literatura venezolana

de hoy y de siempre

Nunca es un artificio el viejo exilio

Ago 10, 2021

José Pulido

II

Sobrevivir un lunes es siempre muy costoso
la tarde supuraba hedor de pollos crudos
la noche estaba esperando su turno
en el fondo irredento de los supermercados
todos los pasamanos se veían desgastados
como las ranuras de los cajeros electrónicos
y los rostros amargos surcados de salarios
el enorme bloque de concreto y penas
tiene que poseer una restinga
de aislado amor

Saludar en tal predio es desastroso
entré saludando con gestos
a gente disgustada, desatornillada de las horas
el reinado de las dentaduras flojas
nicotina bordeando los dedos
en el espejo del ascensor gruñí encorvado y sordo
y sentí el gran consuelo de poder amar aceleradamente
mientras las guayas me subían al campanario

El gato se acurrucaba detrás de la puerta para cazar mi cariño
mi esposa giraba en la cocina bailando frituras de plátano
completamente alejada de ilusiones inútiles

ella sobrelleva su belleza como si fuera una triste verdad
al verme comentó que podíamos solicitar la jubilación del seguro social
hoy me informaron que ya somos de la tercera edad, deslizó con dulzura
de tórtola

El sofá seguía mostrando los rasguños recibidos en su Gólgota
El gato me miraba y sé que su pregunta solo podía ser esta: ¿por qué
me has abandonado?

 

III

Tener una esposa fuerte que no se arredra

Es como llevar a Febo Apolo de compañero a una batalla

Solo la he visto pelear interiormente con ella misma sin que hubiera

vencido alguna de las dos

No estorbé, la dejé conducir todas las diligencias

¿qué habíamos cantado bajo los acordes de la burocracia?

Toma una juventud, toma una juventud, devuélveme una vejez

Y se repite el coro como es de suponer

la jubilación nuestra fue como pedir limosna y obtenerla

 

Comencé a sentir las desventajas de la tercera edad

cuando en el fragor del Metro una muchacha abandonó su puesto

y me dijo ignorando mis fuerzas literarias

—siéntese, abuelito—

el escote de su vestido surgió como un avión

sobre esta isla emergida en 1945

y mis ojos no tuvieron tiempo de rasgarse

 

VI

Fuimos perdiendo la cuenta de los amigos que morían

por falta de comida o medicinas

y porque sobraban criminales matando por tomates

la computadora comenzó a ladrar con lejano parecido a los famosos

perros de Pavlov

aunque sin ninguna misericordia

seguía haciendo esto: al apenas colocar la palabra “mis”

respondía en seguida “condolencias”

parecía una fábrica de dolores, salía uno y entraba otro

lo concreto es que los amigos fallecían a menguas

y a todos los difuntos les decían “vuela alto”

cuando ni siquiera se puede caminar

siendo viejo, enfermo, indefenso y cegato

en un país kamikaze

 

Con esmerado tiento subo cada escalera

y bajando me aferro sumiso al pasamano

si aparecen mujeres disimulo

observando la nada

para que no me vean tan inútil

aunque parezca que he perdido la práctica

de mirar paisajes

 

No podría saltar un charco de agua

sin fracturarme un fémur

cuando muera no digan “vuela alto”

porque no podré hacerlo

aunque me salgan alas de ángel o de cuervo

no podré volar alto

siempre he sido muy torpe con las alas

sé que me golpearé con postes y azoteas

Tengan piedad de mí

 

IX

Aquellos que conservan sus trajes domingueros es mejor que los usen

antes que llegue el día de compartir con la indigencia

es lo que estaba haciendo en mi rutina de empleado jubilado

gastar la ropa y lucir optimista en el medio del caos, pero todo era

inútil

no mostraba nada espiritual o físico que otros pudieran alabar

sinceramente

 

Del ser con ardentía me quedaban

los gestos de desprecio que pergeñaba a solas

caminando al son de la basura

toda la basura arropando las calles, el beso súbito de moscas

como chispas de muerte

y yo creyéndome elegante buscando un autobús

cada tarde proyecté cierta sombra asustada en el apresuramiento de

los callejones

me aferré a la poca fuerza que aún mantenía en hombros y antebrazos

desde la época en que podíamos hacer buenos mercados

si tienes esposa entenderás que cargar bolsas y más bolsas es una

realidad inevitable

¿obtuve alguna vez erótico besar como animal de carga?

