“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga a aguas profundas, y arrojen sus redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.” Lucas 5:4,5
Dios mío
cada día despierto
para buscar lo imposible
solo encuentro
la desnudez del sol
lo fugaz de las horas por venir
la sensata banalidad
en lo duro y en lo blando
ningún jardín muestra
el trébol divino
puedo jugar a desconocer
tu canto en lo espeso del árbol
allí el viento dice
jamás amor o desdicha
entregado al mandato
de los sentidos
en la impotencia
de rezar o santiguarme
en este exilio me dedico
a mutilar la letra
cavando sin piedad
la piedra de dos metáforas
los pies descalzos del loco
o los pasos titubeantes del borracho
has puesto sal y azúcar
en todas mis huellas
después de tanto poema
el tejido de la vigilia
no puede atrapar lo imposible
entonces te tuteo
convencido de las rimas del corazón
seguro de que la cháchara
del ruego tampoco es consuelo
cuando no sabes
ni el día ni la hora
escribirte es la única superstición
que me concedes.
***
Señor siempre creí
que las palabras eran mías
mi derecho de propiedad
sobre cada paisaje
la ronda de niños
en el parque
o el último canto
de los pájaros
en la penumbra del nido
vana luminosidad
estuve convencido
de todos los ecos
sobre el silencio
bastaba una emoción
para legitimar
el ego o el corazón
el ropaje
de cada acto
colocar carteles
a lo largo de la vida
el nudo de los nombres
me mantuvo firme
pero no tomaste cuenta
que sobre mi estaba
el peso de la transparencia
el frágil amo
de todos tus lugares
por cada rincón
has plantado intermediarios
una multitud de cuchillos
clavados en el pan
todos ellos el lugar del otro
Señor mío
todas las palabras mienten
igualadas con el hágase
siempre libres
en tu única oscuridad
acorraladas en el poema
no las haré mías
Señor toma las palabras
devuélveme tu misterio
la desnudez.
***
Señor por qué te importan tanto
ira alegría y tristeza
nuestros gustos y odios
mis aciertos y equivocaciones
lo que apesta y perfuma
no te basta toda la pulpa del sol
los hielos más lejanos
o las últimas llamaradas
de cada estrella en tu mano
las cenizas del amor
por qué te asomas a esta hendija
tu manzano de la discordia
qué tanto o tan poco encuentras
en el laberinto de mis vísceras
este poema no es un reclamo
tú decidiste que todo
todo lo humano es solo pregunta
la única que te has hecho
Señor, ¿por qué me has abandonado?
***
¿Qué es eso que corre en la lluvia?
una jauría de dioses
le ha arrancado
todos los corazones al mango
¿qué es la lluvia
cuando no hay preguntas?
¿es Dios esa voz ajena
o el último animal del paraíso?
feroz y bello
inhumano
sin pecado.
***
“Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, por perseverar en su ser.”
Baruch Spinoza
Esa paloma, en la cornisa, no se siente inmensa ni mínima ante la densa hondura del horizonte.
(Sólo a mí, frente a las noches de enero, me asombra un puñado de estrellas. En saberme pequeño o grande he tenido perfectos maestros, escribas del castigo o la redención)
Para ella el espacio es la ruta del amanecer y el atardecer, única en el instinto de apagar la vigilia.
(Yo hago poesía como súplica, insaciable y perdido, sin entender la culpa o la inocencia)
Esa paloma vive despreocupada de los haceres del Espíritu Santo, ella apenas vuela, eso es suficiente.
Gracias a los amigos que editan el Diente Roto por considerar y publicar entre sus prestigiosas páginas algunos de mis poemas, abrazo.
Gracias a ti. La página está a la orden. Éxitos