literatura venezolana

de hoy y de siempre

Caperucita ríe a medianoche

Juan Martins

PERSONAJES

LOBO, Veintidós años. Viste con el arquetipo de los jóvenes de la ciudad, su lenguaje es estructural en su personalidad, quiere decirnos de su condición social. Algo importante: es un joven de clase media que acepta y ha construido su contexto: estar en la calle.

CAPERUCITA, dieciséis años. Viste igual a LOBO. Clase media, ha huido de su casa. Lo que, por otra parte, explica su ingenuidad ante la violencia de LOBO.

BEATRIZ, madre de CAPERUCITA.

MATUTE, cuarenta y un años. Su nombre de pila es Esteban. Policía civil.

ABUELA, viste elegante.

La escena la constituyen dos espacios bien diferenciados. Uno, un callejón sin salida de una gran ciudad. El otro, una tienda, pulcra y actualizada de ventas generales: es un bazar. En este bazar se distinguirán, a su vez, dos áreas que, en la medida que se presenten, estarán definidas en el texto: «atrás» que representa el corredor y el «frente», en cambio, la oficina de la ABUELA -que sólo se identifica por una puerta que tiene de entrada- y, a su vez, la entrada de fachada a este bazar. Para nada quiere el autor un escenario naturalista. Al contrario, la continuidad de las escenas (por lo general en un ritmo aligerado) puede permitirle al director establecer una relación (des)lineal con el tiempo y el espacio, otorgándole libertad de criterio en el uso de la historia de la pieza, en tanto a lo que puede definir éste como un uso real del espacio: el elemento onírico quiere desarrollar diferentes niveles de interpretación para una puesta en 2 escenas, la cual no le es exclusiva al autor. El director es libre de disponer como quiera aquél espacio escénico.

ACTO ÚNICO: ESCENA PRIMERA

Avanzadas horas de la noche. En el callejón.

LOBO, se mantiene creando un juego, cualquier juego con cartas, cuyas reglas sólo él y CAPERUCITA conocen.

CAPERUCITA, en el piso, trata de conciliar el sueño. El juego, que se desarrolla en el transcurso de las escenas, consiste en imitar a personas o a situaciones de comedia. Al fondo, un leve sonido de sirenas, sin que termine de atrapar la disposición del espectador.

LOBO.- Coño de la madre.

CAPERUCITA.- Hmm… Hmm…

LOBO.- ¡Maldita sea!

CAPERUCITA.- Hmm… ¿Qué pasa?

LOBO.- Coño de la madre…

CAPERUCITA.- ¡No me dejas dormir! Cállate.

LOBO.- No joda…, déjame.

CAPERUCITA.- ¡No me dejas dormir!

LOBO.- No me interesa que quieras dormir. Es hora de trabajar.

CAPERUCITA.-Un poquito…

LOBO.- Coño, ¿no entiendes que te necesito?

CAPERUCITA.- Y yo necesito dormir.

LOBO.- Yo jugar. (Pausa. LOBO, mantiene el juego)

CAPERUCITA.- No hemos hecho otra cosa…

LOBO.- No puedo perder la destreza.

CAPERUCITA.- Sí, pero quiero dormir. ¿Podrás entender eso?

LOBO.- Mira este nuevo juego.

CAPERUCITA (Semidormida aún).- Hmm…

LOBO- Anda ¡despierta!

CAPERUCITA.- Quiero dormir.

LOBO.- No es hora de dormir.

CAPERUCITA.- Quiero dormir, vale.

LOBO.- ¿Queeeé!… ¡Qué… te pasa? ¡No es hora de dormir!

CAPERUCITA.- Hoy sí.

LOBO.- ¿Hoy sí…?

CAPERUCITA.- Tú hoy no hiciste nada.

LOBO.- A veces me toca la organización. Tengo que administrar el trabajo…

CAPERUCITA.- Sí claro… Es más, no quiero seguir hablado. ¡Déjame dormir! … Anda vale… (Se levanta) ¡Ya se me quitó el sueño!

LOBO.- Mira, con este nuevo juego tendremos grandes sorpresas.

CAPERUCITA.- ¿De qué juego me estás hablando?

LOBO.- Del nuevo.

CAPERUCITA.- ¿Otro?

LOBO.- Sí otro.

CAPERUCITA.- Dime cuál.

LOBO.- Después. Ahora continuamos con lo de siempre.

CAPERUCITA.- ¿Y para eso me quitaste el sueño?

LOBO.- Si no jugamos, no vivimos.

