Román Chalbaud
Decorado
El salón principal de El Pez que Fuma. Gran puerta a la derecha. Pequeño cuartito que sirve de depósito. Mostrador. Piano. Rockola. Puerta a las habitaciones. Mesas, sillas. Muchos espejos.
Personajes
El Bagre: un viejo de pelo abundante y barba hirsuta, aficionado a los OVNI y catástrofes; es casi Ciego.
Ganzúa: un lisiado que camina sobre una tabla con ruedas; amigo del Bagre; mesonero del burdel.
La Garza: la madame del burdel; toma en serio su negocio pero tiene sus debilidades.
La Argentina: una de las fundadoras del burdel; canta tangos.
Juan: un joven de grandes dotes físicos y los ojos fijos sobre el poder; llega al burdel buscando trabajo.
Dimas: el chulo del momento, a punto de ser desplazado.
Selva María: la más joven de las habitantes; callada y con buenas perspectivas.
El Profesor: un cliente entre dos aguas.
Jacinto: un homosexual que toca el piano y fuma excesivamente.
Marlene: una habitante sociable pero que no da nada por nada.
Batman: un vendedor ambulante de ropa, cuadros, etc.
Robín: el ayudante de Batman; enamorado de Marlene.
Muñeco: un cliente que solo aparece cuando está sin fondos.
Tobías: el primer chulo del establecimiento; un drogómano, se encuentra en la cárcel.
Hombres 1 y 2: son los dos hombres de lentes oscuros que acompañan a Tobías.
Acto I. Escena I: 9 am
Al levantarse el telón se escucha a lo lejos la sirena de una ambulancia. Sobre el mostrador y las mesas hay botellas, vasos, restos de la noche anterior. Por la puerta que comunica con las habitaciones entra El Bagre, seguido por Ganzúa. El Bagre es un viejo de pelo abundante y barba hirsuta. Ganzúa es un lisiado que camina sentado sobre una tabla con ruedas, que hace rodar con el impulso de sus manos. Caminan hacia un pequeño cuartito que sirve de depósito y que está cerca de la puerta de calle.
El Bagre: Las llaves.
Ganzúa: Tú las tienes.
El Bagre: (Buscando) No.
Ganzúa: Te las devolví anoche.
El Bagre: No.
Ganzúa: Estoy seguro.
El Bagre: (Las encuentra en uno de sus grandes bolsillos) Sí, aquí están.
(Abre la puerta que da al pequeño depósito. Entre rollos de papel higiénico, objetos viejos, útiles de limpieza, hay un antiguo telescopio dirigido hacia una ventanita. Siguiendo una costumbre, El Bagre se sienta en un taburete y mira por el lente).
El Bagre: ¿Trajiste el cuaderno?
Ganzúa: (Fuera del cuartito, en el marco de la puerta, cerca de El Bagre) Sí. (Saca un cuaderno sucio y gastado y un lápiz)
El Bagre: Empecemos.
Ganzúa: ¿Qué ves?
El Bagre: Mapas.
Ganzúa: ¿Cómo los del lunes?
El Bagre: No. Reflejos, sombras, apagones. (Anota). Estrella fugaz camino de Santiago.
Ganzúa: (Anota mientras pregunta) ¿Brillo?
El Bagre: Regular.
Ganzúa: (Anota siempre) ¿Magnitud?
El Bagre: Esteleiforme.
Ganzúa: ¿Centelleo?
El Bagre: Titilador.
Ganzúa: ¿Constelación?
El Bagre: Hespérides.
Ganzúa: (Extrañado) ¿Estás seguro?
El Bagre: Sí, Hespérides.
Ganzúa: (Anotando) Hes-pé-ri-des. ¿Asterismo?
El Bagre: Tres… cuatro… siete…
Ganzúa: ¿Exhalación?
El Bagre: De tablas alfonsinas.
Ganzúa: ¿Movimiento?
