literatura venezolana

de hoy y de siempre

Caupolicán Ovalles

Jul 26, 2022

Maríajosé Escobar

(Pequeña biografía de un poeta que fue su propio personaje)

Existen escasos datos biográficos sobre Caupolicán Ovalles, así como también poco material crítico sobre su obra, si consideramos la cantidad de libros que publicó, sin contar algún material que dejó inédito, junto a múltiples ensayos y poemas dispersos en publicaciones periódicas. Para construirnos una imagen de ese personaje que fue Caupolicán, es necesario armarla con cuidado pieza por pieza, y aún así encontraremos vacíos insalvables, zonas desérticas y abismos.

Podemos comenzar por decir que “Caupo”, como era conocido entre sus amigos, nació en Guarenas, estado Miranda en 1936. Aunque hay diferentes versiones sobre un dato que podría ser tan exacto como su lugar de nacimiento. Pues resulta que nuestro personaje es huidizo hasta en este punto.

Algunos dicen que nació en Guarenas, estado Miranda como plantea Wisotzki, en El Nacional: “El poeta, nacido en Guarenas, en 1936.” (“Murió presidente de la Solano…”. 24 feb. 2001), otros, que nació en Barquisimeto, estado Lara: “Caupolicán Ovalles, guariqueño por línea paterna, tocuyano por la materna, y larense por nacimiento y amor” (Beltrán 139). La versión más autorizada es la que ubica su nacimiento en Guarenas. Esta confusión puede deberse a que el poeta pasó parte de su infancia en el estado Lara.

Caupo siempre estuvo rodeado de libros y entregado casi totalmente, a la poesía, esa palabra andante de la que él mismo era parte. Su padre le hacía leer poesía desde los 4 o 5 años de edad. Muchos han afirmado que Caupolicán era su propio personaje, como sacado de un poema suyo y vertido sobre la realidad con los ojos desbordantes de fantasía, como comenta Juan Liscano en el Papel Literario:

Se llegó a pensar, últimamente, que Caupolicán Ovalles, entregado a un activismo fantástico y egocéntrico, a desplazamientos entre mitos, ficciones e invenciones patafísicas, a la emisión de discursos delirantes en imaginación y acrobacia verbal, al juego interminable con su identidad y la de los demás, había resuelto convertir su vida funambulesca en su mejor obra. En vez de escribir, actuaba. (“La realeza y realidad poéticas en Caupolicán Ovalles”. 20 may. 1973).

Si Ovalles actuó su vida llena de poesía, eso no desmerece para nada de sus creaciones. Como veremos más adelante, su existencia no fue su mejor obra, sino parte de ella, una parte insoslayable y digna de ser recordada.

Sus padres Guatimocín y Elbarosa fueron maestros de provincia. Vivió el poeta algún tiempo en San Antonio de los Altos, Carrizal y San Diego de los Altos, en el estado Miranda.

Su abuelo Víctor Manuel Ovalles fue farmaceuta, pero además de eso era un gran intelectual: fue profesor en la UCV, escribía poemas y cuentos, además era bibliófilo por excelencia, poseía una vasta biblioteca y hemeroteca (que contiene diversos materiales publicados desde 1501), de la que Luis Beltrán Guerrero dirá: “Gran parte de la cultura venezolana anda entre las polillas de esos papeles” (140). Entre esos documentos hallamos, por poner un ejemplo, una carta original de J. Obregón Silva al General Joaquín Crespo, de 1885.

La biblioteca de su abuelo le fue dejada en herencia a Caupolicán, y una vez en sus manos se convirtió en La gran papelería del mundo, nombre que le puso el gran poeta chileno Pablo Neruda. Esta biblioteca fue fuente inagotable de las investigaciones y desvelos del poeta venezolano.

A partir de esos documentos, Caupolicán creó la editorial La gran papelería del mundo, en la que publica varios de sus libros y parte de los hallazgos que consigue en su biblioteca. La gran papelería se convierte también en una biblioteca ambulante, que dirige el escritor junto a Víctor Valera Mora y Aquiles Valero.