CAPERUCITA.- Sabes a que me refiero.

LOBO.- Al juego.

CAPERUCITA.- No.

LOBO.- ¿A qué?

CAPERUCITA.- Coño, a dormir, ¡no me dejas dormir!

LOBO.- Son las reglas de nuestro juego.

CAPERUCITA.- Terminemos de una vez.

LOBO.- ¿De una vez con qué?

CAPERUCITA.- Con el juego, ¡me quiero ir a dormir!

LOBO.- No ahora.

CAPERUCITA.- No empecemos de nuevo.

LOBO.- Sabes que debes hacerlo.

CAPERUCITA.- ¿Qué más me queda, cuando has terminado con mi sueño?

LOBO.-¿Sueño?

CAPERUCITA.-Coño, dormir. ¡No me dejas dormir!

LOBO.- No es hora de dormir, sino de trabajar.

CAPERUCITA.- Jugar… será.

LOBO.-Es lo mismo para nosotros.

CAPERUCITA.- Dime entonces, ¿de qué se trata esta vez?

LOBO.-De algo que no te vas a olvidar nunca.

CAPERUCITA.-Debe ser muy arrecho.

LOBO.-¡Arrechísimo!

CAPERUCITA.- Dime, LOBO.-¿Qué?

CAPERUCITA.- El juego, ¿qué más?

LOBO.-Pero antes…

CAPERUCITA.- ¡Ah…no! No me la vengas a aplicar.

LOBO.- Son las normas, mamita.

CAPERUCITA.- Vuelves con lo mismo.

LOBO.-Hay que hacerlo, ¿si no de qué vivimos?

CAPERUCITA.- ¿Pero tenías que quitarme el sueño?

LOBO.- No es hora de dormir.

CAPERUCITA.- Sé que es hora de trabajo.

LOBO.- ¿Entonces?

CAPERUCITA.- Déjame dormir un rato… cooño, un rato vale.

LOBO.- Si no, no comemos.

CAPERUCITA.- Lo sé.

LOBO.- Empecemos.

CAPERUCITA.- Un rato, ¿sí?…

LOBO.-Hay que trabajar. CAPERUCITA.- Terminas y me voy a dormir, ¿okey?

LOBO.-¡Busca las cartas!

CAPERUCITA.-¿Las cartas?

LOBO.- Sí, ¿qué con eso?

CAPERUCITA.- ¿Es éste tu nuevo juego?

LOBO.- No.

CAPERUCITA.- ¡Nooo…, vale!… Me voy a dormir…, no me la calo.

LOBO.- Carajiiita… carajita… Te llevo a donde te encontré .¡Deja la vaina…!

CAPERUCITA.- ¡No!… ¡No!…

LOBO.- ¿Ves?, me necesitas.

CAPERUCITA.- Siempre me jodes.

LOBO.- No. Yo te aprecio, mamita. Eso sí, a mi manera.

CAPERUCITA.- ¡No me lleves a donde mamá!

LOBO.-Si traes las cartas. Si no…

CAPERUCITA.- ¡No! No quiero regresar a esa ladilla del internado.

LOBO.- ¿Por qué no? Siempre me sacas en cara «que te falta esto o te falta aquello», «que en la casa de tu mamá»…

CAPERUCITA.- Son vainas mías cuando me haces arrechar.

LOBO.- Continuemos. CAPERUCITA.-Sí, pero terminemos con tu nuevo juego.

LOBO.- Después.

CAPERUCITA.-O sea, ¿qué no me vas a dejar dormir?

LOBO.- ¡Sino adonde tu mamá!

CAPERUCITA.- ¡Coño no!

LOBO.- Pues, busca las cartas…

CAPERUCITA (Melancólica).- Sí ya voy… ¿Sabes?

LOBO.- ¿Qué ahora?

CAPERUCITA.- Me hace falta mamá…

LOBO.- No te entiendo. Déjate de güebonadas y busca las cartas.

CAPERUCITA.- Bueno vale, también tengo mis sentimientos…

LOBO.- ¿De qué sentimientos me hablas…, cuando fuiste tú quien me pidió que te sacara de allí?

CAPERUCITA.- Si ya lo sé. No me lo recuerdes, ¿quieres?

LOBO.-Me confundes, ¿quién es el que manda en tu vida?

CAPERUCITA.-Tú, porque eres lo más arrecho que le ha pasado a mi vida…

LOBO.- Bueno, más te vale.

CAPERUCITA.-Bueno…

LOBO.- Bueno.

