Luis Manuel Pimentel
Las bestias
a esta hora las golondrinas están durmiendo
y los venados ya tienen hambre,
les llevo el mensaje de tus labios
con los que fundo el deseo
y la pasión desmesurada
a las piedras que seguimos lanzando al rio.
Tus manos quieren volver apretar el mundo
y jugar a tocar la cima de la montaña
caminando por la nieve.
Amor,
el ave que veo desde la ventana nos llama
invitándonos a observar el reflejo
de las distintas bestias que guardamos
detrás de nuestros tórax.
Estamos perdidos
“Los paraísos que soñé están en algún recodo de la Vía Láctea”.
Rafael Cadenas
El olor de las paredes cambió
tu aliento ya no está
se ha borrado
en cada pisada de los pájaros
sobre el techo.
Las sábanas y los pecados
flotaron en distintas lavanderías.
El sol te sale más temprano:
caminaste a otra dirección
para llegar al Aeropuerto Internacional
de donde has querido partir.
Todavía ando por las trochas de la montaña
buscando entre los árboles
escritos sobre remedios
para curar la cuita.
Evocación
Algunas cosas me desquician:
como la sopa que se acaba antes del amanecer.
Le ruego a José Gregorio Hernández
que me cure esta gripe que me tiene sin sabor
de esta falta de sentir tus sales.
Alterado,
como una onda musical
que se perdió en un violín borracho,
tu cuerpo se me afinca en la clavícula,
evocación
de varias vidas pasadas.
Pesadumbre el pan
El cemento en esta ciudad abunda
me tomo un café y trato de buscar
en la mano que me lo sirve tu falangeta,
la mano completa, tu brazo y con el codo
descifrar los planos que me llevan a la sonrisa
después de tomar por las riendas
el deseo fantasmal de tenerte.
El cemento empieza a marcar el duro silencio
callada, en esta noche de abril
el árbol se siente triste.
Trato de renunciar a este sentido
y lo que hago es alimentarlo,
busco en otros ojos tu mirada
y no la encuentro,
busco tus manos
y no las encuentro,
alimento el significado de tu ombligo
y me pierdo en el mapa
que aprendí a trazar contigo.
Entonces, llego al devaneo
de lo que quiero estando lejos,
y prefiero esperar
en la fantasía de tu tiempo;
pretendo ubicarte
y de veinte llamadas tres me caen
pregunto por ti, y ya no estás como antes
ahora empieza,
la etapa del olvido.
Pierna
Una pierna flaca viene a mi
quiero tocarla
masajear esa batata con poca carne,
sentir que sus huesos me raspen,
tocar los muslos
ser un gato, un perro,
descubrir las alas de su vientre,
colgar la pantaleta en algún lugar de la ventana;
quitarle la parte de arriba del torso
ser, en la forma primaria, segundaria, terciaria,
ya siento los cuchillos afilados de sus ojos
en mi garganta, los cierra
dos piedras chochan echando chispas,
se prende la cama.
Sobre la mesa del instituto
El cabello liso,
sonrisa que muestran sus dientes grandes,
los pies cubiertos de una piel sintética,
la mano derecha la mueve hasta su oreja
que se roza con suavidad.
El codo apoyado sobre la mesa del instituto,
piernas flacas y esbeltas
ojos alerta
que tratan de mirar
los tigres invisibles que la persiguen.
Tocando el alba de una sonrisa
camino despacio por su sexo.
Clic
Vi de nuevo
tu boca ardiente
fundiéndose con
las canciones de Elvis Presley.
Las notas subían,
y el chillido
de gata liberada también.
Tiempo después estamos
en el mismo lugar,
en la memoria
del sueño erótico
que se prende
con un clic.
Tersa y virtual
La doble metáfora de tu rostro
pantalla imagen
donde surge un canto
interesado por lo secreto.
Aparecen sentencias
leyéndome el tarot desde tu nido,
jugando a descubrir
los helechos que cuelgan
en mi habitación.
Un balcón cerrado
“Tu senos son
la parábola del viento que levantó cantos oceánicos”
Orlando Pichardo
Habría que pensar
en la noche y la parranda
o en el bolero
que escuchaste antes de leer esto.
