literatura venezolana

de hoy y de siempre

Reynaldo Pérez Só en la ventana

Sep 27, 2025

Por: Luis Alberto Crespo

Secreto, recogido, sin alarde alguno, Reynaldo Pérez Só da a conocer su segundo libro de poemas, Tanmatra, editado por el autor y con ilustraciones de Santiago Pol. Su primer libro, Para Morirnos de Otro Sueño fue editado por Monte Ávila hace ya algún tiempo. Nadie, o casi nadie dio cuenta de su aparición. Poco importa, Reynaldo Pérez Só, como Henri Michaux, «no frecuenta esos lugares».

Tanmatra, al igual que Para Morirnos de Otro Sueño, propone una poesía dicha en voz baja, musitada casi y donde la palabra es paisaje, árbol , pájaro, río. Para Morirnos de Otro Sueño nos entregaba la voz de quien no osa perturbar el orden de las cosas, el ritmo de la memoria dada a las andanzas de lo perecedero: la infancia, los primeros días. Tanmatra dice más bien de la reflexión interior. La palabra recorre un breve espacio, se deshace luego en polvo, en cosa dentro del yo que la nombra.

Poesía de los adioses ésta de Reynaldo Pérez Só, poesía de despedidas. El poeta intenta en vano poseer por la palabra aquello que no es sino quimera, engaño. Por ello Tanmatra es un lugar de nostalgias. La memoria evocadora se contenta con fundar una realidad que aunque perecedera -ella morirá con el poema- nos permite identificar las formas a través de las cuales el ser se manifiesta. El rostro de Pessoa, las manos de Rosalía de Castro y la antigua mirada de los poetas chinos, pasan por estas aguas.

Como ellos la palabra es instrumento, utensilio encantatorio que borra todo límite entre el aquí y el allá. El poeta, el hombre que habla, es uno con el tiempo y el espacio. Es olvido: No me anima / vivir / pero no canto no canto / nada. / Ustedes me olvidan / suave el aire la / violencia del aire / un pájaro se alza / se alza.

En Reynaldo Pérez Só la palabra se volatiliza, apenas si toca el blanco de la página, apenas si imprime su huella de pájaro mínimo sobre la superficie siempre blanca del poema. Esta palabra que es alegría, precepto místico o simple evocación del instante no llega jamás a interrumpirse porque no está sujeta a nada racional, a nada que no sea respuesta de la memoria sumergida en lo más inocente del yo.

*Publicado en el número 216 de la Revista Nacional de Cultura

Deja una respuesta