El Bagre: Directo primario… retrógrado…
Ganzúa: ¿Retrógrado también?
El Bagre: Sí; anota.
Ganzúa: Re-tró-gra-do. ¿Cuadrante?
El Bagre: Viril… melancólico… Una vez vimos algo parecido, la mañana aquella en que amanecí sin el dolor de hígado.
Ganzúa: ¿Es igual?
El Bagre: Semejante, no igual. Pero me lo recuerda.
Ganzúa: (Después de una pequeña pausa) ¿Seguimos?
El Bagre: Sí.
Ganzúa: ¿Conjunción?
El Bagre: Magna.
Ganzúa: ¿Altura?
El Bagre: De polo.
Ganzúa: ¿Angulo?
El Bagre: Acimutal. Nadir del sol. Precesión de los equinoccios anomalísticos. Péndulo sidéreo. Horizonte artificial.
Ganzúa: ¿Artificial?
El Bagre: Sí; no sirve. Tendremos que esperar. No anotes más. La tierra está convulsionada, como si sintiera un gran dolor y tuviera ganas de estremecerse. (Se separa del telescopio) Tengo la impresión de que he descubierto algo.
Ganzúa: ¿Qué?
El Bagre: Así como el sistema planetario influye sobre la tierra, asimismo nuestra vieja y noble y gastada tierra influye en las estrellas… y creo que también sobre el sol.
Ganzúa: ¿Es posible?
El Bagre Todo es posible. Lo que hace cuarenta años era una ilusión, un sueño, es hoy la triste realidad.
Ganzúa: ¿Qué hacemos?
El Bagre: Paciencia. La carta… ¿no ha llegado?
Ganzúa: No.
El Bagre: Se han demorado esta vez. ¿Pegaste los recortes de en el álbum?
Ganzúa: Anoche mismo.
El Bagre: (Recoge un diario que han tirado por debajo de la puerta de calle. Lo hojea con impaciencia, en busca de noticias de su interés) Esa noticia de ayer de los soviéticos me alienta. En California, en Pernambuco, en Guadalajara de España, en Guadalajara de México, en Florencia, en Túnez, Budapest, en Puerto Príncipe… No puede ser una casualidad una ilusión colectiva.
Ganzúa: ¿Alguna noticia, Bagre?
El Bagre: (Sin dejar de buscar) Ninguna.
Ganzúa: ¿Te hubiera gustado ser astrólogo, Bagre?
El Bagre: Lo somos, Ganzúa. A nuestra manera.
Ganzúa: ¿Estaremos contribuyendo?
El Bagre: No nos hubieran respondido. Las cartas que hemos recibido muestran un gran interés por nuestro trabajo. Nos aceptaron.
Ganzúa: Es cierto.
El Bagre: Son muchos años de esfuerzos. A veces la emoción de lo elemental vale tanto como el complicado análisis de sabiduría.
Ganzúa: Es cierto.
(La Garza entra por la puerta que da a las habitaciones, dirige hacia el mostrador, seguido por Ganzúa, y se sienta en la caja registradora. Ganzúa arrastra una pequeña máquina sumadora y se coloca a sus pies. El Bagre se sienta y sigue leyendo el periódico, después de haber cerrado con llave puerta del cuartito)
La Garza: (Dicta cantidades que Ganzúa va sumando) Dieciocho setenta y cinco… veintitrés… doce cincuenta… sesenta y cinco treinta…
El Bagre: (Leyendo) Vieron un platillo en Nueva Delhi.
La Garza: Siete veinticinco… Ocho cuarenta y cinco… Nueve… Tres cincuenta…
El Bagre: El hombre estaba encaramado sobre una azotea…
La Garza: No interrumpas… tres cincuenta… cuatro veinticinco… trece setenta y cinco… ocho…
El Bagre: Su hija estaba a su lado y lo vio también.
