Erasmo Rafael Ramírez Carrillo
El Caribe es un ámbito geográfico complejo que, debido a su diversidad, se ha hecho difícil determinarle características que conduzcan a una clasificación precisa. No obstante, una región tan vasta, con múltiples idiomas, cosmogonías diferentes, procesos políticos particulares, invasiones, independencias a lo largo del tiempo, etnias de diversa procedencia, no concibe una taxonomía única; esto sería develar una actitud reduccionista, eurocentrista que conduciría a excluir o discriminar una ingente cantidad de aspectos culturales particulares de cada país, que se correría el riesgo de generar una neocolonización y forjaría una pugna por valorar unos aspectos por encima de otros. Precisamente, la diversidad cultural es el elemento aglutinador que hermana El Caribe.
Por otro lado, la región también se puede concebir con aquella compuesta por los espacios insulares exclusivamente; por espacios continentales que desde el punto de vista humano, Surinam, Guyana, Belice serían islas1; por toda el área continental que bordea el mar Caribe occidental (toda la costa oriental de México y Centroamérica, la costa norte de Venezuela, la costa noroccidental de Colombia, parte del norte de Brasil) o también varios Caribes: el francófono, el anglófono, el neerlandófono, el hispanohablante. Más allá de esta manera de imaginar un terruño, políticamente la región está escindida del continente y así lo conoce la gran mayoría: América Latina y El Caribe.
En consecuencia, cada país ha creado una visión de mundo con el fin de justificar procesos identitarios vinculados con sus orígenes, sus raíces, su colonización, su independencia, su desarrollo. Los movimientos como el rastafarismo, el criollismo, el indigenismo, la creolidad, el negrismo, la negritud dan cuenta de tantas visiones, tan diversas que los caribeños poseen de sí mismos. La literatura, como expresión cultural de una sociedad, explora también estos intersticios en los que muestra una necesidad de expresar una inmensidad de temas relacionados con el ser caribeño.
En este trabajo analizaré algunos poemas de dos escritores venezolanos Manuel Rodríguez Cárdenas y Miguel James2 insertas en el contexto caribeño, en el que la representación negra tiene una relevancia especial. Ambos poetas poseen una expresión particular de apelar a una identidad propia que les permite concebir una poética caribeña específica. Cabe destacar que Rodríguez Cárdenas fue el primer escritor que publicó un libro de versos sobre el tema de los negros en 1938. Esto “obedece a la incitación del cultivo y difusión de la poesía afro-antillana, pero con la responsabilidad de una voz distinta que puede hombrearse con aquélla”, comenta Julián Padrón en la introducción al libro de Rodríguez Cárdenas Tambor: poemas para negros y mulatos, “El rito negro aparece aquí matizado con los caracteres locales de nuestro mestizaje” (Rodríguez, 1972: s/n). Miguel James, poeta contemporáneo, propone una mirada sobre lo negro desde una visión moderna y actualizada, sin dejar de lado los temas recurrentes como el retorno a África. En este sentido, se presenta oportuna la ocasión para conocer dos miradas distanciadas en el tiempo sobre la poesía negra del Caribe venezolano.
En “El manifiesto de Cam” (Rodríguez, 1972:1) se hace un recorrido semántico que va desde una descripción exhortativa al negro de su condición como esclavo hasta llegar al llamado imperativo por la libertad:
Negro compañero, / de manos de zarpa y ojos de alacrán; / negro encadenado / de rotas rodillas y
gesto de cal; / negro sin bitácora / perdido en la tela de araña de la sociedad.
[…]
Negro reventado por un cataclismo / tremendo y horrible que al mundo rajó: / de un lado los
blancos con cara de espiga, / del otro tu bemba, tus ojos, tu jeta, / tu cuero curtido, tu triste bongó.
(Rodríguez, 1972:1-3)
El poeta se dirige directamente al negro y lo asume como su “compañero”, acentúa su carácter rebelde con esas “manos de zarpa y ojos de alacrán”; el negro es esclavo con cadenas, herido y feroz, sin ninguna historia, sin diario, sin bitácora que vive descontextualizado en el caos de la urbe. El poeta le recuerda al negro lo que ha sido: un ser anónimo sin pasado. Insiste con más detalle en su condición de esclavo, explotado por el blanco “cara de espiga”, que dividió el mundo trágicamente. Mientras que al colonizador, el poeta lo metaforiza en una espiga, el negro es lenguaje llano y coloquial: bemba, jeta, cuero curtido. Lo único que el negro esclavo posee como respaldo de su historia es su “triste bongó”. El poema continúa:
Aquí está mi mano, negro pestilente, / negro enchoretado de vientre caliente / perdido en los
rumbos de la Geografía. / Negro de Nigeria, de Agad, de Kodok. / Negro del neguesti blanco de
Etiopía. / Negro chafarino, negro de Morón.
