Luis Alberto Crespo
Ese árbol
moviéndose conmigo
Ese paisaje con patas
entre las hojas blancas de los rucios
y que después oigo
afuera y más
forcejeando por sacarse la tempestad
por abatirse él mismo bajo el hacha
y alcanzar la otra altura
Yo fui su pájaro
pero era él quien se espantaba
Él era su vuelo
***
Jamás quise frenarlo
por miedo a que no existiera
Nunca esperó a su jinete
Cuando lo mirábamos ya era muy tarde
Una gran herida parecíamos sobre él
Así duró
más rápido que su muerte
Voló con corazón y todo por un caño
Su relincho
era el único confín que se veía
Siempre fue mediodía para montarlo
Lo recuerdo cuando queman
***
Encontré al enlutado
En su fin
Me bastó su hermosura su inexistencia
Comía del musgo que le dicen lamedora
donde oscurece pronto
Antiguo en el alambre
ese horizonte donde comienza lo purísimo
Comía el pasto nublado
Soportaba una tierra transfigurada por el ganado enloquecido
y el dolor
Dura
secándose sobre él
En él
***
Esa oscuridad con la que volteaba
Esas maneras de tapiado en el relincho
Suelto
volvía a ser mentira
Era cerrero
seguía cerrero
Sentimental
Suyo fue el yermo
Alzaba
con el polvo
lo que fuimos dormidos
Había un pájaro entre él y yo
porque escuchaba su vuelo entre mis piernas
Paraulato huesudo
con ese galope por el barranco en el ala
***
De tanto correr
ya fue
De tanto irse
nunca estuvo
Lo bañaba
pero sólo se secaba su sombra
Cabalgarlo
es ya su recuerdo
De su nombre
oigo el pájaro
De su nacimiento
huelo la carroña
He ido por él
esta mañana
y me quedo con la soga
bajo el cuello
***
Lo llevo del corazón al patio
por la rajadura de lo ido
Con ese gavilán en los nervios
Sin apoyarnos ya
sobre lo que yace
y no cesa
Desde donde dice adiós
hasta donde se ven las marcas de los gritos
Hay más pasto que lo que saben de nosotros
Hay más de ayer
Caballo largo
sin ninguna hoja
Sabe a sangre decirle alazán
***
Te nombro de nuevo y mi primo está en el dique
barajustándote
desnudo como un griego
y nosotros somos sus bárbaros
con los harapos de pasar sol
por las orillas
Te nombro otra vez
y está más adelante
subido a ese relámpago blanco
que nos asuela
El fin del mundo era su risa
Carora Carora te digo
y el río trae todo el pasado
y yo huyo con los matones de pájaros
el grito en la espalda como una puya
los cascos hoyando
acabando con lo que fui
***
Yo trataba su sombra con gritos
Se detenía en la candela
porque le gustaba la claridad viviente
y era el intocable
el jamás
Hizo un círculo un precipicio pasando
y con sus cascos nos pisaba lo hondo
Duro de boca
apenas lo sujetaba la rabia de saberse visible
Su jadeo me daba en la cara en la memoria
Era él
pero sólo cuando rozaba el espinar
la casa sangrienta
***
Vi a José Ignacio Artaona
alzarle la mano
tutearlo frente a los ruciomoros de ojos sucios
secretos que se protegen con el olvido
y a los castaños del otro mundo que nos observan con desaire
Tenía la marca del hierro en el anca como un epitafio
y su orina fue el único resplandor en el quemado
Artaona le amarró la falseta más espinosa en el pescuezo
le enloqueció la mirada con un trapo
y lo obligó a salir a lo más fiero de la Trinidad de Arauca
Le lanzó la silla encima como un animal sin entrañas
La boca de la cincha le mordía el lado del espíritu
Cuando Artaona subió al caballo
y lo golpeó duro para que fuera
se puso viejo y murió y volvió a nacer
Estuvo arriba noches y noches
estrellado
y estuvo aquí en sus huesos
calcinándose
Era un caballo para jinetearlo de perfil
darle por tierra la desmesura
donde el sur da la vuelta
y comienza el destino
Vi después a Artaona bajarse del caballo
Venía sobre sí mismo
destruido desollado místico
***
Tú y yo
conmigo
en eso sin tiempo que son los corrales
saliendo del sueño
con la espuela
parados en la errancia
esquivando lo fijo
Poca cosa uno
los dos
La tierra es nada bajo los cascos
Quienes esperan por nosotros nos adivinan
desde la punta de algo
una y otra vez
y más nunca
***
Búscame a mí
Enséñame quién me tiene pastizal
Por las muchas veces que tuve que escarbar
para sentirme
Prueba de esa briza que soy o era
Toma de raíz lo que me viste de duelo
y sácame con los dientes del caballo
de lo desconocido
A mí
a mi después perplejo
y efímero
***
Soy dos
soy mi hermano
el de este lado del hombro
que me empuja y me precipita
y el que hace barrancos con la mano
en los adioses
Caballo eras
y yo no sabía
Cebruno tardío
De mil ninguno
Como el que sueña y no vuelve
***
Quédate muerto
que ya regreso
No te muevas de la pupila
Bajo el párpado hacen señas
La lágrima está sin una nube
Si llegas
Si blanqueas
asegura más el estribo
Dile alazán a eso
El casco se hunde porque eres tú
Pero no te engañes
Faltan muchas leguas para la desolación
para que puedas resplandecer
***
Te digo que mi caballo es negro
porque estamos solos
Porque se oye el paso
lo que dicen los pasos para siempre
y nos aguarda lo que transfigura
el arenal
Te digo que mi caballo es negro
Porque ya no me separo de mí cuando lo abandono
y lo real no me devasta