La gran velada en tus manos,
sombras de fluxus,
y en el porvenir
tu arte.
Atrás,
quedaron las montañas
con el sol de los venados
y un pájaro de oro,
que vino a decirme:
“sus senos
pronto volarán sobre ti”.
Los colores del collar
La bomba estuvo guardada
dentro de la gaveta
al estallar, se regaron todas
las pepitas de colores
que colgaban de tu cuello,
aquel que heredaste
luego de la tragedia de tu madre.
Creí que podrías sostener
toda la policromía del mundo
pero qué va,
las nodrizas pasajeras
los pájaros de fuego
los avestruces voraces
empezaron a danzar en tu conciencia
y caíste al piso
como colmena llena de miel.
Azules drásticos inmolaron tu dentadura
tuve que haberte mandado a reparar las muelas,
pero los esmaltes se quiebran
y donde un día decía
—Hola—
en miles de partículas se fragmentó el adiós.
Anda y cásate con los zopilotes
que buscan picotear tus caderas,
demuéstrales que esa ciudad es tuya
que las calles y los edificios
pronuncian tu musical nombre,
envueltos
en el misterio en tus hermosos pies.
En órbita crepuscular
Estuvieron cerca los almendrones
mientras creímos haber amado
se transcribieron los versos azules de Darío,
de Vicente y de Fabián,
en órbita crepuscular.
La pata de la cama quebrada,
mientras la cámara fotográfica
quedó abierta al instante irrepetible
entonces, fueron apareciendo en el techo
las formas del fuego
pegados a unos acordeones,
con un vaso de cerveza, donde al fondo,
se veía un polvo rosado de pastillas
para dormirme.
Y ese guiño tuyo
que me invitó a comer la pasta
configurando los espacios
en estaciones callejeras
de Santa Isabel para la Sucre
de la Libertador a la carrera 15,
y arriba en la nube 421
un pájaro iba filmando el recorrido
parecido a los molinos de Huidobro.
Imágenes,
que se van tragando los sentidos
que se van juntando entre las gotas
que nos despiertan
a las 5 y 30 de la mañana.
Un soplo sostenido
Dieciséis dedos de distancia
entre tu nariz y la mía
en el soplo irreverente del encuentro
fumas y mueves el pie
al ritmo de la salsa
carne de mi sembradío,
en este templo
el aliento de mi futuro
te invita a sentarte
a mi lado
a la deriva.
Lengua de gato
En una mueca de tus labios,
se van cociendo
gemidos intermitentes
en el legado eterno del roce.
Con tus lamidos construyes
el enigma de las mariposas azules
y los granos de bronce.
Tu lengua flor de la esperanza
de un mestizaje aparente,
y los recuerdos de gata cachorra
en un soplo del viento,
remueve los sueños.
Sudores
fricciones
de nuevo tu boca
que se abre
en una ensoñación
de dos gatos
revolcándose.
Reloj de arena
Ahora la pasa conmigo
a la deriva
reconstruyendo la vida,
hablando sobre cómo otros amores
se han posado en tus blancos pechos.
Hoy los caminos son distintos,
están marcados
por el trazo
del cuello de la luna.
*
Saliendo del trabajo
Noche clara,
el transporte anaranjado
que me lleva a la casa amarilla
comer un par de sánduches blancos
quitarme los zapatos grises
las medias negras
sentado en la silla azul
fumar un cigarrillo ocre
el cenicero transparente
fuego azul – amarillo
todo a la mano
y sin ti.
*
Espera
“Ámame
detrás de los gendármenes y los que hablan de justicia”
Blas Peroso Naveda
La magia de tu rostro:
esa forma figurativa acaballada
que llegó hasta mí recién bañada
con ganas de saberte
aurora,
fantaseando en la utopía.
En la sala del teatro,
sentados en las butacas rojas
me mostraste tus piernas de periodista
con ese tutú blanco que te queda tan divino.
En la espera de vernos
quiero hacer con mi lenguaje
una escultura
de ti.
