo solo vuelvo al origen a desovar
solo de esta costa soy capaz de irme
solo en esta orilla en esta arena
mi cuerpo reconoce cierto olor.
Que me ame quien las ama
algo de tortuga he de tener.