[…]
Despierta ya, negro. Distiende los brazos. / Marchemos al ritmo de tu hosco tam-tam. / Que se
hunda en el polvo la frente del mundo! / Nada nos importe, negro tremebundo. / Destruyamos esto
para que resurjan sobre un campo nuevo tus patas de araña, / tus flores, tus cantos, tus frágiles cañas,
/ tu triste derecho de un trozo de pan! (Rodríguez, 1972: 3-5)
El poeta exhorta al negro a que lo acompañe, increpándole con expresiones que el blanco-espiga ha utilizado para referirse a su esclavo. Las palabras “pestilencia”, “enchoretado”, “Nigeria”, “Agad”, “Kodok” corresponderían a improperios utilizados todos como sinonimia. Esto es lo que representa el esclavo para el blanco-espiga. El poeta las usa para infundirle fuerza, que los oprobios del blanco se conviertan en fortaleza, para que al fin y al cabo despierte, marche de frente y reclame sus derechos. Es un agitador que desea que el negro tome consciencia y se libere, que con la conjunción de ambos, poeta y esclavo, podrán alcanzar la libertad:
Aquí están mis nervios, aquí están mis fuerzas, / aquí están mis versos para tu bongó. / Crujirán las
palmas, subirán los ríos / y mil cocoteros temblarán de frío / si, ñáñigo y canto, partimos los dos.
La liberación no es individual, la liberación es común. Los dos conforman la fuerza liberadora, en la que la
reiteración de las palabras agita, mueve y sacude.
En “Tamunango”3, baile típico del estado Lara, en medio de una fiesta de negros, se apela a la condición social del esclavo, al estado de dominio. Se describe el baile, se hace mención a las raíces africanas como invocación a la tierra originaria, la nueva manera de trabajar. La fiesta termina con la llegada violenta del Comisario:
En la sombra se oye sonar el tambor. / ¡Carracataplán! ¡Carracataplán! ¡Carracataplán! / Es el negro
aceite de la raza negra que empieza a chorrear. / ¡Carracataplán! ¡Carracataplán! ¡Carracataplán!
Y chilla la mina coreando el estruendo bajo del bongó. / Nervios que se tuercen entre el telegrama
/ que manda la raza desde el Tombuctú. / ¡Titraquititraqui! ¡Titraquititraqui! ¡Titraquititraqui!
(Rodríguez, 1972: 7)
Como en el poema anterior, el tambor es un elemento significante y vinculante de la cosmogonía negra. Los negros celebran el Tamunangue en honor a San Antonio de Padua, santo a quien se le pide para que combata el hambre; protege a los indios americanos, ancianos, pescadores, mujeres embarazadas. El negro baila y suda el “negro aceite”, la negra canta al ritmo del tambor, que se comunica con sus antepasados en África. Las raíces resuenan. Todos corean, chillan en la oscuridad de la noche, en la sombra del tambor: ¡Carracataplán!, ¡Titraquititraqui!
Y suena el profundo clamor del petróleo / y el látigo negro que encerró la tierra para hacer carbón.
/ El aire se ha puesto color de azabache. / Color de las barbas de Amnóm y Moloch.
[…]
Y viene la luna flotando al desgaire / con patas de hielo como un calamar. / ¿Quién echó esa caja
vacía de Shinola4 / entre la totuma negra del betún?
― ¡Cogémela, mamá! Guardála en el cofre que me vai a dá. / Me sirve pa mucho. Pa ganáme plata.
Pa limpiá sapato. / Cogémela, mama, que es pa dale lustre / a los brodequines é Pedro Juaquín.
(Rodríguez, 1972: 11)
En el primer verso, la esclavitud cambia de forma, se abandona la plantación por el petróleo, convertido en el sempiterno “látigo negro” de la colonización. Hasta el aire adquiere otro color, el nuevo color de la esclavitud, similar a las barbas de Amnóm y Moloch. Dos personajes bíblicos alegóricos a la venganza y purificación, celebración y sacrificio se conjugan en esta fiesta de negro como amenaza.
