literatura venezolana

de hoy y de siempre

Cuentos breves de Stefanía Mosca

Sep 10, 2022

El sapo

Persigue un espejo amable en los recodos del pantano. En la musgosidad de las piedras. Busca una deformidad afuera que corrija la implacable precisión del lago. El sapo salta ágil como si fuera una gacela, y su croar es para un sapo –cualquiera que se respete–, el canto mejor para ofrecerle a la indiferente luna. La luna de los poetas y de los amantes rosa. La luna, imponderable. La luna de plata, la luna yerma, la luna increíble de Neil Armstrong con su cursi banderita en la mano. La luna, la diosa de las mareas y de las creaturas en junio. La luna, sola, destacada, seductora, voluble. La luna: el paisaje de mis noches, y las del sapo, que canta hermoso como se siente y salta para apartar el reflejo de las aguas tranquilas y transparentes, y busca en las turbias su rostro mejor. Porque desde un principio, desde el primero y último y todos los que faltan, el sapo se enamora un buen día de la luna, no puede olvidarla y muere melancólico en un salto imposible.

Casadera

Camino lento el mar de plata que me acoge. Hay jazmines en el patio todavía, pero cuál es la casa, yo sé de los rostros en la espera, cabizbajos, lentos.

No pueden resolverlos. Así que recojo los hilos, las agujas, el dedal. Mañana termino el vestido. Es como una capa de lino azul, es para la fiesta como un escudo.

Quiero el cabello largo y el amante dispuesto cuando suceda.

—¿Y ahora? –se dijo.

—Ahora, espera –le respondió una voz–. Ten aún un poco de paciencia y ya verás.

En el momento justo la oruga se despertó y ya no era una oruga.

Salió del capullo con dos alas preciosas, pintadas de vivos colores, y rápidamente voló a lo más alto del cielo.

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