José Pulido
II
Sobrevivir un lunes es siempre muy costoso
la tarde supuraba hedor de pollos crudos
la noche estaba esperando su turno
en el fondo irredento de los supermercados
todos los pasamanos se veían desgastados
como las ranuras de los cajeros electrónicos
y los rostros amargos surcados de salarios
el enorme bloque de concreto y penas
tiene que poseer una restinga
de aislado amor
Saludar en tal predio es desastroso
entré saludando con gestos
a gente disgustada, desatornillada de las horas
el reinado de las dentaduras flojas
nicotina bordeando los dedos
en el espejo del ascensor gruñí encorvado y sordo
y sentí el gran consuelo de poder amar aceleradamente
mientras las guayas me subían al campanario
El gato se acurrucaba detrás de la puerta para cazar mi cariño
mi esposa giraba en la cocina bailando frituras de plátano
completamente alejada de ilusiones inútiles
ella sobrelleva su belleza como si fuera una triste verdad
al verme comentó que podíamos solicitar la jubilación del seguro social
hoy me informaron que ya somos de la tercera edad, deslizó con dulzura
de tórtola
El sofá seguía mostrando los rasguños recibidos en su Gólgota
El gato me miraba y sé que su pregunta solo podía ser esta: ¿por qué
me has abandonado?
III
Tener una esposa fuerte que no se arredra
Es como llevar a Febo Apolo de compañero a una batalla
Solo la he visto pelear interiormente con ella misma sin que hubiera
vencido alguna de las dos
No estorbé, la dejé conducir todas las diligencias
¿qué habíamos cantado bajo los acordes de la burocracia?
Toma una juventud, toma una juventud, devuélveme una vejez
Y se repite el coro como es de suponer
la jubilación nuestra fue como pedir limosna y obtenerla
Comencé a sentir las desventajas de la tercera edad
cuando en el fragor del Metro una muchacha abandonó su puesto
y me dijo ignorando mis fuerzas literarias
—siéntese, abuelito—
el escote de su vestido surgió como un avión
sobre esta isla emergida en 1945
y mis ojos no tuvieron tiempo de rasgarse
VI
Fuimos perdiendo la cuenta de los amigos que morían
por falta de comida o medicinas
y porque sobraban criminales matando por tomates
la computadora comenzó a ladrar con lejano parecido a los famosos
perros de Pavlov
aunque sin ninguna misericordia
seguía haciendo esto: al apenas colocar la palabra “mis”
respondía en seguida “condolencias”
parecía una fábrica de dolores, salía uno y entraba otro
lo concreto es que los amigos fallecían a menguas
y a todos los difuntos les decían “vuela alto”
cuando ni siquiera se puede caminar
siendo viejo, enfermo, indefenso y cegato
en un país kamikaze
Con esmerado tiento subo cada escalera
y bajando me aferro sumiso al pasamano
si aparecen mujeres disimulo
observando la nada
para que no me vean tan inútil
aunque parezca que he perdido la práctica
de mirar paisajes
No podría saltar un charco de agua
sin fracturarme un fémur
cuando muera no digan “vuela alto”
porque no podré hacerlo
aunque me salgan alas de ángel o de cuervo
no podré volar alto
siempre he sido muy torpe con las alas
sé que me golpearé con postes y azoteas
Tengan piedad de mí
IX
Aquellos que conservan sus trajes domingueros es mejor que los usen
antes que llegue el día de compartir con la indigencia
es lo que estaba haciendo en mi rutina de empleado jubilado
gastar la ropa y lucir optimista en el medio del caos, pero todo era
inútil
no mostraba nada espiritual o físico que otros pudieran alabar
sinceramente
Del ser con ardentía me quedaban
los gestos de desprecio que pergeñaba a solas
caminando al son de la basura
toda la basura arropando las calles, el beso súbito de moscas
como chispas de muerte
y yo creyéndome elegante buscando un autobús
cada tarde proyecté cierta sombra asustada en el apresuramiento de
los callejones
me aferré a la poca fuerza que aún mantenía en hombros y antebrazos
desde la época en que podíamos hacer buenos mercados
si tienes esposa entenderás que cargar bolsas y más bolsas es una
realidad inevitable
¿obtuve alguna vez erótico besar como animal de carga?
