Adhely Rivero
SANATORIO
Hacer la siesta en el Sanatorio no es extravagancia,
había tormentas en el cielo,
fortaleza y bondad en los pacientes.
Una canción a medio dormir suena agotada.
Soñar donde otros no saben si duermen.
Tuve ojeras del cansancio
y miedo a la muerte del día.
Metido en los corrales
me lavaba la cara con leche de vaca.
En el bote de la leche me frotaba los ojos con la espuma,
y del cincho tomaba el suero destilado del queso.
Pasaba el día triste.
Ya no sabía alegrarme.
MANIZALES
En la calle del comercio se oyen pasos de caballos
cuando se unen los hombres que caminan con muletas.
Algunos llevan vendas en los muñones.
Hay una trinchera de víveres,
son quincallas ambulantes.
Sembraron minas en los campos
y el hombre inocente las tropieza.
En Manizales, los niños no quieren jugar a la guerra
para no pisar en falso en algún lugar del parque.
En el centro de la ciudad -simulando mí asombro-
los dedos no me alcanzan
para cifrar en una cuadra los lisiados.
Conocí a un campesino que se hizo pastor de cabras,
para no abandonar sus tierras y seguir ileso,
arreaba su rebaño por delante para recorrer sus predios.
De alguna cabra madrinera
solo pudo recoger la campana.
FRONTERA INVISIBLE
Nos fuimos al país más vecino en el mapa.
Cruzamos la frontera a caballo,
hicimos la travesía en cuatro días y descansamos
en hamacas colgadas en los montes.
Los caballos comen toda la noche
y descansan parados.
En dos grandes ríos,
montamos los aperos en canoas
y las bestias nadaron el Apure y el Arauca,
mientras le pedía a Dios, cuidara de ellos
y alejara algún caimán de su cauce.
El abuelo nos contaba que su padre le hablaba que,
a Ramón Nonato Pérez,
lo malogró un potro, días antes de la batalla
del Pantano de Vargas,
par de José Antonio Páez,
el de las Queseras del medio.
Por estos hombres la línea de frontera es invisible
y vamos en el viento recorriendo el horizonte
de uno a otro corazón.
PENSANDO EN EL CIELO
Vengo a pie de la quesera.
Me tumbó el caballo,
se me fueron los buenos tiempos.
Vi el cielo azul
y venía pensando en el cielo,
qué hermosas sabanas debía tener Dios.
Adónde va uno después de tanto Llano,
animales de día y de noche.
Si me ponen a pedir un deseo
voy a pedir que me dejen en lo mío.
Allí es donde puedo estar bien.
LLUEVE
Ahora
llueve
y las gotas negras
los paraguas
pasan por las calles.
Ahora puedo ver por la ventana
un edificio temblando en el agua,
un hombre saltando.
Una mujer pintada
en la pared contra la lluvia.
Temprano
veía esta nube en el cielo.
Ahora yace desplomada
en el pavimento.
SENTIMIENTO
Quien se adentra en la tierra
sin llevar sentimiento
no encuentra paisaje ni memoria.
No ve horizonte,
ni oye la música del pasto.
Si va buscando amor,
no lo encuentra.
Se muere de sed en la toma del manantial.
Tiene poco tacto o nada lo ilumina,
por esa razón el ojo del cielo
no lo ve ni lo acompaña.