La esclavitud petrolera trae consigo la misma división abismal entre las clases. Un zapatero que implora que le guarden la crema para pulirle los brodequines a un blanco-espiga. La totuma negra donde guarda la “Shinola” para los potentes zapatos del esclavizador. La oposición de fuerzas es descomunal, totuma-“Shinola” vs. brodequines.
Esta es una poesía que establece una relación cercana, cómplice con su interlocutor negro. Es una poesía que habla de los negros y está dirigida a ellos. Las expresiones en vocativo apelan al receptor del mensaje, en un diálogo próximo a una realidad muchas veces desdeñada por la historia oficial, dado que lo que se conoce es la historia de los vencedores blancos, grandes héroes constructores de sociedades y destructores, en este caso, de la negra. El dominio por sobre todas las cosas.
A los negros se les nombra, se les convierte en palabras, el poeta los visibiliza al evidenciar:
- una compañera: ―Miráme, mi negra. Miráme mi negra. Ponéme cuidao. (Rodríguez, 1972: 9)
- una familia (mamá-hijo): ―¡Cogémela, mamá! Guardála en el cofre que me vai a dá. (Rodríguez, 1972: 11)
- otros compañeros: ―¡Jocico é tetero! / ―¡Mi catira linda! (Rodríguez, 1972: 10)
- ¡Eepaa! ¡El Comisario! Que coja ca uno su mono y su jembra […]. (Rodríguez, 1972: 11)
El negro no está solo, ni es una idealización de una imagen lejana de alguna poesía romántica. El lenguaje utilizado es familiar, coloquial, popular, tal como los negros lo usan. Hay una intención expresa en que se genere un acercamiento sin intermediaciones. El diálogo es bidireccional, es apelativo. Hay un llamado consciente al ser negro, a lo que se es como negro. El negro no habla el idioma blanco de la academia. El negro ha ennegrecido el idioma y eso es un valor cultural que reivindica el poeta. El negro es jeta, es jocico, es jembra, es sapato, es bongó, es enchoretado y canta a gritos al ritmo del ¡Carracataplán! y del ¡Titraquititraqui!
No obstante, se traen a la memoria las relaciones señor-esclavo. El poder del dominante y su despotismo se enfrentan al negro amedrentado y sumiso:
―¡Eapaa! ¡El Comisario! Que coja ca uno su mono y su jembra que áhi mesmito viene toa la
Comisión. / ―Cogé el tamunango tú, naris é jacha. / ―Y tú la camasa, pelo é chicharrón…
Silencio profundo. En la noche negra / se escucha el aullido de un perro cansón. / Ululan los vientos
en la cornucopia verde y arrogante de los almendrones. / Zumban los zancudos entre la maleza y
el río silencioso copia las cabezas / de los negros que huyen por el callejón. (Rodríguez, 1972: 11)
Después de la algarabía y el bullicio, el patrón irrumpe y se hace un silencio opresor en la negra noche, en donde un perro aullador amenaza para reprimir, celador de los intereses del blanco-espiga.
Rodríguez Cárdenas propone la poesía como instrumento utilitario de creación de identidad, de reconocimiento de la condición negra maltratada, de recordatorio de los orígenes africanos y de su liberación como ser con derechos.
En otro orden de ideas, Miguel James, poeta de origen trinitario, entre su gran variedad de temas poéticos, también se ha enfocado en poetizar la voz negra, ya con una concepción actualizada y moderna. Destaca su potente capacidad de síntesis, en la que epitoma las imágenes y a la vez las lanza hacia el ámbito de la veracidad.
En “Caribe” el poeta caracteriza quiénes somos y cómo somos:
Vivan las danzas sensuales
El no hacer nada
Los besos dados bajos los cocoteros
Que viva el ron
Viva el sol
Viva este Caribe del carajo. (James, 2007: 415)
Qué es el Caribe? Es el lugar complejo donde cohabitan negros, mulatos, chinos, franceses, holandeses, indios, paquistaníes, conformado por una gran complejidad de contextos particulares, especialmente el insular. Es el amplio terruño donde se habla inglés, español, francés, holandés, creol, patois. Es un crisol de mundos. James nos dice de manera abierta que a todos los caribeños nos gustan las danzas, la flojera, la pasión, el alcohol, el sol. Este poema aglutina un pensamiento, en cuyo tamiz solo se cierne una identidad. Esta visión integradora podría constituir una forma identitaria de reunir tanta complejidad cultural.