Caupolicán llegó a Caracas, empezó a estudiar Derecho, pero pronto se decepcionó de la carrera, aburrido tal vez de las rigideces académicas. Sin embargo, más tarde se graduó de Derecho en la Universidad de Salamanca, en España. Por diversos avatares de la vida viajó a Colombia y a Praga, lugares donde escribió varios de los poemarios que publica.

Fue miembro fundador y uno de los principales animadores de dos grupos literarios importantes en Venezuela: El Techo de la Ballena y La Pandilla Lautréamont, así como también del fenómeno cultural denominado La República del Este. Tuvo una breve participación en Sardio. Era amiguero y bebedor, entre trago y trago maceraba en su interior sus delirantes proyectos estéticos. Fue creador de la revista Sol Cuello Cortado, que tuvo una vida efímera.

Tuvo un trabajo en la gobernación de Apure, fue director de Programación Cultural del Instituto Nacional de la Cultura y Bellas Artes (Inciba) (1972-1973), asesor de la Corporación de Desarrollo Central Occidental (1973-1975), secretario, presidente interino y director de Organizaciones Regionales del Inciba (1975), escritor, guionista de programas especiales de VTV y asesor de la presidencia de dicha planta (1975-1984), presidente de la Asociación de Escritores de Venezuela (AEV), presidente del Instituto de Previsión Social del Escritor, presidente del Fondo Editorial Orlando Araujo, entre otros cargos que ocupó.

En muchas oportunidades, anduvo Caupo dando tumbos sin saber bien qué hacer, entre noches de ron, reuniones bohemias, y delirios por el lenguaje como lo confiesa en el Papel Literario:

Para mí la poesía hasta el sol de este día ha sido un azote. Mi probidad —como para conjugar la célebre frase bolivariana— es la de buscar profesión: abogado, periodista, librero. No obstante, a mí mismo me veo muy confundido entre otras cosas (“Cuatro preguntas a Caupolicán Ovalles”. 30 jun. 1968).

Confundido como estaba creó un corpus poético sumamente sólido y representativo de una época. Sin embargo, en la misma entrevista Caupolicán afirmaba no considerarse poeta:

Soy un investigador del lenguaje. Quito de mí la palabra poeta y me quedo con la última profesión consciente. Veamos cómo es esto: sin ánimo de hacer el pedante (…) le diré que no me considero poeta ni que mucho menos hago poesía” (Papel Literario. 30 jun. 1968).

Es de este “investigador del lenguaje” del que brota una de las voces más originales, rebeldes y profundas de la poesía venezolana. Aún así, Caupo fue un poeta bastante incomprendido en su tiempo, esto puede concluirse luego de constatar la omisión generalizada de la crítica en cuanto a su poesía.

Incluso, llegó a tildársele de loco, soñador, delirante, acusación ante la cual, con su sonrisa de siempre declaró: “Yo admito ser un loco, si por loco se entiende aquel que establece los procesos de ruptura del tiempo lógico para cuestionar, conocer e implantar nuevas bases de una actividad” (Wisotzki, Rubén. “Murió presidente de La Solano…” El Nacional. 24 feb. 2001).

Finalmente, muere Caupo en 2001, víctima de una infección intestinal. Sus amigos, los escritores etílicos de siempre, celebraron su partida tal como él hubiera querido, entre tragos, música y amor, en un bar de La Solano.

En el mismo artículo citado, Rubén Wisotzki hace una entrevista a los amigos de Caupo ese día, y la poetisa Miyó Vestrini explica que el poeta le comentó una vez: “Desaparezco y aparezco en el momento menos previsible. Esa pequeña magia de aparecer y desaparecer es uno de los resortes fundamentales de mi existencia” (El Nacional. 24 feb. 2001).

Poesía

¿Duerme usted, señor presidente? (fragmentos)

Poemas selectos

En biblioteca

¿Duerme usted, señor presidente? (edición íntegra)

Yo poeta

*Introducción del volumen sobre Caupolicán Ovalles, de la colección Premios Nacionales de Literatura (El perro y la rana, 2019)