literatura venezolana

de hoy y de siempre

Sobre la «Antología poética» de Sánchez Peláez

Por José Ygnacio Ochoa

Juan Sánchez Peláez propone un diálogo con la construcción de sus composiciones poéticas. Los poemas leídos en la Antología poética (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004) visualizan un encuentro con la palabra, deja ver una manera particular de vaciar vocablos con el otro significado. Vocabulario que nos atreveríamos a confirmar como ese vocablo cotidiano puesto en un tablero de ajedrez para darle una respiración diferente a lo establecido en el código acostumbrado. Es como el nacimiento de las remembranzas y recuerdos de sus antepasados. Parientes como los recuerdos lo revitalizan desde la memoria y los convierte en figura con el uso de las figuras literarias:

II

No estás conmigo. Ignoro tu imagen. No pueblo tu gran
olvido.
Pasarán los años. Un rapto sin control como la dicha
habrá en el sur.
Con la riqueza mágica del encuentro, vuelve hasta mí,
sube tu silencioso fervor,
tu suplica por los viajes,
tu noche y tu mediodía.

Apareces.

Tú órbita desafía toda distancia.

Entonces, para iluminar el presente, tú y yo acariciamos
la llaga de nuestro antiguo amor. (p. 6)

Está con nosotros. Vemos su imagen y le reconocemos en ella. No pasará mucho tiempo. Todo bajo control, voltearemos y el zumbido de las cigarras estarán presentes. Es el poeta en su viaje, puede que desaparezca, a veces, cuando se le antoja, pero igual vuelve. A lo lejos ilumina el sendero con las luciérnagas. Su pensamiento está distraído en la calma, su reposo se reinventa caiga en el más íntimo racimo de verdades. Un diálogo (voz-lector) con todos los tiempos conjugados en uno, pues la palabra ilumina al poeta. Desata la imagen desde la distancia con los caminos de siempre: mañana, tarde y noche es una continuidad con el pensamiento genuino que se mantiene incólume a un llamado con o sin máscaras es un racimo de historias y verdades descubiertas por la voz del poeta Sánchez Peláez. Las pausas del pensamiento son las que vemos reflejadas en retazos en el poema, existe igualmente un silencio que entre la distancia de una palabra a otra, de un vocablo a otro, de una vocal a otra, dentro o fuera desdibuja su terquedad con la soledad.

Entonces Sánchez Peláez existe en tanto existe su alfabeto. Lo construye a cada instante de su contemplación, en el recuerdo y en su silencio. La visión del poema está presente, se materializa en su cuerpo y en su alma. No el poema, es su poema. El poema de Sánchez Peláez y su esencia, su sustancia. Y podríamos preguntarnos entonces ¿Para qué sirve la palabra?, ¿Para qué juntar los tiempos?, ¿Para qué trastocar las historias? o ¿Para qué revitalizar el caos ya existente? Para Sánchez Peláez será el de iluminar el presente hecho poema. La voz del poeta otorga una experiencia única, sin circunloquios, sin ataduras, sin más causas humanas para traspasar la almohada de las tempestades. Será Sánchez Peláez desde siempre y para siempre, el demiurgo de su poética, en el poema Filiación oscura, 1966, materializa su sentencia poética:

No es el acto secular de extraer candela frotando una
Piedra.
No.
      Para comenzar una historia verídica es necesario atraer
         en sucesiva ordenación de ideas las ánimas, el
         purgatorio y el infierno
    Después, el anhelo humano corre el señalado albur.
    Después, uno sabe lo que ha de venir o lo ignora.
   Después, si la historia es triste acaece la nostalgia.

   En la mayoría de los casos, uno no sabe nada. (p.60) (negrillas nuestras).

Las soledades iracundas de Juan Sánchez Peláez se presentan como ráfagas o pedazos de vida en un mundo íntimo con un ritmo marcado por la palabra Después, es un discurso poético derivado de un sentido espiritual. Se acerca a un canto guiado por la figura retórica: anáfora. Cada poema, indistintamente del tiempo en el que fue escrito, presenta «lo huidizo y la permanente» (1969) o el          «aire sobre aire» (1989) sugiere las contradicciones metafísicas propias de la voz del poeta dichas con la honradez de su diálogo. Un pedazo de la vida de él se queda en aquel mundo mínimo de alquitrán como mínimo es el entusiasmo de los que habitan en las entrañas de las soledades. Serán ráfagas de harapos por la ignominia de los dioses. Él no dice mucho pero lo dice con su vocablo, su vestidura, desnudo en sus sentidos y páramos de su existencia. Su naturaleza adquiere un vértigo desde la silueta. Sin escrutinios.

