CANTO A BIULÚ
Lo que se queda en los ojos
afirma más allá
de la certeza,
es convicción
camino y evidencia
sin el trucaje pardo
de las religiones.
Lo que se queda en los ojos
carece de proporciones
pues se ajusta al latido
que nos vive,
es desembocadura de verbo
canto inaudible
más no por ello
menos cierto.
Lo que se queda en los ojos
es el regalo que más necesitamos
breve y justo
como para no caer
en humanidades.
Lo que se queda en los ojos
viste de colibrí
y ocurre.
***
ALTA MADRUGADA
Un gallo
rasga la tiniebla
en sincronía
otros cantos se agregan
con la limpia prestancia
de la secularidad
alta aun
la luna llena
tiene la plenitud
de un rostro vigilante
ante lo imperceptible
los grillos suman
en menudencias
secundan los seres
de la charca
que fractura el plenilunio
mientras otro canto
enhebra la lucidez
de los patios.
***
A esta hora
enciendo la lámpara
llegan las sombras
y las paredes se confunden
entre insólitas figuras
distingo
un pequeño escarabajo
de ilegible caligrafía
la polilla que empeña vuelo
impenitente
hacia la bombilla
una hormiga alada
remanente nupcial
de medianoche
se precipita
la oscuridad tras la ventana
y este retazo
de luz artificial
sigue arrebatándole seres
a lo ignoto.
***
Sí
es el amanecer
un desgranar de cantos
en los patios vecinos
entre verdores
el gallo de alabanza
alterna con los grillos
los sapos de la charca
y yo en suspenso
frente a la ventana
profunda acuarela que asoma
a retazos de luz
todas las formas
presentidas
por mi corazón en laberinto
ya sin luna
ni sol todavía
sólo la mínima
bujía del instante
que este lápiz permite
sin salida.
***
Y entonces ese insecto radiante que tiembla entre las flores
Olga Orozco
Voy a la cocina
el árbol de mi sueño
zumba
la despensa es un rumor
de hojas
sobre mi cabeza
avanza mi brazo
hasta el ambarino tarro
donde miríadas de flores
resplandecen
bajo el ávido enjambre
de mis dedos
brotan soles miniatura
redecillas aéreas
que me dejan a salvo
entre belleza
una vez más mis labios rozan
el misterio del nardo
y la violeta.
***
Los pájaros no tienen tiempo
nada saben de estos ardides
duermen, sí, pero la noche sobreviene
en el cosquilleo de las plumas
y el llamado de los árboles.
Por eso en cada rama
cabe un pájaro perfecto
y de vez en cuando
un nido.
***
Llueve a destiempo
lo saben los pájaros
las cigarras
que seguro apresuran el verano
bajo tierra
la semilla teme al espejismo
titubea
como el canto de la torcaza
apenas enero
ya los cerros ribetean de fuego
y tengo que ir al calendario
para entender
que es tiempo trastocado
cómplice
de la estación humana
que ya no sostiene
la cordura.
***
Rodeada por un ropaje mítico
la ciudad despereza
es la lluvia
sin duda
esa grácil equilibrista de varillas
que pudo ser Dánae fecunda
o la temible precursora del arca
para las conspiraciones
que siempre serán embrión
al filo de cualquier despropósito
porque no puede frenar
su oscilación hacia la vida
sustraerse al germen
a la eclosión, al vuelo
a la ingenua plegaria del labriego
ante la herida del surco
o del sensible
oteador de los cielos
que empeña arcoíris
y relámpagos
a guisa de dioses
irrecuperables.