literatura venezolana

de hoy y de siempre

Estuvieron cerca los almendrones mientras creímos haber amado

Jun 8, 2022

Luis Manuel Pimentel

Las bestias 

a esta hora las golondrinas están durmiendo

y los venados ya tienen hambre,

les llevo el mensaje de tus labios

con los que fundo el deseo

y la pasión desmesurada

a las piedras que seguimos lanzando al rio.

 

Tus manos quieren volver apretar el mundo

y jugar a tocar la cima de la montaña

caminando por la nieve.

 

Amor,

el ave que veo desde la ventana nos llama

invitándonos a observar el reflejo

de las distintas bestias que guardamos

detrás de nuestros tórax.

 

 

Estamos perdidos

“Los paraísos que soñé están en algún recodo de la Vía Láctea”.

Rafael Cadenas

 

El olor de las paredes cambió

tu aliento ya no está

se ha borrado

en cada pisada de los pájaros

sobre el techo.

 

Las sábanas y los pecados

flotaron en distintas lavanderías.

 

El sol te sale más temprano:

caminaste a otra dirección

para llegar al Aeropuerto Internacional

de donde has querido partir.

 

Todavía ando por las trochas de la montaña

buscando entre los árboles

escritos sobre remedios

para curar la cuita.

 

Evocación

Algunas cosas me desquician:

como la sopa que se acaba antes del amanecer.

 

Le ruego a José Gregorio Hernández

que me cure esta gripe que me tiene sin sabor

de esta falta de sentir tus sales.

 

Alterado,

como una onda musical

que se perdió en un violín borracho,

tu cuerpo se me afinca en la clavícula,

evocación

de varias vidas pasadas.

 

 

Pesadumbre el pan  

El cemento en esta ciudad abunda

me tomo un café y trato de buscar

en la mano que me lo sirve tu falangeta,

la mano completa, tu brazo y con el codo

descifrar los planos que me llevan a la sonrisa

después de tomar por las riendas

el deseo fantasmal de tenerte.

 

El cemento empieza a marcar el duro silencio

callada, en esta noche de abril

el árbol se siente triste.

 

Trato de renunciar a este sentido

y lo que hago es alimentarlo,

busco en otros ojos tu mirada

y no la encuentro,

busco tus manos

y no las encuentro,

alimento el significado de tu ombligo

y me pierdo en el mapa

que aprendí a trazar contigo.

 

Entonces, llego al devaneo

de lo que quiero estando lejos,

y prefiero esperar

en la fantasía de tu tiempo;

pretendo ubicarte

y de veinte llamadas tres me caen

pregunto por ti, y ya no estás como antes

 

ahora empieza,

la etapa del olvido.

 

 

Pierna

Una pierna flaca viene a mi

quiero tocarla

masajear esa batata con poca carne,

sentir que sus huesos me raspen,

tocar los muslos

ser un gato, un perro,

descubrir las alas de su vientre,

colgar la pantaleta en algún lugar de la ventana;

quitarle la parte de arriba del torso

ser, en la forma primaria, segundaria, terciaria,

 

ya siento los cuchillos afilados de sus ojos

en mi garganta, los cierra

dos piedras chochan echando chispas,

 

se prende la cama.

 

 

Sobre la mesa del instituto

El cabello liso,

sonrisa que muestran sus dientes grandes,

los pies cubiertos de una piel sintética,

la mano derecha la mueve hasta su oreja

que se roza con suavidad.

 

El codo apoyado sobre la mesa del instituto,

 

piernas flacas y esbeltas

ojos alerta

que tratan de mirar

los tigres invisibles que la persiguen.

 

Tocando el alba de una sonrisa

camino despacio por su sexo.

 

 

Clic

Vi de nuevo

tu boca ardiente

fundiéndose con

las canciones de Elvis Presley.

 

Las notas subían,

y el chillido

de gata liberada también.

 

Tiempo después estamos

en el mismo lugar,

en la memoria

del sueño erótico

que se prende

con un clic.

 

 

Tersa y virtual

La doble metáfora de tu rostro

 

pantalla           imagen

 

donde surge un canto

interesado por lo secreto.

 

Aparecen sentencias

leyéndome el tarot desde tu nido,

jugando a descubrir

los helechos que cuelgan

en mi habitación.