En “Tierras de Ghana” invoca el recuerdo triste del suelo africano. Tiene consciencia de la existencia de esa otra tierra, aunque no la conozca posee algunas referencias, pero sabe que de ahí proviene:
Me han dicho / Que en Harare / El clima / Es templado / Y andan / Los guerreros / Como
enfrentando / Al viento / También me han dicho / Que en Nairobi / Los monos / Invaden las casas
/ Y comen / Cuanta fruta / Encuentran / Yo escucho / Y lloro / Recordando / Las Tierras de Ghana.
(James, 2007: 200)
Un rumor, un cuento, una leyenda popular recorre la conciencia del poeta para extrañar con dolor emocional: la tierra de otrora, la de sus antecesores. Espacio en el que la vida se asume diferentemente, la nostalgia conlleva la comparación, y las cosas no son mejores ni peores, solo son: el clima es templado, los fenómenos naturales son tan feroces y bárbaros que se enfrentan con guerreros; los animales salvajes se introducen en las casas para comer. Tres lugares de negros que contienen el clima deseado, la bizarría de sus pobladores y lo salvaje de sus animales.
Para James su familia se extiende fuera de Trinidad y Tobago, que a su vez es origen de la humanidad. En “Trini” podemos apreciarlo:
Yo nací en Port of Spain / Hijo de Lilian / Primogénito de Michael / Nieto de Edna / Bisnieto de
Du / A otras islas se extiende mi parentela / Al jardín africano donde el primer hombre a la primera
mujer amó / […] / Tierra perfumada por inciensos de Oriente donde el roti alimenta / […] / Yo
vengo de una nación china de opio y Tao / De Ying y Yang y agridulces ciruelas / Yo nací en Trinidad
unida por el mar a Tobago / Lugar donde piratas europeos saquearon aldeas de caribes y arahuacos
(James, 2007: 85)
El “yo” proviene de múltiples raíces, de Lilian, de Michael, de Edna, de Du y si se extiende hacia otros horizontes es para crear el Caribe, lo que muestra que la conformación de la región también proviene de distintas tierras y familias; de diversos sabores y olores de otras procedencias. No obstante, además de la belleza caribeña, también denuncia el poder colonizador de Europa.
Asimismo, sus poemas tienen una connotación sexual muy exaltada, en el que el goce es aceptado sin prejuicios. En “Una negra como una canción”:
Una Mujer Negra sale de mis sueños y se acuesta en mi lecho / Una Mujer del color de la Noche /
Una Haitiana de chocolate pinchada de alfileres / Una Africana con sexo de Pirámide Invertida /
Una Akua Ba / Una Mujer Negra sale de mi Noche y se instala en mi Día / Una Flor de Botswana
/ Una Pigmea / Una Negra como una canción / Una Labriega / Una Mujer Negra llamada Ayoka
me besa / Kemba es Hermosa Kemba es mía / La Virgen de la Roca Seca es mi Señora / Una Mujer
Negra desde el fondo de mi corazón me dice Adiós / Yo desde el fondo de mis Ojos la beso / A Ella,
la que me cabalga de Noche / Una Negra / Una Negra… (James, 2007: 386)
A la mujer negra se le arrogan tanto atributos que funcionan como sinónimos; la geografía, la cultura, la religión, el inconsciente, le pertenecen a ella. Es un poema netamente denotativo, sin segundas lecturas. Poema directo, en el que la mujer es un astro que gira alrededor de él. El color, el día, la noche, la flor, la virgen se relacionan secuencialmente para mostrar la fugacidad del momento. Una negra tan grande como la noche y tan fugaz como un beso. Ella está inmersa en la cosmogonía africana, la que evoca, desde un “yo”, para salvaguardar en la memoria el vínculo enraizado de su origen y apropiarse de ese universo.
En “Pinga Bonita”:
Yo Soy el Negro más Lindo del Solar / Arraso a las Hembras más guapas y atrevidas de la población
/ Y todo es / Por mi pinga Bonita. (James, 2007: 200)
El negro se siente orgulloso de lo que es, exalta su belleza que siempre ha sido oprobiosa para los blancos-espigas, es guapo y seduce, y con el sexo asola a las mujeres. No deja de llamar la atención como “arrasa” sin dejar destrucción, el verso se encuentra ubicado en el ámbito positivo del significado. El negro, y por extensión la cultura negra, es hermoso y posee gran sensualidad. Miguel James apunta hacia las raíces negras de su origen, en el que el Caribe ocupa un sitio esencial.