La Garza: (A Ganzúa) Suma. (Ganzúa obedece)
El Bagre: Llamó a la esposa. La esposa subió a los pocos minutos y pudo verlo también.
La Garza: (A Ganzúa) ¿Cuánto te da?
Ganzúa: Ciento ochenta y dos, setenta y cinco.
La Garza: (Cuenta dinero) Veamos.
El Bagre: Algunos vecinos oyeron los gritos de la familia, pero cuando acudieron al lugar no vieron nada.
Ganzúa: ¿En dónde fue?
El Bagre: En Nueva Delhi. Padre, madre e hija describen el objeto visto como una bola roja y plateada que a gran velocidad pasó por…
La Garza: Falta. (Pausa. A Ganzúa) Falta.
Ganzúa: No puede ser.
La Garza: O sumaste mal.
Ganzúa: La máquina. Yo no.
La Garza: Revisa.
Ganzúa: ¿Cuánto hay?
La Garza: Ciento setenta y seis veinticinco. ¿Cuánto te da a ti?
Ganzúa: Ciento ochenta y dos setenta y cinco.
La Garza: Falta.
Ganzúa: ¿Cuánto?
La Garza: Resta. Ciento ochenta y dos setenta y cinco menos ciento setenta y seis veinticinco. (Ganzúa obedece)
El Bagre: Una bola roja y plateada que a gran velocidad pasó por encima de la azotea hasta desaparecer en una…
La Garza: ¿Quieres callarte, Bagre? (A Ganzúa) ¿Cuánto?
Ganzúa: Seis cincuenta.
La Garza: Despierta a La Argentina.
Ganzúa: Pobrecita. Trabajó mucho.
La Garza: Despiértala te digo.
Ganzúa: Pero si son seis cincuenta.
La Garza: Seis cincuenta o seiscientos cincuenta. Para el caso es lo mismo. Búscala.
Ganzúa: ¿No me habré equivocado?
La Garza: Te dicté bien.
Ganzúa: ¿Por qué no revisamos?
El Bagre: Revisa, Garza, revisa. Uno nunca sabe. La equivocación puede ser de uno.
La Garza: Mía no fue. Estoy segura. Empiezo de nuevo. (A Ganzúa) Borra toda. (Ganzúa obedece) Prepara el Corn Flake, Bagre. (El Bagre obedece, sale hacia los cuartos y entra luego con platos, leche, azúcar, cambures, una caja de Corn Flakes, cucharas. Prepara el desayuno sobre una de las mesas) Dieciocho setenta y cinco… veintitrés… doce cincuenta… sesenta cinco treinta… siete veinticinco… ocho cuarenta y cinco… nueve… tres cincuenta… tres cincuenta…
Ganzúa: Ya lo puse.
La Garza: Dos veces.
Ganzúa: ¿Dos veces tres cincuenta?
La Garza: Si te lo dicto dos veces es porque es dos veces…Entonces falta más.
Ganzúa: No; no puede ser.
La Garza: Si puede ser. Bueno, vamos por tres cincuenta dos veces. ¿Estamos?
Ganzúa: Sí.
La Garza: Sigo entonces… cuatro veinticinco… trece setenta y cinco… y ocho… suma…
El Bagre: Los cambures están pasados. Con esas manchas negras en las puntas y en los costados.
La Garza: Nos confundes, Bagre. (A Ganzúa) ¿Cuánto te da ahora?
Ganzúa: Ciento ochenta y seis veinticinco.
La Garza: Y aquí hay ciento setenta y seis veinticinco. Faltan diez bolívares. Llama a La Argentina.
Ganzúa: ¿No dejó un vale firmado?
La Garza: No. Y está prohibido hacer vales. Búscala, Ganzúa.
Ganzúa: Creo que… está acompañada.
La Garza: Sí.
Ganzúa: ¿No será mejor esperar?
La Garza: (Sale de detrás del mostrador) Voy yo entonces.
