Juan Carlos Vásquez
SOUVENIR
Fastidiado por el eterno
sentimentalismo de
fondo rosa
al que se ve sometido
prescinde de su
necesidad de afecto,
ahora la nueva
serenidad le aporta
ganas de una
inmoralidad abierta.
Al saberse acabado
deja de flotar,
desentraña,
finca algo
diametralmente sucio
y perturbador
mientras rivaliza
abiertamente contra
todo.
ILUMINACIONES Y FISURAS
Hemos llegado hasta
aquí por una
pendiente
moviéndonos entre el
margen de extremo a
extremo,
bebiendo en las
oscuras ciudades el
líquido de la
expectación,
empujándonos a través
del paso,
dando la vuelta a la
vacía esquina y a todo
lo que fue creado
con los órganos en las
manos
y lo inexpresable en la
cabeza
hasta alcanzar la cosa.
Algo oculto no escrito
envuelto en una
mística mortaja,
una re creación secreta
y deseada
para inspirar terribles
pensamientos.
CELEBRACIONES Y DESPEDIDAS
Con el paso,
sin lugar a dudas las
muertes,
llegamos a noche y no
hemos tocado
absolutamente nada
para detener lo de
morir.
Nunca tan indeciso
tan parado ante los
estribillos más
estúpidos y banales,
embruteciendo,
aburrido, hinchado…
a través de una
ampliación
de tantas veces
con el resultado de tantas veces.
Ahora a romper,
a quebrar
a excederse hasta el
límite después de la
tonta pausa del miedo.
GOLDEN GATE BRIDGE
A Keith O’Donnell
Jay con cuerdas
Keith con vodka
y yo,
tenemos un amigo
que nos invita
que hace pabellones
de oro con peces y algas
marinas,
que ayuda a la familia a volar.
Como vuelan los
sueños para
despertarte de un
fondo
al dorso de la sombra
bajo el trino desnudo
de los pájaros,
esa inmensidad del
paisaje,
y surge un alivio.
Ve, te enseñará todo
sin palabras inútiles.
¿Quieres? de arriba a
abajo con traje y
bebiendo un gin-tonic.
Jay con píldoras, Keith
AA y yo,
tenemos un amigo que
tiene miles de amigos
que han llegado a
revolotear los brazos
en un esfuerzo por
volar. Porque te saldrán alas,
unas guirnaldas funestas regadas
con agonía oceánica.
Ve, asómate a la reja
concediendo al deseo
sus caprichos,
con las manos firmes,
flexionando las rodillas
mientras contemplas el
navegar de un velero.
Jay, Keith, tú y yo
tenemos un amigo que
une,
que dicta el camino
donde se concentran
los puntos de fuga
la rapidez del viento sin
desviar la caída,
4 segundos, 121
kilómetros
por hora.
TERCER PISO (HOTEL WARFIELD)
Me amordazo me
des-amordazo y cuento
hasta tres,
incompleto, en una
ansia carente
e invento esté paraíso
de instantes que luego
cobra
reduciendo mi tiempo
a la mitad.
Duermo cansado ante
la medianoche,
y despierto cansado
ante la mañana entre
visiones
y nadie responde para
comenzar de nuevo.
Un pulso sin nombre
parece estirarnos,
sonidos que chocan.
Abajo está la muerte y
espumea,
arrincona
y todos le aplauden,
abajo las personas son
grises, moradas
y no hay sol.
Al descender del tercer
piso inició mi
acercamiento a la
tierra…
HORIZONTE BLANCO
Lo abrazaron y lo arrastraron
a través del umbral,
lo conducen a un lugar
sin respuestas,
sin relojes.
Por inercia intenta
palpar algo, su
entendimiento
ocupado empieza a ceder.
Ha pasado una
eternidad desde que lo
sepultaron,
él, y su pedestal, se han
cubierto de musgo.
Atraviesa grandes
espacios divididos con
sábanas, las plantas
microscópicas
abundan entre los
nombres cincelados
sobre las lapidas.
Asiente, empieza a
tomar forma de
manera reveladora,
la niebla lo envuelve
haciendo delinear
gradualmente una
visión fantasmal,
las últimas instrucciones están
dadas, había decidió
vivir sin él.
Los cuellos se estiraron
para apreciarlo a través
del vidrio… queria abrir
los ojos, agradecerles
su interés pero no
pudo,
después de semejante
impacto colapsar es
inevitable,
es inútil que familiares
y conocidos guardaran
una esperanza.
No hay oración que valga,
muchos tuvieron la
impresión de poder
franquear su viaje,
de discernir los
contornos de un
mundo fantásticamente nuevo
pero en una caja todo
es limitado.