En el poema “Raza africana”, James exalta la negritud elevándola al nivel de personajes importantes en el mundo, tanto del ámbito musical como del ámbito político y literario. Para el poeta, el negro es hermoso, encanta con su música de este a oeste del continente africano, llena de luz el orbe y alcanza el firmamento. No hay duda de que la negritud es un aspecto relevante y de gran impacto; personajes como Frederick Douglas, Mandela y Zumbi son portadores de fuerza, lucha y liberación; Bob Marley, Billie Holliday, Tina Turner, son el compendio de los músicos negros más excelsos. En conjunto logran un recorrido que transita desde el siglo XVII hasta nuestros días; vale decir, que los negros han contribuido también con el desarrollo del mundo y la emancipación social y política.
La etnia negra les pertenece como poesía, como canto, como lucha y como arte. También le pertenece al mundo.
Raza / Bella / Que canta / Raza / Que encanta / Raza / Mía / Y de Bob Marley / Raza Africana /
Lanza / Tu amor / Sobre / El mundo / Y danza / Raza / De / Frederick Douglas / Y Billie Holliday /
Raza / De Etiopía / Y de Nigeria / De Mandela / Ilumine / El sol / El amanecer / De / Tus doncellas
/ Sea / La Luna / Madre / De / Tus hombres / Raza / De Tina Turner / Y / De Zumbi / Raza / Mía
/ Y / De las estrellas / Raza / Que canta / Y encanta. (James, 2007: 290-291).
De la misma manera, en el poema “Ojo de África”, el continente negro como reservorio de la cultura negra, se dibuja como un territorio desde donde se observa para resguardarlo y cuidarlo. El poeta es una especie de dios que vigila, al ritmo de los tambores, su terruño para conservarlo horro, que con sangre y victoria, pudo liberar al pueblo de la esclavitud.
Yo / Ojo de África / Diamante de la mina más profunda / Absoluto Rey de los Bárbaros / Sol de
los Libres / Y León en Su Pradera / Escucho atento al sonar de setecientos mil Tambores / Y las
promesas de Sangre y de Victoria juradas por nuestros Dioses. (James, 2007: 315).
Por otro lado, también hay que comentar que la mujer juega un papel distinguido en la poesía de Miguel James. Para él, es motivo singular de seducción, arrebato y belleza. En “Negra preciosa”, la mujer es fruta jugosa y felino, cuyos ojos se dirigen indefectiblemente al poeta para luego poseerlo y florecer resplandeciente en la alborada. La mujer, entonces, en este poema, es un ser amenazante que purifica el cuerpo.
Tus labios parecen pulpa de níspero / Negra preciosa / Tu cuerpo semeja una pantera / Dardos
veloces son tus ojos / Tus piernas se elevan como palmeras / Tu sexo es el mar profundo en que me
sumerjo / Para surgir radiante y puro en el amanecer de todas las auroras. (James, 2007: 385).
Comparando la poesía de Rodríguez Cárdenas y de James, las coincidencias son muy estrechas, y aunque las separe 60 años de producción, el ser negro es motivo de expresión poética. Una es plétora de baile, de ritmo, música y tambor; menciona al negro directamente para llamar a su consciencia y exponerle lo que le han horadado, utiliza la expresión oral para acercarse sin mediadores. Lo deshonroso que construyó el blanco sobre la imagen del negro, Rodríguez Cárdenas lo exalta como valor fundamental del ser negro. La otra poesía, la de James, es reflejo de la cotidianidad del negro, de sus temas comunes sufridos y alegres. Temas marcados por el cuerpo, el ritmo y la música, en donde el negro es exaltado hasta lo divino. Poesía franca.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
JAMES, Miguel (2007). Mi novia Ítala come flores y otras novias. Mérida: Ediciones Mucuglifo.
RODRÍGUEZ CÁRDENAS, Manuel (1972). Tambor: poemas para negros y mulatos. Caracas: Ediciones
de la Contraloría General de la República.
NOTAS
1 Serían islas dentro de la región continental, debido a la particularidad lingüística en comparación con el español que se habla en toda la región.
2 Aunque Miguel James es trinitario, vive desde los 6 años en Venezuela, en consecuencia se le considera venezolano.
3 Tamunango es el tambor que se utiliza en la danza folklórica Tamunangue, término ya en desuso.
4 “Shinola” fue una marca estadounidense que se utilizaba para pulir zapatos. Fue muy popular a inicios del siglo XX.