literatura venezolana

de hoy y de siempre

«La Bruja y Raskolnikoff». La novela de Jesús Puerta.

Por: Leonardo Bracamonte

Raskolnikoff, como te conté, cree que, como dios murió, todo está permitido, y siente la necesidad de demostrarlo cometiendo un crimen vil. La Bruja y Raskolnikoff

Una novela que plantea como primera escena la búsqueda de respuestas ante la constatación de la muerte de un anciano por parte de su propia hija; un suceso que ocurre en un asilo donde sus cuidadoras se esmeran en la preservación del lugar, en un contraste radical con un país que se ha precipitado en un abismo de enfrentamientos internos. Se trata de un país roto, (tanto como los protagonistas de la novela), donde los grupos enfrentados responden a los intereses de las potencias que se disputan el mundo. El conflicto habría desembocado en la fragmentación del país, una parte respondía a los intereses del bloque ascendente de Eurasia, y otro bloque decadente, lo encarnaría Occidente, y en medio, grupos armados dispuestos a prestar sus servicios a alguna de las dos fuerzas militares. Sobre el territorio los militares regulares e irregulares ejercían un monopolio sobre los recursos, los bienes y la vida de las gentes que se habían quedado a vivir en aquellas condiciones. Desde el principio de la novela de Jesús Puerta, comienzan a desarrollarse situaciones marcadas por interrogantes fundamentales. La pregunta capaz de abrir un universo de cuestiones tiene que ver con la muerte del señor Fuentes.

La Bruja y Raskolnikoff puede considerarse una especie de estado del arte de la profundización de los conflictos mundiales de la primera mitad del siglo XXI: migración de amplias franjas de las poblaciones de la periferia al centro del capitalismo mundial, la generación de una nueva guerra fría entre bloques de estados centrales por la hegemonía mundial, la aparición sucesiva de nuevos virus que mutaban continuamente, haciendo necesario la imposición de medidas restrictivas en la población para condicionar su propagación; el rechazo xenófobo o racista por parte de las poblaciones “receptoras” del fenómeno migratorio, el desarrollo ilimitado de las comunicaciones y de la inteligencia artificial que amenaza las libertades políticas e individuales, la existencia de una mano de obra proveniente del Sur global ampliamente precarizada, sin derechos laborales; el desarrollo de mecanismos de opresivos de sociedades y de individuos por parte de estados gobernados por una burocracia tecnocrática despersonalizada; los efectos letales del impacto sobre las familias separadas cuando los países sucumben a crisis sociales profundas.

Llama la atención un estilo de narrar donde las dimensiones de la llamada realidad establecen una relación difusa con la ficción. El lector puede que pierda el sentido de las fronteras entre lo imaginable, y lo que realmente está ocurriendo ahora mismo Seguramente la misma concepción del género opere con estas lógicas. Esto se expresa, más concretamente, en los alcances del desarrollo de la inteligencia artificial aplicada sobre la vida de millones de personas en China, por ejemplo, (uno de los espacios donde se desarrolla la historia).

José Fuentes es el nombre del anciano que ha muerto en un asilo asediado por un país inhóspito. Hablamos de un profesor universitario jubilado de una universidad pública, un escritor racionalista, anticlerical, ex militante de izquierda, formado en el rigor de la filosofía y de las ciencias sociales durante la segunda mitad del siglo XX; un personaje central en la novela, puesto que el trance de terminar su vida desamparado puede plantear una situación paralela a la caída de una nación que apenas tuvo una continuidad temporal de doscientos años, (tal como se lamenta un grupo de amigos que había migrado a China, en comparación con la milenaria civilización asiática). Como el país, el señor Fuentes fue dejado a un lado por sus hijos; Leima Fuentes y Andrés Fuentes, quienes viven en el exterior. Ambos mantienen una relación distante con la casi olvidada patria de su padre, portan en porciones equilibradas, nostalgias y vergüenzas hacia una tierra desintegrada, tal como entonces ocurrió con su propia la familia. Por tanto, a los tres personajes los describen sus culpas, culpas entre hermanos, entre hijos con respecto a su padre arrojado, culpas de un padre ausente, (y por eso mismo), marcado por una presencia aberrante en la constitución subjetiva de sus hijos.

El profesor Fuentes al momento de morir ha dejado algunos de sus textos centrales, papeles donde vuelca comentarios sin aparente ilación, y un pendrive que contendría más de sus escritos fundamentales. Se trata de la herencia cultural de un sujeto que aun cuando ya estaba viejo, incapaz de leer por su propia cuenta (debió ser asistido para tareas diarias elementales), el personal que labora en el asilo lo ha reconocido como una personalidad relevante. La misión de Leima en ese país que le es tan extraño, es rescatar esos textos. Encontrarles algún orden que sea capaz de informar sobre la historia de su padre, de sus seres queridos,  que describa la existencia del país de su niñez y de su juventud, que arroje luz sobre la razón que tuvo su padre para atentar contra su vida. La responsabilidad para la empresa de la reconstrucción histórica no estará a cargo de Leima, sino de su hermano Andrés Fuentes residenciado en China.