El poema es una forma de creación donde el poeta utilizará recursos que lo impulsarán a sugerir estados de ánimo, momentos de absoluta imaginación y lo que es más importante aún el poeta propondrá un ritmo para que el lector procure acercarse al hecho literario. La voz del poeta será punto de partida para las consideraciones de los temas preponderantes y los recursos estilísticos para alcanzar una tonalidad y así llegarle al lector. Es en buena medida jugar con el encanto de la palabra para que el poema se materialice y así establecer un vínculo entre el poema y el lector.

Creo, y aspiro no equivocarme con esta afirmación, que los poemas de Sánchez Peláez poseen un marcado poder simbólico en tanto a la agrupación de sus categorías verbales. El lenguaje es eminentemente sugerido pues canta, dice y expresa una voz con un compendio de emociones que sólo puede ser traducida por las imágenes que el poeta muestra por medio de la palabra. El poeta se vale de los recursos literarios para acercar en buena medida al lector con esas emociones contenidas en los poemas. Lo que sí es innegable es la fuerza que adquiere lacombinación de las palabras para significar un estado de ánimo determinado, lo vemos en:

  NARRACIONES

  Esta es la historia 

de verano en azul perplejo

La tierra niña subía con los bambúes

Verídica y amorosa,

El Ánima Sola se columpia en la chispa fastuosa de

  los follajes.

(p.66)                                                                                                                                                                 

Es el riesgo el cual se somete el poeta ante ese otro universo de emociones. Es esa voz que se centra en una excitación de la piel e insistimos en esto: Creemos que es el punto fundamental de su escritura y desde esta perspectiva ya que se acerca a un mundo-memoria de los habitantes de una comarca y los temas recurrentes que estuvieron siempre presentes es una manera diferente de ver las realidades y los acontecimientos. El poema será el catalizador de los momentos controvertidos por los estados que atraviesa esa voz poética:

V

Me pongo a temblar en la noche llena de sonidos. Absorto
en mi labor, no me doy cuenta que el tiempo transcurre
Mi oficio es como la lluvia: acariciar, penetrar, hundirme.
Observo la tinaja oscura. Alumbro una lámpara en mi
Duermevela. Siento mi arruga y mi enigma, pero ¿dónde el
Hallazgo por venir, o una mañana clara en las calzadas? (p. 88)

En este poema se observa la sutileza con la que el poeta desarrolla una manera diferente de acoger la realidad que le circunda, ahora cada palabra como: temblar, noche, tiempo, lluvia, acariciar, oscura, duermevela, enigma vinculan al lector con un estado de emociones sugeridas. Es por medio de la palabra como el poeta conduce al lector, es un sendero que le permite despertar visiones, es una invitación a recorrer mundos posibles.

Cada palabra debe sugerir el contenido polisémico. Con estas palabras el lector deberá, presuponemos, acercarse a ese mundo interior que refleja la voz del poeta. La cadencia de los poemas está tratada por la utilización de recursos retóricos que consisten darle una atmósfera rítmica. El desplazamiento de la palabra esta signada por la complicidad del poeta para dar vida y coherencia a las formas imaginadas en las vivencias, no importa el tiempo, es más significativo el recuperar el aliento en la mirada o el gesto:

 VIII                                                                                                                                                                     PRIMERA JUVENTUD

 Qué fuerte esperanza, me decías. Y flotábamos en las

nubes del recinto dichoso. A uno y otro lado, la cascada

luminosa de mi amor. Elegí el flanco justo donde brilla el

río. Por breve lapso salté hacia el destello no esquivo. Ahora

es el otoño que horada mi casa solitaria, el espejismo de

la visión a espaldas de nuestra reina madre el sol. (p.91)

Las preguntas surgen a medida que avanza el poema en su condición de quien le habla a los protagonistas de una historia figurada:

V

Quédense tranquilos si doy con un paso hacia el

Jardín y el desierto

y quédense tranquilas nuestra vida y muerte

los trémolos de la brisa fresca y enorme así llaman

¿respondo?