CAPERUCITA.- Pero mamá…

LOBO.- ¿Qué con tu mamá?

CAPERUCITA.- La casa…

LOBO.- La casa o tumamá?

CAPERUCITA.-Sí mamá, pero también la casa.

LOBO.-Note entiendo, mi caperucita.

CAPERUCITA.-¡No me digas Caperucita!

LOBO.-Está bien…

CAPERUCITA.-Teresa.

LOBO.-Okey, Teresa.

CAPERUCITA.-¡No te burles!

LOBO.-No

me burlo.

CAPERUCITA.-Dime: «mi querida Teresa».

LOBO.-¡Ya va!

CAPERUCITA.-¡Dímelo!

LOBO.-No te entiendo, «mi querida Teresa»…

CAPERUCITA.-Ahora sí…, «mi amor».

LOBO.-Bueno, está bien, busca las cartas ahora.

CAPERUCITA.-¡No me interrumpas! Hablo de mi casa. Es mi juego, no el tuyo.

LOBO.-Sí está bien…, habla de tu casa, Caperucita, digo, Teresa.

CAPERUCITA.-Dime: «por favor».

LOBO.-¡Ah no!

CAPERUCITA.- Dímelo o no te doy de esto. (Lleva las manos a su vagina con cierta agresividad)

LOBO.-¿Me amenazas?

CAPERUCITA.-No, hablo en serio.

LOBO.-Me jodiste, está bien.7

CAPERUCITA.-Así… sí.

LOBO (Retozando).-Por… fa… vor…

CAPERUCITA.-¡Con fuerza!

LOBO (Violento).-¡Por favor!

CAPERUCITA.-Está mejor.

LOBO.-¡No abuses!

CAPERUCITA (Entra en el juego).-¿No te he dicho que a las cinco de la tarde? ¿Exactamente a las cinco de la tarde?…

LOBO.-¿Qué pasa con la cinco de la tarde?

CAPERUCITA.-Llegaba la señora, la vieja Astrid.

LOBO.-¿La vieja Astrid?

CAPERUCITA.-Siempre con lo mismo.

LOBO.-¿Qué es lo mismo?

CAPERUCITA (Normal).-Ah… no…, no me hagas tantas preguntas. Así no se vale.

LOBO.-¿Cómo coño entonces?

CAPERUCITA.-Soy quien hace las preguntas.

LOBO.-Está bien.

CAPERUCITA (Asume el juego).-Debes decir… ¡Hola Astrid!…(Pasa de un extremo a otro. Ahora como CAPERUCITA) Astrid es tu mamá en el juego.

LOBO (Normal).-Si, lo sé. Pero, espera, mi mamá no se llama Astrid…

CAPERUCITA (Normal).- ¿Viste?

LOBO.-¿Qué?

CAPERUCITA.-Que no me dejas jugar.

LOBO.-Sigue, pana, sigue.

CAPERUCITA.-Déjame jugar.

LOBO.-Eso no esun juego.

CAPERUCITA.-No sólo tú sabes de juegos.

LOBO.-Pero impón las reglas para empezar. De eso vivimos, de reglas

.CAPERUCITA.-De acuerdo, lo sé. Lo sé. Esta vez me toca seguir el juego.

LOBO.-Sí, pero sólo un rato, ¿okey?

CAPERUCITA.-¡Bueno, ya! Déjame hablar de la señora Astrid.

LOBO.-Ah, sí, la señora Astrid.

CAPERUCITA.-Ah… pero ¡ya va!

LOBO.-¿Qué ahora?

CAPERUCITA.-Tú tienes que hacer de Beatriz, o sea, de mi mamá…

LOBO.-Me imagino que harás de Astrid, o-se-a, de mi mamá (!)… ¡Qué ladilla…!

CAPERUCITA (Con intención de burlarse).-No te doy de aquello…

LOBO.-Está bien vale.

CAPERUCITA.-Empecemos entonces, recuerda que tienes que hacerlo de verdad. Porque esto sucede todos los lunes en la tarde. Todos los lunes.

LOBO (En el juego).-¡Hola, Astrid!…

CAPERUCITA.-No.

LOBO (Cambia, sale del juego).-¿No qué?

CAPERUCITA.-Algo más ridícula.

LOBO.-¡Ah!…

CAPERUCITA.-De nuevo…

LOBO (En el juego).-¡Hola Astrid!… (Cambia. Normal)¿Está bien así?