Ganzúa: No; déjame. Yo la llamo. (Sale hacia las habitaciones)
La Garza: El mío sin mucha azúcar, Bagre.
El Bagre: Con bastante azúcar es más sabroso.
La Garza: (Se le acerca) No le eches al mío. Yo lo hago.
El Bagre: Ya le eché.
La Garza: ¿Mucho?
El Bagre: (Dándole una cuchara) Pruébalo.
La Garza: (Se sienta y come) Es un melado.
El Bagre: Así es mucho más sabroso. (Se sienta y come) tienes algo contra La Argentina?
La Garza: Nada. ¿Por qué? La he mandado a llamar porque falta dinero. Eso es todo.
El Bagre: No la tratas bien.
La Garza: ¿La trato mal?
El Bagre: No; pero…
La Garza: Ese pero es la seriedad que debe haber en el negocio. ¡Qué sería entonces…!
Ganzúa: (Entra) Ya viene.
El Bagre: Tu Corn Flakes, Ganzúa. (Se lo entrega. Gazúa pone el plato en el suelo y come)
Ganzúa: Ella es buena.
La Garza: Condenaron al negro Encarnación. (Leyendo el diario) Siete años.
El Bagre: (A Ganzúa) Cuando La Garza termine recorta la noticia del platillo en Nueva Delhi.
Ganzúa: (A La Garza) Lo que pasa es que puede haberse equivocado. Es humano errar…
La Garza: Yo se lo dije. «Ten cuidado con esos abortos»
Ganzúa: Sería un error al marcar uno de los tickets.
El Bagre: (A La Garza) No te vayas a llevar el periódico al cuarto. Deja que antes Ganzúa…
La Garza: No se puede abusar. (Pausa. Comen) La semana pasada cumplió Tobías un año en la cárcel. ¡Cómo vuela el tiempo! Se ha pasado rápido el año, ¿verdad?
El Bagre: Volando. ¿Qué se sabe?
La Garza: El Jefe sigue haciendo diligencias. El día menos pensado lo tenemos aquí. Un golpe de suerte y… ¡libre!
La Argentina: (Entra por la puerta que comunica con las habitaciones) ¿Qué pasa? ¿Para qué me llamas, Garza? Tengo un cliente.
La Garza: Falta dinero en la caja.
La Argentina: Yo cogí diez bolívares.
La Garza: No me dijiste nada.
La Argentina: Los necesitaba.
Ganzúa: ¿Por qué no firmaste un vale, Argentina?
La Garza: Está prohibido firmar vales.
La Argentina: ¿Y cuál es el problema? Los voy a pagar el quince.
La Garza: El problema es que no me gusta que nadie meta la mano en la caja. Ni yo misma…
Ganzúa: Te los paga el quince, Garza.
El Bagre: (A La Argentina) ¿Quieres Corn Flakes?
La Argentina: No.
La Garza: El negocio debe ser serio.
La Argentina: Te repito que los voy a pagar el quince. ¿No es suficiente?
La Garza: Así no sirve.
La Argentina: ¿O qué crees? ¿Que soy una ladrona?
La Garza: No creo nada. Pero si estás encargada de la caja debes entregarme las cuentas completas. Cuando Tobías esto era un desorden. Cada cual hacía lo que le daba la gana. Ahora mando yo y…
La Argentina: Espera. (Va a salir hacia las habitaciones) Te traigo los diez bolívares.
Ganzúa: (Saca un billete de sus bolsillos) Toma, Argentina.
La Argentina: ¿Qué?
Ganzúa: Yo te los presto. Toma, Garza.
La Argentina: (A Ganzúa) ¿De tus propinas? Pero si son cuatro centavos. (Sale)
El Bagre: (A La Garza) ¿Ves lo que has hecho?
Ganzúa: Toma, Garza.
