Dios tierno,
que sostienes
con tus manos limpias
mi nube, mi casa,
mis suspiros rotos,
mi rostro trazado
con lápiz de grafito
mis manos cansadas
Señor, donde vives,
¿hace calor, ruido?
¿Hay oscuridad,
cocuyos y grillos?
Quiero llegar hasta allí
¿Hay llovizna al alba,
rocío dulce, viento de azahar,
flores de duraznero,
pasto verde nuevo?
La fragancia de azahar
un verso breve
en mi mano
debajo de la almohada
Cartas de amistad
en mi cuaderno
palabras rosas,
lirios blancos
En mi jardín
se impregnó
tu fragancia tibia,
de las blancas magnolias.
Al amanecer
regresa el aroma leve
de la flor blanca.
Mi rostro, nenúfar
abierto en el estanque
se ofrece sutil.

Rocío compasivo
no sabe de cuitas,
sólo lava tu cara.
Mis desvelos
pliegos de almidón e hilo
en mesa de noche.
¿Te son del agrado mis nostalgias
mis amigos vacíos,
el olor húmedo en las paredes?
¿Te son del arado mis andanzas,
mis escapadas?
para mí tan necesarias,
mi tarea de desvelarme,
escribiendo
contando anécdotas
A cántaro roto
A cántaro roto
la mirada,
El tropiezo,
el dedo gordo, las rodillas
y mis manos,
la lluvia,
la piedra,
El río,
el clavo,
la espina.
La rabia o el dolor,
qué más da,
Si todo golpea
como un martillo
y se va
Casa de trinos
Mi pequeña casa
está rodeada de trinos
Aunque no haya nadie
a mi lado
Aquí hay una caja de voces
que no se cierra.
que adormecen
que ahuyentan
-tarde a tarde-
la pena del rostro