CAPERUCITA.-Sí, sigue… (A partir de aquí el texto exigirá los cambios de rol en los personajes, según lo defina los juegos que van aquí estableciéndose)LOBO (En el juego).-¡Hooola, Astrid!

CAPERUCITA (En el juego).-Hola, Beatriz.

LOBO.-Ay…, Astrid, ¿cómo estás?

CAPERUCITA.-Bien,¿y tú?

LOBO.-Bien.

CAPERUCITA.-¿Cómo está tu hija?

LOBO.-Bien, ¿y tu hijo?

CAPERUCITA.-Está aquí ahora.

LOBO.-Ah…¿sí?¿Cómo le va en el internado? ¿Acaso está de vacaciones?

CAPERUCITA.-Sabes que allá me lo tienen controladito. El dinero lo puede todo.

LOBO.-¿Y tus nietos?

CAPERUCITA.-Bien.

LOBO.-Ay… Astrid…

CAPERUCITA.-Dime, Beatriz, ¿qué pasa?

LOBO.-¡Cómo me conoces!…, quiero decirte…

CAPERUCITA.-¿Sí?

LOBO.-Ay, Astrid…,no sé cómo decírtelo…

CAPERUCITA.-¿Es tu marido?

LOBO.-Sí,¡tú si sabes!

CAPERUCITA.-Es que te conozco.

LOBO.-Está viejo…

CAPERUCITA.-Sé que está viejo, ¿qué hizo ahora?

LOBO.-Ahora le da por comprar películas pornográficas.

CAPERUCITA.-¡No!

LOBO.-Como oyes.

CAPERUCITA.-Después de viejo.

LOBO.-Si tú lo vieras en eso.

CAPERUCITA.-¿Ya lo has visto?

LOBO.-Sí.

CAPERUCITA.-¿Qué has visto?

LOBO.-Se babea por esas películas.

CAPERUCITA.-Siempre solo.

LOBO.-Siempre.

CAPERUCITA.-¿Cómo te diste cuenta?

LOBO.-Me iba a mi tradicional siesta… Ya sabes que me gusta dormir en las tardes…

CAPERUCITA.-Sí, ¿y?

LOBO.-Bueno, mija, es que desde la cocina empecé a escuchar cosas.

CAPERUCITA.-¿Qué cosas?

LOBO.-Es que me da pena decírtelo.

CAPERUCITA.-Habla.

LOBO.-Estertores.

CAPERUCITA.-¿Estertores?

LOBO.-Quejidos, mija, como cuando te están haciendo el amor. ¿Se te olvidó?

CAPERUCITA.-No…

LOBO.-Escuché: «dale, así, sabrosito, arriba, duro, duro papito…Aaaah…».

CAPERUCITA.-¡Qué horror! ¿Qué hiciste?

LOBO.-Estaba estupefacta.

CAPERUCITA.-¿Qué hiciste?

LOBO.-Me acerqué más para saber qué estaba pasando…

CAPERUCITA.-¿Y qué pasó?

LOBO.-¿Qué va a pasar, chica?

CAPERUCITA.-¿Qué?

LOBO.-Me quedé hasta el final de la película.

CAPERUCITA.-¿Y la viste toda?

LOBO.-Nooo (!)… Esperé a la «Warner Brothers».

CAPERUCITA.-¿Minuto por minuto?

LOBO.-Cada rato: «Ah…». Sólo eso se escucha en esas películas.

CAPERUCITA.-¿Pero te quedaste hasta el final?

LOBO.-Sí, ¿y qué?

CAPERUCITA.-Que es vergonzoso.

LOBO.-Ay, Astrid ya me estoy acostumbrando a eso.

CAPERUCITA.-¿Y qué ha pasado después?

LOBO.-Lo que tiene que suceder…

CAPERUCITA.-¿Qué?

LOBO.-Se masturba.

CAPERUCITA.-¡Ay…! ¿Y tú lo has visto?

LOBO.-Claro, con sus jadeos y todo.

CAPERUCITA.-¿Y él puede a su edad?

LOBO.-Astrid, eso de que los hombres no pueden a cierta edad es puro mito. No pueden es con una, pero con otras son bien morbosos.

CAPERUCITA.-¿Y cómo pudo, cuando a la vista de todos es un hombre recto?

LOBO.-Para todos, menos para mí.

CAPERUCITA.-¡Qué horror!

LOBO.-¡Y en mi casa!

CAPERUCITA.-Sí, en tu casa. Que tu Teresita no se entere de estas cosas…

LOBO.-¡No! Sería un mal ejemplo para ella. Tengo que cuidarme mucho de su educación. ¿Y qué con Teresa en todo esto?