¿me permites?

(p. 106)

Preguntas para desentrañar las dudas y las cuitas de los que cuentas sus temores y por qué no, sueños. De estas cualidades de los seres que figuran mundos nuevos e insospechados, crea, el poeta, una manera particular de expresar su interioridad, es la constante de una voz única e inconfundible de Sánchez Peláez. Es alucinante, como alucinante la experiencia de la lectura. Esta viene dada por las abstracciones que se originan desde el descubrimiento de la palabra.

Cada lector entonces tendrá su relación íntima-única con el poema. Es una suerte de re-estructuración constante de la imagen vivida o la imagen sugerida en tanto se reinterprete el poema en cada momento de la experiencia lectora. El poema a pesar del tiempo se reinventará y adquirirá su forma dialógica y tendrá su razón de existencia en el devenir de la historia. En este caso es importante darle un espacio al carácter imaginario del lector en tanto el poema siempre creará ese vínculo entre los posibles lectores. Las palabras contendrán en sí mismas la sustancia necesaria para luego de ser leída se convierta en otra entidad afín de quien la lee. El color, la textura y la forma se desdoblarán ante la presencia de las múltiples imágenes como en un espejo.

El tiempo en todo caso fortalecerá esa consistencia que arrastre el poema y pasado el tiempo otra vez y pasada la lectura otra vez. El poema será como un rostro que fluirá de mil modos. El diálogo surgirá con y en todos los tiempos pues el poema ilumina al poeta en donde se decanta la imagen desde la distancia con los senderos de siempre: la mañana, la tarde y la noche son un pensamiento que se mantiene presente para luego ser descubierto. Todo es transitorio me comentó alguna vez un poeta amigo, pues el poeta Sánchez Peláez es como un intermediario entre lo que se escribe en principio para luego con la lectura sobrellevar los espacios, espacios que pueden ser traducidos por la experiencia de las lecturas. Los temas recurrentes girarán desde el motivo de exaltación de la subjetividad tales como la belleza, el sosiego, la contemplación y el amor:

VII

A Malena

y también soy el alma

y clarean los valles hondos

en nuestro mudo abrazo eterno,

amor frío

… (p. 108).

Aspectos que si bien son cotidianos cuesta explicarlos de manera coherente o materializarlos con palabras, el poeta logra ese presupuesto. Consiente las herramientas combinadas con la lucidez del talento. Los motivos para escribir en torno a los sentimientos siempre será un tema susceptible a discusiones pues jamás llegaremos a un acuerdo único y más tratándose de los asuntos relacionados con las pasiones humanas, los encuentros/desencuentros, la vida/muerte. Cómo traducir un gesto y una mirada. Cómo darle respuesta a una afirmación/negación contenidas en un monosílabo contundente. Una expresión cargada de dolor, emoción, alegría y tristeza serán el vínculo entre los sujetos/voces. Por ello existe la literatura para traducir en buena medida los devaneos de los sentimientos. La palabra juega su rol. La palabra demarca el espacio y la distancia entre lo que se siente y lo que se puede decir. Es ella, la palabra, quien registra y también versiona los argumentos de la cotidianidad.                                                      

La literatura es un medio para manifestar lo que al hombre en sociedad siempre le preocupa, sobre todo aquello que no tiene explicación ante los ojos de la ciencia. Es una suerte de catalizador pero desde una perspectiva un tanto más subjetiva. Toda la realidad será impregnada por el requiebro del poeta. Cada movimiento literario procurará registrar un cúmulo de informaciones que pasarán por el tamiz de la imaginación de aquel que escribe. Será una re-construcción de un mundo posible en tanto este mundo sea digerido por la voz del poeta desde su experiencia. Es en gran medida el viaje alucinante que asume el escritor al momento de recrear personajes, situaciones, conflictos, maneras de ver el mundo y cómo plantearse los desenlaces. Igual pasará con los momentos históricos por lo que pasa una sociedad. Los conflictos serán tratados de una manera particular y lo que será aceptado como benévolo, quizás no lo será para otras sociedades en otro momento histórico. La literatura da para esto y mucho más. El poeta que asume esta responsabilidad estará entregado a un abanico de múltiples posibilidades que serán descifradas por el lector-cómplice, pues será quien tenga la última palabra para decidir su vigencia.

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