No, pero me puse así, de brazos para mover muebles o empujar lavadoras

hasta que el dorso de mis manos

fue invadido por pecas que parecían hormigas

y se comieron el resto de frescura

 

A veces me consolaba pensando que Virgilio y Homero

andaban con bastones

pero entonces caía en los versos de Rimbaud y me sentía

completamente bofo

tenemos que aceptar la edad cariño mío me decía mi esposa

y yo todavía sigo respondiendo

¿cuál edad? Porque igual que todos los ancianos debutantes

siento que mi cuerpo foráneo inverosímil

nada tiene que ver con el muchacho que mira desde adentro

 

XIII

No es un detalle interesante

pero hubo un momento a partir del cual

caminamos con mucho cuidado

es normal que sientas inseguro uno de tus pies

que no lo apoyes con la misma fuerza

no pocas veces he trastabillado

temíamos una caída, una fractura,

iniciamos bajadas y subidas de escaleras

escalón por escalón

poniendo franca atención en cada movimiento

¿Conocemos la suma de amores y de miedos

que concentra una bailarina en su bailar?

Te responderás cualquier pregunta si has vivido más de medio siglo

y el suelo que estaba dormido comienza a despertarse

 

¿Qué corazón tenemos para alegrarnos en esto

que desde el cenit parece una interminable noche?

Sé cuál era tu paisaje, la montaña, azoteas, los libros apilados

la ventana mostrando verdores transparentes

 

Llorar a la intemperie viene a ser un acto compartido

llorábamos porque lloraban las abuelas arponeadas por tantas soledades

aquellos que partían sin sus perros se llevaban una jauría de amarguras

¿quién podría superar la nobleza de un perro?

Un rey no, un presidente no, un Papa no, un general jamás

 

Vi perros abandonados esperando a sus amos

agonizando a la intemperie

vi perros llorar

las guacamayas perdieron el hilo de su historia

ellas necesitan vivir colmadas de balcón y de piedad

el cariño humano hace mella en sus cuerpos

hubo días en que nadie tenía comida ni esperanzas

las palomas y las guacamayas agradecen los granos

pero aman mucho más el modo en que se los dan

 

y entonces decidimos que era hora de irnos

especialmente cuando visitamos a un amigo preso

vejado y acusado de ser un ciudadano peligroso

porque hablaba de todo lo que sufre una ciudad

 

Un segundo antes de desmayarse escuchó un canto fugaz

como de carro que se fue, un fragmento de Amy Winehouse

caído del cielo de otros edificios

también pudo ser una impresión delirante

porque la tortura de esta tarde

se prolongó más que la de ayer

 

El torturador se mira los nudillos desgarrados

piensa en la mentira convincente

que deberá pronunciar al llegar a casa

cuando lo abracen sus niños

y le pregunten cómo se hirió las manos

 

El preso siente la ciudad que lleva por dentro

la que habita todavía para no desfallecer

imagina que llueve con grandes chorros de agua

y hay quienes corren para no mojarse

es un placer muy grande correr por toda la calle para no mojarse

agarrar un cartón de los que usan los mendigos y pegar la carrera

 

XIV

Teníamos la montaña cuyo verdor llenaba nuestras vidas

Teníamos la familia y los amigos con sus voces diversas

Y todos sus cariños

Teníamos los libros cada uno marcado por su propia aventura

El dolor más grande que sentía,

aparte de perder para siempre el cerro que llenaba nuestros ojos

Era separarnos de tanta familia y de tantos amigos

y no poder llevarnos nuestro gato

mi hermano lo cuidará con mucho amor

pero ya no lo podré sentir cuando me espera

Mi gato es como un hijo

También nos dolían tantos libros, esos recuerdos pegados a la piel

dejamos los objetos de adorno aparentemente inútiles

marcados con la nostalgia de las huellas digitales

las fotografías donde aparecíamos jóvenes sin adivinar esta catástrofe

Hace meses que estoy fuera de casa

y mi gato apenas deja su escondite

debe estar enroscado entre mi ropa vieja

con sus ojos perversos de amatista completamente adentro

guardados para el día que nos encontremos

espera escuchar mi voz para retornar a la sala

y subirse a mis piernas

su tiempo ahora debe ser

como la oscuridad que se ha quedado

en la fosa de los calamares

la nada cubriendo su cuerpo tembloroso

algo interminable para su concentración felina

una muerte, dos muertes, tanto miedo

debe pensar que lo he abandonado

como a los zapatos que le gusta escarbar

mi gato es todo lo contrario de la eternidad y de lo breve

porque el tiempo no se agazapa

no mira a través de la noche

no acaricia el pie no rasguña la puerta

que mi gato espere por mi durante meses

convierte la tristeza en temporada

a cada rato cree escucharme hablando

porque sueno a derrumbe de parapetos al mediodía

y se asoma a la sala

y cree que están mis piernas

pero solo hay sofá

 

XXIII

Este no es un paisaje para despedirse

aves volando aprisa contra el viento agrisado

árboles que revientan lápidas con sus raíces

paisaje proceloso desesperación de recuerdos

todo debería terminar en la penumbra hogareña de una playa

o respirando el fresco rincón de los naranjos

Paisaje proceloso con antenas que pescan en los ojos dolidos

a las ancianas de los ventanales

en cuyos corazones hay muchachas

Sobre el autor

 

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