CAPERUCITA (Dubitativa).-No sé, Beatriz, pero se escuchan muchos rumores de que tu Teresita se sigue viendo con mi hijo José Manuel…

LOBO.-¿Pero no está acaso aquí contigo?

CAPERUCITA.-Sí y ahora sale y entra cuando le da la gana. Para serte sincera, no sé si él está aquí.

LOBO.-¿Y en el internado?

CAPERUCITA.-Hace lo que le viene en gana con eso.

Se escapa, llega a la casa.

LOBO.-¿No dices que lo tienen controladito?

CAPERUCITA.-Algunas veces sí. Otras no.

LOBO.-¿Y dónde está ahora?¡Debe estar con mi hija, metiéndole pajaritos preñados en la cabeza!

CAPERUCITA.-Beatriz, no culpes sólo a mi hijo…

LOBO.-No me sigas hablando de eso, me pone histérica.

CAPERUCITA.-Y que los encontraron en el callejón de «Samy».

LOBO.-¿En el callejón de «Samy»?

CAPERUCITA.-Cerca de la tienda «María Piú», de la Abuela, como los chicos le dicen…

LOBO.-¡Pero a ese callejón sólo lo visita la chusma!

CAPERUCITA.-Por eso me preocupa.

LOBO.-No aceptaré que a mi hija me la echen a perder.

CAPERUCITA.-Ni mi a mi hijo tampoco. Ellos pertenecen a otra clase, no tiene sentido que después de la educación que han recibido, se estén mezclando con esa chusma…

LOBO.-Tienes razón, porque no… (Cambia. Interrumpe. Normal) ¡Carajo¡»Cape…»! ¡Ya está bueno!…

CAPERUCITA (Cambia).-¡No me digas «Cape»!

LOBO.-Es por cariño mi amor…

CAPERUCITA.-No hemos terminado.

LOBO.-Me fastidio.

CAPERUCITA.-Si no sigues…, ya sabes…

LOBO.-Sí, está bien, terminemos.

CAPERUCITA (Vuelve al juego).-¿Y qué has hecho, Beatriz?

LOBO (Le sigue).-Nada. Espero.

CAPERUCITA.-¿Sólo esperar?

LOBO.-A esta edad una no tiene otra…

CAPERUCITA.-¿Y no le dices nada a tu marido?

LOBO.-¿Para qué?

CAPERUCITA.-Por lo menos para que deje de masturbarse.

LOBO.-Es que él no se masturba. Lo intenta.

CAPERUCITA.-Me imagino…

LOBO.-Astrid, es inimaginable.

CAPERUCITA.-¿Y sucede todos los días?

LOBO.-Ya sabes cómo son los hombres cuando envejecen.

CAPERUCITA.-Sí, claro.

LOBO.-Como todos

CAPERUCITA.-Y mira de quién se trata… Del ejemplo de sus votantes… Pura perorata…

LOBO (Cambia. Normal).-No vamos a seguir hablando de tu mamá. Me está fastidiando.

CAPERUCITA (Sale del juego. Normal).-No interrumpas.

LOBO.-Repetimos mucho el mismo juego.

CAPERUCITA.-Tú tienes la culpa, me recordaste a mi mamá.

LOBO.-Me sé bien lo de tu mamá, pero no quiero volver con la misma vaina.

CAPERUCITA.-Tú me recordaste a mamá.

LOBO.-Como que te voy a llevar para allá…

CAPERUCITA.-¡No!

LOBO.-¿Vas a seguir con este juego?

CAPERUCITA.-Sí, ¿por qué no?

LOBO.-Tenemos por regla cambiar de juego.

CAPERUCITA.-Sí, pero eres tú siempre quien decide todo…

LOBO.-Soy el que consigo el pan, el que lo trae a casa…

CAPERUCITA.-¿Casa, de qué casa estás hablando?

LOBO.-El que sabe lo que te conviene…

CAPERUCITA.-¿De qué casa me estás hablando?

LOBO.-Del callejón, ¿de qué más? Nuestro callejón. Donde tenemos nuestro nido de amor…

CAPERUCITA.-Tengo hambre. ¡No me hables de amor cuando tenga hambre!

LOBO.-Te estás poniendo muy exigente.

CAPERUCITA.-Un poco de cambio no nos vendría mal.

LOBO.-No me reclames…

CAPERUCITA.-¡Tengo derecho!