 

 

Un balcón cerrado

Tu senos son

la parábola del viento que levantó cantos oceánicos”

Orlando Pichardo

 

Habría que pensar

en la noche y la parranda

o en el bolero

que escuchaste antes de leer esto.

 

La gran velada en tus manos,

sombras de fluxus,

y en el porvenir

tu arte.

 

Atrás,

quedaron las montañas

con el sol de los venados

y un pájaro de oro,

que vino a decirme:

 

“sus senos

pronto volarán sobre ti”.

 

 

Los colores del collar

La bomba estuvo guardada

dentro de la gaveta

al estallar, se regaron todas

las pepitas de colores

que colgaban de tu cuello,

aquel que heredaste

luego de la tragedia de tu madre.

 

Creí que podrías sostener

toda la policromía del mundo

pero qué va,

las nodrizas pasajeras

los pájaros de fuego

los avestruces voraces

empezaron a danzar en tu conciencia

y caíste al piso

como colmena llena de miel.

 

Azules drásticos inmolaron tu dentadura

tuve que haberte mandado a reparar las muelas,

pero los esmaltes se quiebran

y donde un día decía

 

—Hola—

 

en miles de partículas se fragmentó el adiós.

 

Anda y cásate con los zopilotes

que buscan picotear tus caderas,

demuéstrales que esa ciudad es tuya

que las calles y los edificios

pronuncian tu musical nombre,

envueltos

en el misterio en tus hermosos pies.

 

 

En órbita crepuscular

Estuvieron cerca los almendrones

mientras creímos haber amado

se transcribieron los versos azules de Darío,

de Vicente y de Fabián,

en órbita crepuscular.

 

La pata de la cama quebrada,

mientras la cámara fotográfica

quedó abierta al instante irrepetible

 

entonces, fueron apareciendo en el techo

las formas del fuego

pegados a unos acordeones,

con un vaso de cerveza, donde al fondo,

se veía un polvo rosado de pastillas

para dormirme.

 

Y ese guiño tuyo

que me invitó a comer la pasta

configurando los espacios

en estaciones callejeras

 

de Santa Isabel para la Sucre

de la Libertador a la carrera 15,

y arriba en la nube 421

un pájaro iba filmando el recorrido

parecido a los molinos de Huidobro.

 

Imágenes,

que se van tragando los sentidos

que se van juntando entre las gotas

que nos despiertan

a las 5 y 30 de la mañana.

 

 

Un soplo sostenido

Dieciséis dedos de distancia

entre tu nariz y la mía

 

en el soplo irreverente del encuentro

fumas y mueves el pie

al ritmo de la salsa

 

carne de mi sembradío,

en este templo

el aliento de mi futuro

te invita a sentarte

a mi lado

a la deriva.

 

 

Lengua de gato 

En una mueca de tus labios,

se van cociendo

gemidos intermitentes

en el legado eterno del roce.

 

Con tus lamidos construyes

el enigma de las mariposas azules

y los granos de bronce.

 

Tu lengua flor de la esperanza

de un mestizaje aparente,

y los recuerdos de gata cachorra

en un soplo del viento,

remueve los sueños.

 

Sudores

fricciones

de nuevo tu boca

que se abre

en una ensoñación

de dos gatos

revolcándose.

 

  

Reloj de arena

Ahora la pasa conmigo

a la deriva

reconstruyendo la vida,

hablando sobre cómo otros amores

se han posado en tus blancos pechos.

 

Hoy los caminos son distintos,

están marcados

por el trazo

del cuello de la luna.

 

*

 

Saliendo del trabajo

Noche clara,

el transporte anaranjado

que me lleva a la casa amarilla

comer un par de sánduches blancos

quitarme los zapatos grises

las medias negras

sentado en la silla azul

fumar un cigarrillo ocre

el cenicero transparente

fuego azul – amarillo

 

todo a la mano

y sin ti.

 

*

 

 

 

Espera

“Ámame

detrás de los gendármenes y los que hablan de justicia”

Blas Peroso Naveda

 

La magia de tu rostro:

 

esa forma figurativa acaballada

que llegó hasta mí recién bañada

con ganas de saberte

aurora,

fantaseando en la utopía.

 

En la sala del teatro,

sentados en las butacas rojas

me mostraste tus piernas de periodista

con ese tutú blanco que te queda tan divino.

 

En la espera de vernos

quiero hacer con mi lenguaje

una escultura

de ti.

Sobre el autor

*Ilustración: El beso, Ramón Pimentel

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