La Garza: (Ni siquiera mira a Ganzúa, que se queda con el billete extendido) Lo que he hecho es lo lógico. Si permito esas cosas el negocio se va al carajo. Ya va bastante mal. (Tocan a la puerta de calle) Si es Dimas, no abras.
(El Bagre abre la puerta del cuartito y mira por el telescopio hacia la calle. Tocan de nuevo. Entra La Argentina y tira el billete sobre la mesa donde está sentada La Garza. Llaman de nuevo a la puerta de calle)
La Garza: ¿Quién es, Bagre? ¿Dimas?
El Bagre: No; es un muchacho.
La Garza: Pero, ¿quién?
El Bagre: No sé.
La Garza: ¿Y qué quiere? A esta hora.
El Bagre: No dice nada. Está callado. Se mira la punta de zapato. Escupe. Mira la puerta. Va a tocar otra vez. (Tocan de nuevo).
La Garza: Asómate, Ganzúa.
Ganzúa: (Obedece. Abre una puertecita a nivel del piso) ¿Quién es? ¿Qué quiere? (Pausa) Le pregunto qué quiere. Agáchese ¿No me oye? Por aquí abajo. Agáchese.
Juan: (Se arrodilla y asoma la cabeza por la puertecita) Vengo de parte de Tobías.
La Garza: Abre, Ganzúa. (Ganzúa hala una cuerda y la puerta grande se abre. Aparece Juan arrodillado. La Garza camina hacia él) ¿De qué Tobías?
Juan: (Se pone de pie) Vengo de la cárcel.
La Garza: Entra. (Juan obedece) Cierren. (El Bagre ayuda a Ganzúa a cerrar la puerta) ¿Estabas encerrado?
Juan: Sí.
La Garza: ¿Por qué?
Juan: Una confusión.
La Garza: Siempre es por una confusión. Y Tobías va de confusión en confusión. Semanas, meses, un año. Un día será para siempre.
Juan: Saldrá pronto.
La Garza: ¿Cómo lo sabes?
Juan: Él lo dice: «Voy a salir pronto».
La Garza: Deseos tontos. (Pausa) ¿y…? (Pausa. Juan inmutable) ¿Y…?
Juan: ¿«Y» qué?
La Garza: Vienes de parte de Tobías. ¿Qué pasa?
Juan: Quiero trabajar.
La Garza: ¿Aquí?
Juan: En cualquier parte.
La Garza: ¿Y esto es cualquier parte? (Pausa) ¿Cómo te llamas?
Juan: Juan.
La Garza: El nombre más fácil.
Juan: Me llamo Juan. ¿Qué voy a hacer?
La Garza: Y quieres un trabajo fácil. Mejor es que te largues. Si no vienes a otro asunto…
Juan: Necesito trabajar. Cualquier cosa.
La Garza: Cualquier cosa en cualquier parte. No eres muy exigente, ¿ah?
Juan: ¿Y qué puedo hacer?
La Garza: Llegan muchos como tú. Nombres y caras inocentes. Cosas y partes inocentes. Y después… ¡saben más que uno! (Pausa) ¿De dónde eres?
Juan: De mi pueblo.
La Garza: Ah, sí… el cuentico del pueblo, con el ríito y la casita y la montañita…
Juan: Así es. A la derecha del rancho estaba el río. A la izquierda, la montaña.
La Garza: ¿Y por qué los dejaste?
Juan: ¿A quiénes?
La Garza: ¿No dejaste a nadie? ¿Familia?
Juan: Sí.
La Garza: Tu mamá.
Juan: Dos.
La Garza: ¿Cómo dos?
Juan: Dos.
La Garza: Tienes suerte.
Juan: La que se murió y la que duerme ahora con papá.
La Garza: Y hermanitos.
Juan: Siete.