LOBO.-No lo tienes cuando no quisiste jugar. Hoy no quisiste hacer nada.

CAPERUCITA.-Sigamos con el juego entonces…

LOBO.-Pero de nada sirve aquí tu juego.

CAPERUCITA.-Mis juegos y que no sirven, pero los tuyos…

LOBO.-Con esos, nos mantenemos.

CAPERUCITA.-Es que tú no me dejas jugar. Siempre eres tú quien decide cuándo jugar y a qué hora jugar.

LOBO.-Carajita es que tú no sabes hacerlo…

CAPERUCITA.-Crees que soy una inútil.

LOBO.- No es eso mamita.

CAPERUCITA.-¡No me digas «mamita»!

LOBO.-Esta bien mi Caperucita.

CAPERUCITA.-Ni tampoco así.

LOBO.-Cálmate, mi amorcito…

CAPERUCITA.-¡No me jodas con eso!

LOBO.-¿No eres mi amor?

CAPERUCITA.-¡No!

LOBO.-¡Cape…!

CAPERUCITA.-¡Nada de Caperucita! ¡Tengo hambre!

LOBO.-¡Qué te crees?

CAPERUCITA.-La que te ha dado todo. ¿Te parece poco?

LOBO.-No es para que me lo saques en cara.

CAPERUCITA.-Me tratas peor que a unas de tus putas…

LOBO.-¡Exageras! Sabes que me dejé de eso.

CAPERUCITA.-¡No me dejas jugar!

LOBO.-Bueno, terminemos con el juego.

CAPERUCITA.-¿Ya para qué?

LOBO.-Quién te entiende.

CAPERUCITA.-Es que también tengo mis derechos.

LOBO.-Nadie te los está quitando.

CAPERUCITA.-¿Cuándo vas a conseguir un buen trabajo?

LOBO.-Tenemos un buen trabajo.

CAPERUCITA.-¿Robando a los demás?

LOBO.-No es exactamente así.

CAPERUCITA.-A mí no me vas a engañar con eso.

LOBO.-La gente cae por su propia ambición.

CAPERUCITA.-¡Coño Lobo, no te engañes!

LOBO.-No, es verdad. Si te fijas bien…

CAPERUCITA.-Además del hambre, me tengo que calar tu mentira.

LOBO.-La gente acepta que la engañes.

CAPERUCITA.-Es mentira.

LOBO.-Todos vienen a nosotros.

CAPERUCITA.-Buscando ayuda y, a cambio, le robamos su dinero.

LOBO.-Nadie los obliga…

CAPERUCITA.-En cierta manera sí.

LOBO.-Yo no los obligo.

CAPERUCITA.-No se trata de eso.

LOBO.-¿De qué?

CAPERUCITA.-Vienen por un poco de ayuda.

LOBO.-Y se las doy.

CAPERUCITA.-Mentira.

LOBO.-Dinero a cambio de mentira.

CAPERUCITA.-Es a eso a lo que me refiero.

LOBO.-¿A qué?

CAPERUCITA.-Coño, a que estamos robando a la gente.

LOBO.-¿Sí…? ¿Y se puede saber de qué vamos vivir?

CAPERUCITA.-Te dije, búscate un trabajo…

LOBO.-¡No empieces de nuevo!

CAPERUCITA.-Tenemos que cambiar de vida…

LOBO.-No me vengas con esa ladilla.

CAPERUCITA.-Tenemos que cambiar de vida.

LOBO.-No otra vez, mamita.

CAPERUCITA.-¡No me vengas con esa vaina otra vez!

LOBO.-¿A qué te refieres?

CAPERUCITA.-Con lo de «mamita».

LOBO.-Tú eres mi mamita.

CAPERUCITA.-Sí… pero… no…, quiero referirme a…

LOBO.-¿Qué pasa, dudas de nuestro amor?… ¡Qué!, ¿se acabó la pasión y tal…?

CAPERUCITA.-Es que… siempre quieres convencerme con eso de «mamita». ¡Coooño!… cómprame unas botas nuevas.

LOBO.-Si quieres las botas tenemos que seguir trabajando.

CAPERUCITA.-¡Esta vaina no es un trabajo!

LOBO.-No dices lo mismo cuando gastas el dinero, cuando te metes tu vaina. ¡Verga!, me recuerdas a mi padre.

CAPERUCITA.-¡Me vas a sacar las cosas en cara!

LOBO.-¡Es que no le ves la parte positiva! Lo bonito, chama…

CAPERUCITA.-¿Qué?

