Henrique Soublette
Don Quijote
¿No me abrirás la puerta?
Sancho Panza
Oh¡, no, mi señor, no.
Busque una distracción, alguna empresa sana
que tal vez lo mejore de su locura vieja.
vaya, si quiere, mire desde aquella ventana
el paisaje que en mil vivos tonos refleja
la luz pura del sol; por eso, esta mañana,
le he mandado a poner una sólida reja.
Don Quijote
¡Ah gracias, Sancho amigo, gracias!… Mirar el cielo
Mirar el sembradío verde que se dilata
ante mí provocándome nuevas ansias de vuelo…
Mirar de los estanques la epidermis de plata
tan fresca que su aspecto sólo alivia mi anhelo,
y de mi afán apaga la llama ingrata…
Viajar con las miradas por los largos caminos
que fingen cintas de oro, allá en la lontananza;
dejar andar los ojos como dos peregrinos
en esa deliciosa jornada que no cansa.
Escalar las montañas empinadas, hender
el espacio por sobre las fauces del abismo,
y en mi viaje de ensueños entregarme al placer
de sentir que poseo todo el mundo en mí mismo.
Y desde esa ventana, sin que nadie lo note,
seguiré de los hombres la vida cuotidiana;
seré sostén del bueno, del malo seré azote;
y cómo he de reírme al ver la estirpe humana
que, atormentada, ignora que el Viejo Don Quijote
velando está por ella detrás de una ventana.
Al bueno le haré el bien, aunque él no lo comprenda,
haré el daño al perverso, aunque éste no lo sienta;
cuidaré de las viudas y huérfanos la hacienda;
al pobre escarnecido libraré de su afrenta,
y si nadie lo sabe, y si nadie lo ve,
y si la humanidad, sólo a su vida atenta,
me ignora, qué me importa: yo me conoceré.
El mundo soy yo mismo, hállase todo en mí.
Ha de morir conmigo, pues conmigo nació.
Yo haré mi propia dicha infinita, y así
será dichoso el mundo siendo dichoso yo…
Humanidad, despierta, levántate del suelo
al cual te tiene el hombre tan adherida, y ve
a lo alto, que el sol brilla siempre en tu cielo
y hay un alma en el mundo que hállase ardiendo en fe.
Despiértate, levántate, que ya acabó tu duelo.
Tu viejo paladín está de nuevo en pie…
Atrás sombra del mal, egoísmo, detente
y aléjate por siempre, oh, ruin vulgaridad.
Y tú, virtud, levanta tu cabeza inocente
y ofrécela a los besos del sol de la verdad.
El mundo está salvado ya el Bien Omnipotente
se ha sentado en el trono real de la humanidad.
Y, yo su paladín, le conquisté ese imperio
y yo le devolví su antigua libertad,
quebrando sus prisiones desde mi cautiverio.
¡Victoria por el hombre! ¡Victoria por el mundo!
Entonen ya los bronces su cántico de gloria
y alégrese la vida con el himno jocundo
del triunfo; cante toda la vida esta victoria.
Anúnciela con bronces clamores el volcán,
cual trompa enderezada hacia el hondo infinito
en cuya embocadura resoplara un titán.
¡Oh! Sancho; pobre Sancho. ¿no escuchas ese grito…?
Oye, Sancho, tengo hambre!
Sancho Panza
Bien, aquí tiene pan.
Coma pan, que es comer la costumbre más sana
que en nuestra vida hay.
Don Quijote
Estoy comiendo, pero…
¿y mis sueños? buen Sancho.
Sancho Panza
Por hoy, esa ventana.
Mas siga usted comiendo tranquilo, caballero,
y guarde sus empresas, señor, para mañana.
Don Quijote engulle en silencio.
Sancho cruzado de brazos lo mira con amor.
Sancho Panza
Asi es la humanidad. Los hombres todos van
por un mismo camino y con un solo afán:
vivir: más unos quieren vivir sólo del sueño
y no es posible, el hombre sólo vive del pan.