La novela muestra las grandes diferencias que separan a las realidades de un país comprometido en su propia viabilidad histórica, y China. Pero el desarrollo chino no es necesariamente expresión de una vida de bienestar, más bien lo que está presente en la novela es un modelo de sociedad altamente tecnificado, con amplias capacidades de vigilancia social, de represión, y la profundización continua de una vida mercantilizada, gobernada por una clase tecnocrática integrada por un partido comunista del siglo XXI. A su modo, las situaciones  china y venezolana pueden coincidir en patentizar dos modalidades de una misma crisis civilizatoria al interior del capitalismo global. El texto de Puerta propicia una interpelación sobre el progreso de una ciencia sin espíritu. La trayectoria del hijo del señor Fuentes en China, su expulsión del trabajo, su exclusión de la mega-ciudad, y finalmente el despojo por parte de la burocracia de su propia voz y de los documentos con los cuales intentaba reconstruir la última producción intelectual de su padre, es muestra de esto.

Como ocurre con la historia de la modernidad capitalista, los avances científicos y tecnológicos han supuesto para porciones importantes de la población mundial una ampliación de sus libertades y de sus posibilidades. Ha supuesto en una primera consideración del fenómeno, una profundización sobre la seguridad del individuo que accede a esa nueva dimensión de las cosas, que dialoga con un proceso de reconfiguración subjetiva que determina otras formas de relacionamiento social. En una reconsideración más global del problema, las consecuencias son tornan al menos difusas. Claramente, las innovaciones científico-técnicas son prontamente capturadas y refuncionalizadas por elites que controlan el poder en algunos Estados nacionales, o tales avances se originan como iniciativas de grupos empresariales transnacionales, o terminan bajo control de fuerzas militares que pueden propiciar una nueva escalada en un conflicto ya de por si mortífero, o una hibridez de fuerzas político-empresariales tan frecuentes, cuyas consecuencias representan otras formas de sometimiento, de enajenación cultural o de expoliación continua de la naturaleza. Algunos de los intelectuales más importantes que han pensado las derivas de la modernidad capitalista, han llamado la atención sobre esta dualidad, que específicamente Walter Benjamin sistematizó a mediados del siglo XX cuando afirmó que un documento de cultura era al mismo tiempo un documento de barbarie. Jesús Puerta reflexiona sobre estos asuntos en varias ocasiones.

Al momento de la muerte de la señora Flor, (una anciana que compartía el infortunio en aquel asilo con el señor Fuentes), su hijo Alejandro dispone todo para hacer trasladar al cerebro de su madre hacia EEUU, con la idea de extraerle información, sucesos específicos de su vida, el lugar que ocupan determinadas personas en su propia historia, etcétera. Esta operación de intervención tan extraordinariamente irrespetuosa y arrogante que se lleva a cabo a partir de un desarrollo de punta de la ciencia, es planificada por el propio hijo de la señora Flor. Un experimento que concita la curiosidad de Leima en la búsqueda de respuestas a las interrogantes dejadas por su padre, y que además cuenta con la presencia y complicidad del psicólogo del asilo, un personaje oscuro que al parecer trabaja para uno de los gobiernos militares que se disputan los despojos de aquel país. Este ejemplo dentro del proceso ficcional de la novela, comporta un desarrollo ilimitado que hace pertinente, de nuevo, recordar a Benjamin cuando en el desarrollo de sus tesis sobre historia, una historia que era vista por el autor como expresión de disputas políticas y de clase  en un tiempo y en un espacio, aseguraba que ni siquiera los muertos estarían a salvo si el enemigo venciera, y para Benjamin el enemigo no había dejado de vencer.

La novela contiene dos partes, (Los hijos – El viejo), dentro de una concepción de tiempos alterados en su carácter de secuencia. La primera parte muestra la contundencia de un país perdido y de unos sujetos buscando alternativas de vida, de pronto conmocionados por la desaparición de su padre, un hecho que obliga a una reconsideración de la vida de Leima y de Andrés, mediante una nueva vinculación con un país que ya no existe. La segunda parte se despliega en la vida mundana de un sujeto de unos cincuenta años, que experimenta el agotamiento de una relación, pero con temores de no repetir las separaciones con sus parejas anteriores, con el efecto que trae esos episodios en la vida de los hijos. Un ex militante de alguna organización, aun comprometido con proyectos políticos y formas de saber que supongan una renovación de la existencia. Esta segunda parte es también y sobre todo una hermosa historia de amor que se despliega por momentos entre correos electrónicos que van y vienen. La narración se centra en la vida de José Fuentes, el profesor universitario que es capaz de vivir una intensa experiencia amorosa que determinará un futuro-presente realmente sorpresivo.

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