LOBO.-Que también… es un trabajo, un trabajo.

CAPERUCITA.-Pero tenemos que cambiar…

LOBO.-Y antes de cambiar, tenemos que comer.

CAPERUCITA.-Siempre diciendo qué hacer. Y cambiándome la conversación…

LOBO.-Novamos a pasar toda la noche en esta discusión. Tengo que hablarte del próximo juego…

CAPERUCITA.-Dime de una vez de qué se trata. Terminemos con esto…

LOBO.-Después.

CAPERUCITA.-No te entiendo.

LOBO.-Lo entenderás en su momento.

CAPERUCITA.-Ah… no, con hambre y tengo que esperar por otro juego. Primero me das de comer.

LOBO.-Está bien, vale… ¡cómete mi hamburguesa!

CAPERUCITA.-¡Ah!…¿te la tenías escondida verdad?

LOBO.-No, ¡cómetela de una vez!

CAPERUCITA.-¿En dónde la tienes?

LOBO.-Ya sabes.

CAPERUCITA.-¿En la chaqueta?

LOBO.-Sí…

CAPERUCITA.-Así te arreches, me la voy a comer.

LOBO.-Pero sigamos con el juego.

CAPERUCITA.-Si me la dejas comer toda.

LOBO.-De acuerdo. Mientras tanto tendré yo que buscar las cartas. (Busca)

CAPERUCITA (Come con una mezcla de exaspero y de cuidado).-Bueno.

LOBO (Se emociona).-Entonces pongo las cartas y tú haces de cualquier viejo tonto.

CAPERUCITA.-¿De cualquiera?

LOBO.-No te hagas la tonta.

CAPERUCITA.-No te preocupes, ahora con la «barriga llena, corazón contento».

LOBO.-Te acercas y empiezas…

CAPERUCITA.-Calma, tenemos toda la noche.

LOBO.-Pero no podemos perder tiempo.

CAPERUCITA.-De acuerdo, pero no me vayas a despertar temprano mañana.

LOBO.-Tú siempre pensando en dormir.

CAPERUCITA.-Es que eres muy atorado.

LOBO.-Sigamos.

CAPERUCITA.-Ya sabes, no me vayas a despertar.

LOBO.-A las diez, ¿está bien?

CAPERUCITA.-Aunque en este rincón de mierda no hay mayor diferencia, quiero dormir un poco más.

LOBO.-Por favor, Teresa, empieza…

CAPERUCITA.-Ah, bueno, así sí.

LOBO.-Pongo las cartas…(Cambian. Entran al juego)

CAPERUCITA.-¿Cuánto cuesta el servicio?…

LOBO.-No se preocupe por el dinero, señor, aquí lo atendemos.

CAPERUCITA.-Pero dígame, ¿cuánto?…

LOBO.-Siéntese, póngase cómodo. Le adivinamos su futuro.

CAPERUCITA.-¿Todo?

LOBO.-Todo cuanto necesite, señor…

CAPERUCITA.-¿Cómo me lo garantizan?

LOBO.-No se preocupe. Tenemos la experiencia y el conocimiento para eso. Aquí donde usted nos ve, somos universitarios.

CAPERUCITA.-Mienten. ¿Tienen las credenciales?

LOBO (Cambian. Normal).-¡El viejo, nuestro próximo cliente, no hará esas preguntas…!

CAPERUCITA (Ríe).-Hay que poner todo a prueba mi querido Lobo.

LOBO.-¿Viste?

CAPERUCITA.-¿Qué?

LOBO.-Me dices Lobo y no me arrecho.

CAPERUCITA.-Así te conocí.

LOBO.-Sigue, no te hagas la loca.

CAPERUCITA.-Con mis reglas.

LOBO.-Sigue, vale.

CAPERUCITA.-¿De acuerdo?

LOBO.-Sí.

(Cambian. Entran al juego)

CAPERUCITA.-Entonces, ¿tienen las credenciales?

LOBO.-Sí, no se preocupe, nuestro asistente las traerá.

CAPERUCITA.-¿Tienen asistente?

LOBO.-Claro señor…

CAPERUCITA.-Señorita, ¿es verdad eso de que aquí prestan todo tipo de  servicio?

LOBO.-El que quiera, señor.

CAPERUCITA.-¿Todo?

LOBO.-Sí, señor…

CAPERUCITA.-No me digas señor. Dime Willy. Estamos en confianza, ¿no?…bueno, venía por un asuntito. ¿Tú cuánto cobras?…

LOBO.-¿Por qué no le echamos las cartas primero?