No, pero me puse así, de brazos para mover muebles o empujar lavadoras
hasta que el dorso de mis manos
fue invadido por pecas que parecían hormigas
y se comieron el resto de frescura
A veces me consolaba pensando que Virgilio y Homero
andaban con bastones
pero entonces caía en los versos de Rimbaud y me sentía
completamente bofo
tenemos que aceptar la edad cariño mío me decía mi esposa
y yo todavía sigo respondiendo
¿cuál edad? Porque igual que todos los ancianos debutantes
siento que mi cuerpo foráneo inverosímil
nada tiene que ver con el muchacho que mira desde adentro
XIII
No es un detalle interesante
pero hubo un momento a partir del cual
caminamos con mucho cuidado
es normal que sientas inseguro uno de tus pies
que no lo apoyes con la misma fuerza
no pocas veces he trastabillado
temíamos una caída, una fractura,
iniciamos bajadas y subidas de escaleras
escalón por escalón
poniendo franca atención en cada movimiento
¿Conocemos la suma de amores y de miedos
que concentra una bailarina en su bailar?
Te responderás cualquier pregunta si has vivido más de medio siglo
y el suelo que estaba dormido comienza a despertarse
¿Qué corazón tenemos para alegrarnos en esto
que desde el cenit parece una interminable noche?
Sé cuál era tu paisaje, la montaña, azoteas, los libros apilados
la ventana mostrando verdores transparentes
Llorar a la intemperie viene a ser un acto compartido
llorábamos porque lloraban las abuelas arponeadas por tantas soledades
aquellos que partían sin sus perros se llevaban una jauría de amarguras
¿quién podría superar la nobleza de un perro?
Un rey no, un presidente no, un Papa no, un general jamás
Vi perros abandonados esperando a sus amos
agonizando a la intemperie
vi perros llorar
las guacamayas perdieron el hilo de su historia
ellas necesitan vivir colmadas de balcón y de piedad
el cariño humano hace mella en sus cuerpos
hubo días en que nadie tenía comida ni esperanzas
las palomas y las guacamayas agradecen los granos
pero aman mucho más el modo en que se los dan
y entonces decidimos que era hora de irnos
especialmente cuando visitamos a un amigo preso
vejado y acusado de ser un ciudadano peligroso
porque hablaba de todo lo que sufre una ciudad
Un segundo antes de desmayarse escuchó un canto fugaz
como de carro que se fue, un fragmento de Amy Winehouse
caído del cielo de otros edificios
también pudo ser una impresión delirante
porque la tortura de esta tarde
se prolongó más que la de ayer
El torturador se mira los nudillos desgarrados
piensa en la mentira convincente
que deberá pronunciar al llegar a casa
cuando lo abracen sus niños
y le pregunten cómo se hirió las manos
El preso siente la ciudad que lleva por dentro
la que habita todavía para no desfallecer
imagina que llueve con grandes chorros de agua
y hay quienes corren para no mojarse
es un placer muy grande correr por toda la calle para no mojarse
agarrar un cartón de los que usan los mendigos y pegar la carrera
XIV
Teníamos la montaña cuyo verdor llenaba nuestras vidas
Teníamos la familia y los amigos con sus voces diversas
Y todos sus cariños
Teníamos los libros cada uno marcado por su propia aventura
El dolor más grande que sentía,
aparte de perder para siempre el cerro que llenaba nuestros ojos
Era separarnos de tanta familia y de tantos amigos
y no poder llevarnos nuestro gato
mi hermano lo cuidará con mucho amor
pero ya no lo podré sentir cuando me espera
Mi gato es como un hijo
También nos dolían tantos libros, esos recuerdos pegados a la piel
dejamos los objetos de adorno aparentemente inútiles
marcados con la nostalgia de las huellas digitales
las fotografías donde aparecíamos jóvenes sin adivinar esta catástrofe
Hace meses que estoy fuera de casa
y mi gato apenas deja su escondite
debe estar enroscado entre mi ropa vieja
con sus ojos perversos de amatista completamente adentro
guardados para el día que nos encontremos
espera escuchar mi voz para retornar a la sala
y subirse a mis piernas
su tiempo ahora debe ser
como la oscuridad que se ha quedado
en la fosa de los calamares
la nada cubriendo su cuerpo tembloroso
algo interminable para su concentración felina
una muerte, dos muertes, tanto miedo
debe pensar que lo he abandonado
como a los zapatos que le gusta escarbar
mi gato es todo lo contrario de la eternidad y de lo breve
porque el tiempo no se agazapa
no mira a través de la noche
no acaricia el pie no rasguña la puerta
que mi gato espere por mi durante meses
convierte la tristeza en temporada
a cada rato cree escucharme hablando
porque sueno a derrumbe de parapetos al mediodía
y se asoma a la sala
y cree que están mis piernas
pero solo hay sofá
XXIII
Este no es un paisaje para despedirse
aves volando aprisa contra el viento agrisado
árboles que revientan lápidas con sus raíces
paisaje proceloso desesperación de recuerdos
todo debería terminar en la penumbra hogareña de una playa
o respirando el fresco rincón de los naranjos
Paisaje proceloso con antenas que pescan en los ojos dolidos
a las ancianas de los ventanales
en cuyos corazones hay muchachas
Sobre el autor