La Garza: De todos tamaños. (Enseña con la mano alturas que Juan va aprobando con la cabeza) Así… y así… y así… y así… y así… y así… y así…
Juan: (Desaprueba el último gesto de La Garza) No… así. (Acuna un niño imaginario)
El Bagre: Es simpático. Podría quedarse y…
La Garza: (A El Bagre) ¡Sharap! (A Juan) Bueno, y te viniste, y entonces te metieron preso. ¿Cómo, porque tampoco a la gente se la llevan a la cárcel por estarle rezando al Corazón de Jesús?
Juan: A todos los que estábamos por allí nos llevaron.
La Garza: ¿Dónde es allí?
Juan: Yo y tres más, parados en la esquina. Muchos dentro del billar. Otros en la venta de lotería. A todos. Sin saber nadie por qué.
La Garza: ¿Y después?
Juan: Como yo no estaba bien vestido me dejaron más tiempo.
La Garza: ¿Qué me mandó a decir Tobías?
Juan: Nada.
La Garza: ¿Nada? ¿Ni un pedazo de papel escrito?
Juan: Me dijo: «Ve al Pez que Fuma. Di que vas de mi parte. Allí te darán trabajo».
La Garza: (A El Bagre y a Ganzúa) Aquél como que cree que todavía manda aquí. Por control remoto. (A Juan) ¿Y cómo está?
Juan: ¿Quién?
La Garza: Tobías. ¿Quién va a ser?
Juan: ¿Y cómo va a estar? Preso.
La Garza: No te me hagas el chistoso, que no me gusta. ¿Está muy flaco?
Juan: ¡Qué flaco va a estar! La barriga le sobresale un poquito, como una tinaja. Come mucho. Y fuma mucho. Todo el tiempo come y fuma, come y fuma.
La Garza: Y ni un recado.
Juan: Nada.
El Bagre: A lo mejor no era conveniente.
Ganzúa: La vigilancia… las cosas… él sabe…
La Garza: (A Juan, después de una pausa) ¿No te importa ensuciarte las manos?
Juan: ¿Hay que matar a alguien?
La Garza: No. Limpiar porquerías.
Juan: ¿Qué es?
La Garza: Dejarlas bien limpias. Las pocetas, los bidés, los cuartos, las mesas, las sillas, los vasos, las bandejas. Todo esto.
Juan: No.
La Garza: ¿No qué?
Juan: No me importa.
La Garza: Hay una que te va a enseñar. Ganzúa, llama a Selva María.
(Ganzúa sale. Tocan a la puerta de la calle)
La Garza: Ese es Dimas. (A El Bagre) No abras.
(Tocan insistentemente)
Dimas: (Fuera de escena, tocando la puerta de calle) Soy yo,
Garza. Abre. ¡Garza! ¡Se me perdió la llave! ¡Abre!
La Garza: (Decidida, abre) No se te perdió, imbécil. Te la quité anoche.
Dimas: (Entra embriagado) ¡Ah, me la quitaste!
La Garza: (Tirando la puerta) Y no pienso dártela de nuevo. Borracho por la mañana, como si esto fuera una pensión. ¿Sabes lo que hiciste anoche?
Dimas: ¿Qué hice?
La Garza: Le pediste la cédula a uno de la secreta. Si no hubiera sido por el jefe, que llegó casualmente, te llevan a ti y nos llevan a todos.
Dimas: (Ríe y trata de abrazarla) ¡Que nos van a llevar!
La Garza: (Rechazándolo) ¡No lo tomes a broma! Que yo sí te puedo mandar preso, no lo olvides. ¡Tú sabes que lo puedo hacer!
Dimas: Bueno, no me amenaces. Tú sabes que no me gusta. (Por Juan) Y menos delante de extraños. Ahora te la pasas amenazándome.
La Garza: ¿Y quieres decirme de dónde vienes?
Dimas: De por ahí, de la calle. ¿De dónde voy a venir?
La Garza: Estas no son horas de llegar. Estabas en «El Canario», ¿no?
