literatura venezolana

de hoy y de siempre

Señores de la distancia

Jul 10, 2022

Luis Alberto Crespo

Ese árbol

moviéndose conmigo

Ese paisaje con patas

entre las hojas blancas de los rucios

y que después oigo

afuera y más

forcejeando por sacarse la tempestad

por abatirse él mismo bajo el hacha

y alcanzar la otra altura

Yo fui su pájaro

pero era él quien se espantaba

Él era su vuelo

***

Jamás quise frenarlo

por miedo a que no existiera

Nunca esperó a su jinete

Cuando lo mirábamos ya era muy tarde

Una gran herida parecíamos sobre él

Así duró

más rápido que su muerte

Voló con corazón y todo por un caño

Su relincho

era el único confín que se veía

Siempre fue mediodía para montarlo

Lo recuerdo cuando queman

***

Encontré al enlutado

En su fin

Me bastó su hermosura su inexistencia

Comía del musgo que le dicen lamedora

donde oscurece pronto

Antiguo en el alambre

ese horizonte donde comienza lo purísimo

Comía el pasto nublado

Soportaba una tierra transfigurada por el ganado enloquecido

y el dolor

Dura

secándose sobre él

En él

***

Esa oscuridad con la que volteaba

Esas maneras de tapiado en el relincho

Suelto

volvía a ser mentira

Era cerrero

seguía cerrero

Sentimental

Suyo fue el yermo

Alzaba

con el polvo

lo que fuimos dormidos

Había un pájaro entre él y yo

porque escuchaba su vuelo entre mis piernas

Paraulato huesudo

con ese galope por el barranco en el ala

***

De tanto correr

ya fue

De tanto irse

nunca estuvo

Lo bañaba

pero sólo se secaba su sombra

Cabalgarlo

es ya su recuerdo

De su nombre

oigo el pájaro

De su nacimiento

huelo la carroña

He ido por él

esta mañana

y me quedo con la soga

bajo el cuello

***

Lo llevo del corazón al patio

por la rajadura de lo ido

Con ese gavilán en los nervios

Sin apoyarnos ya

sobre lo que yace

y no cesa

Desde donde dice adiós

hasta donde se ven las marcas de los gritos

Hay más pasto que lo que saben de nosotros

Hay más de ayer

Caballo largo

sin ninguna hoja

Sabe a sangre decirle alazán

***

Te nombro de nuevo y mi primo está en el dique

barajustándote

desnudo como un griego

y nosotros somos sus bárbaros

con los harapos de pasar sol

por las orillas

Te nombro otra vez

y está más adelante

subido a ese relámpago blanco

que nos asuela

El fin del mundo era su risa

Carora Carora te digo

y el río trae todo el pasado

y yo huyo con los matones de pájaros

el grito en la espalda como una puya

los cascos hoyando

acabando con lo que fui

***

Yo trataba su sombra con gritos

Se detenía en la candela

porque le gustaba la claridad viviente

y era el intocable

el jamás

Hizo un círculo un precipicio pasando

y con sus cascos nos pisaba lo hondo

Duro de boca

apenas lo sujetaba la rabia de saberse visible

Su jadeo me daba en la cara en la memoria

Era él

pero sólo cuando rozaba el espinar

la casa sangrienta

***

Vi a José Ignacio Artaona

alzarle la mano

tutearlo frente a los ruciomoros de ojos sucios

secretos que se protegen con el olvido

y a los castaños del otro mundo que nos observan con desaire

Tenía la marca del hierro en el anca como un epitafio

y su orina fue el único resplandor en el quemado

Artaona le amarró la falseta más espinosa en el pescuezo

le enloqueció la mirada con un trapo

y lo obligó a salir a lo más fiero de la Trinidad de Arauca

Le lanzó la silla encima como un animal sin entrañas

La boca de la cincha le mordía el lado del espíritu

Cuando Artaona subió al caballo

y lo golpeó duro para que fuera

se puso viejo y murió y volvió a nacer

Estuvo arriba noches y noches

estrellado

y estuvo aquí en sus huesos

calcinándose

Era un caballo para jinetearlo de perfil

darle por tierra la desmesura

donde el sur da la vuelta

y comienza el destino

Vi después a Artaona bajarse del caballo

Venía sobre sí mismo

destruido desollado místico

***

Tú y yo

conmigo

en eso sin tiempo que son los corrales

saliendo del sueño

con la espuela

parados en la errancia

esquivando lo fijo

Poca cosa uno

los dos

La tierra es nada bajo los cascos

Quienes esperan por nosotros nos adivinan

desde la punta de algo

una y otra vez

y más nunca

***

Búscame a mí

Enséñame quién me tiene pastizal

Por las muchas veces que tuve que escarbar

para sentirme

Prueba de esa briza que soy o era

Toma de raíz lo que me viste de duelo

y sácame con los dientes del caballo

de lo desconocido

A mí

a mi después perplejo

y efímero

***

Soy dos

soy mi hermano

el de este lado del hombro

que me empuja y me precipita

y el que hace barrancos con la mano

en los adioses

Caballo eras

y yo no sabía

Cebruno tardío

De mil ninguno

Como el que sueña y no vuelve

***

Quédate muerto

que ya regreso

No te muevas de la pupila

Bajo el párpado hacen señas

La lágrima está sin una nube

Si llegas

Si blanqueas

asegura más el estribo

Dile alazán a eso

El casco se hunde porque eres tú

Pero no te engañes

Faltan muchas leguas para la desolación

para que puedas resplandecer

***

Te digo que mi caballo es negro

porque estamos solos

Porque se oye el paso

lo que dicen los pasos para siempre

y nos aguarda lo que transfigura

el arenal

Te digo que mi caballo es negro

Porque ya no me separo de mí cuando lo abandono

y lo real no me devasta

Sobre el autor