Dimas: ¿Por qué en «El Canario»?
La Garza: ¿Por qué en «El Canario»? ¿Y me lo preguntas? Tú sabes muy bien: por qué en «El Canario».
Dimas: Hace tiempo que no voy por allí.
La Garza: Pero sí cerca, en el número 23, con la colombiana.
Dimas: ¿Qué colombiana?
La Garza: Tú sabes qué colombiana. Ahora mismo vas haciendo tu maleta. Los cuatro trapos que tienes, que yo te los di, porque si no te los hubiera dado, desnudo anduvieras por ahí…
Dimas: (Camina hacia las habitaciones, seguido por La Garza. Se escucha su discusión, que se va perdiendo a lo lejos) Tampoco tienes por qué sacarme en cara las cuatro porquerías que me has dado.
La Garza: ¿Porquerías? ¿Quieres saber una cosa?
Dimas: No; no quiero saber nada.
La Garza: Tobías si era un hombre. Y eso es lo que se necesita aquí. Un hombre. No que lleve pantalones, sino que demuestre que…
Dimas: Tobías, siempre Tobías, ¿por qué no te encierras en cárcel con él?
La Garza: Pues Tobías…
Dimas: Un ángel el tal Tobías. Por eso está preso.
La Garza: Pues esto así no puede continuar…
Dimas: ¿Y qué crees? ¿Que pienso continuar?
(Las voces se pierden. Pausa. El Bagre mira a Juan como buscando el inicio de una conversación, pero la expresión de Juan es neutra. El Bagre saca una llave y le señala a Juan un cuartito)
El Bagre: Tú vas a dormir allí. (Abre) ¿Sabes lo que es esto?
Juan: No.
El Bagre: Un telescopio.
Juan: ¿Y para qué sirve?
El Bagre: Se miran las estrellas, se mira más allá. Es un problema de investigaciones científicas.
Juan: Está viejo.
El Bagre: Era del barón de Humboldt. Tienes que tener mucho cuidado.
Juan: ¿Cuidado con qué?
El Bagre: Cuando te acuestes, cuando te levantes. Tener mucho cuidado con él.
Juan: ¿Sirve?
El Bagre: Claro que sirve.
Juan: ¿Y quién mira?
El Bagre: Yo. Pertenezco… y Ganzúa… pertenecemos…
(Entra Selva María, seguida por Ganzúa)
Selva María: ¿Usted es?
Ganzúa: Sí. Se llama Juan. (A Juan) Esta es Selva María. Tú la vas a ayudar…
Juan: ¿Cómo es la cosa? ¿Yo la ayudo a ella o ella me ayuda a mí?
Selva María: Es lo mismo.
Juan: Tampoco me dijeron cuánto voy a ganar.
Ganzúa: Cuando termine la quincena te arreglas con La Garza.
El Bagre: Por lo general, La Garza es justa.
Juan: ¿Qué tengo que hacer?
Selva María: Por la mañana, muy temprano, comienza la limpieza; pero no por los cuartos, porque casi todos están ocupados hasta mediodía. Primero los baños y los excusados del pasillo. Se friegan con un cepillo que está en el depósito. Bien fregados, que no quede ninguna mancha. Hay que echar baldes de agua en el piso y en las paredes, y esa sustancia con olor a pino. Y fregar bastante. Con el escobillón largo hay que quitar las telarañas de los rincones altos. Ya lo hice. Acabo de terminar ahora mismo. Ahora debemos seguir por aquí… todo esto… barrer, pasar coleto, dejar todo como un espejo… el piso, las mesas, las sillas, el mostrador, el piano, la rockola, las bandejas, los vasos, los ceniceros… todo esto… A veces El Bagre y Ganzúa ayudan…
(Selva María comienza a limpiar. Juan permanece inmóvil Ella lo mira y él comienza a limpiar también. Las luces de. tienden lentamente hasta)
Oscuro