CAPERUCITA.-Como tú quieras. Con tal de que no me vas tener toda la noche sólo para decirme cuánto cobras. ¿Esto es parte del servicio?

LOBO.-En cierta manera.

CAPERUCITA.-Dime, ¿qué tienen las cartas?

LOBO.-Nada. Es igual a todo juego de cartas.

CAPERUCITA.-Explíquese.

LOBO.-Sencillo, tú cortas y yo reparto. Si tengo la mayor gano. Si tú la tienes, ganas. Es sencillo.

CAPERUCITA.-¿Qué debo darte a cambio?

LOBO.-Dinero.

CAPERUCITA.-¿Cuánto?

LOBO.-Depende. Empezamos con un dólar.

CAPERUCITA.-¿Un dólar. Es más fácil para multiplicar, ¿no?

LOBO.-Pero cada vez que pierdas, se multiplica por dos.

CAPERUCITA.-¿Y qué recibo a cambio?

LOBO.-Eso es negociable.

CAPERUCITA.-Dos por uno.

LOBO.-¿Cómo?

CAPERUCITA.-Si gano, usted me dará, además del dólar, la respuesta de algunas preguntitas que tengo.

LOBO.-¿Además del dólar?

CAPERUCITA.-Así es.

LOBO.-No me conviene.

CAPERUCITA.-¿Qué tienes que perder?

LOBO.-¡Okey! Si pierdo, medio dólar y una respuesta. Si gano dos dólares son míos. Dando y dando al minuto.

CAPERUCITA.-De acuerdo.

LOBO.-Corto y usted reparte.

CAPERUCITA.-¿Qué tienes?

LOBO.-Tres de diamante.

CAPERUCITA.-Yo diez. Gané.

LOBO.-Le toca su pregunta.

CAPERUCITA.-¿Cuánto cobras la hora?

(Cambian. Fuera de juego)

CAPERUCITA.-No, la «pinga», ¡esta verga no me la calo! No pana, esto no es así. ¿Quiere decir, que este es el juego que tienes como sorpresa?

LOBO.-Si te pones a discutir conmigo, tendrás mucho que perder. Te voy a dejar sola en esta cañería de mierda.

CAPERUCITA.-¡Esta mierda!, como tú la llamas, no es una cañería. Es donde me has hecho el amor. Coño, donde nos hemos amado. Ahora se te ocurre llamarla mierda. Donde tú y…

LOBO.-Sí lo sé, donde tú y yo hemos pasado «nuestros momentos más felices de la vida»…

CAPERUCITA.-Ahora resulta, coño de tu madre, que son «momentos felices», nada más. ¿Y todo lo que te he dado, no cuenta?

LOBO.-¡Vas a echarme en cara todo? Eso no se hace. (A partir de aquí descienden hacia una angustia apasionada. Están cerca el uno del otro, procurando una violencia, si se quiere, con matices eróticos y en la que terminan besándose en la boca)

CAPERUCITA.-Lo que tú haces mejor que yo.

LOBO.-Mando aquí.

CAPERUCITA.-No me interesa.

LOBO.-Soy quien da las órdenes.

CAPERUCITA.-No sé cómo, si no tienes cerebro.

LOBO.-Tengo más que tú.

CAPERUCITA (Solloza).-¿Ves?

LOBO.-¿Qué?

CAPERUCITA.-Que no me amas.

LOBO.-¡Vete a la mierda! Me quieres manipular.

CAPERUCITA.-Eres tú quien lo hace.

LOBO.-Vete a la mierda, te he dicho.

CAPERUCITA.-Eres un animal peludo.

(LOBO Besa a CAPERUCITA. Se besan con pasión, acostumbrados, sin saberlo ellos, a una rutina aprendida en la calle. Tal vez hagan el amor. Se deja escuchar una vez más las sirenas, como estructurando un hecho imaginado el cual formará, ahora, parte del espectador)

LOBO (Cambia inadvertidamente).-Ahora soy Willy.

CAPERUCITA (Igual).-¿No te entiendo? ¿Y el amor? ¿Nuestro romance?

LOBO.-El amor no cuenta.

CAPERUCITA.-¿Cómo que el amor no cuenta? ¿Qué me quieres decir con eso?

LOBO.-Es el juego lo que cuenta. ¿Acaso en nosotros el amor no es un juego?

CAPERUCITA.-No como tú lo ves. Tratas de decirme que el amor queda en un segundo lugar. Nuestro amor no puede confundirse con esos juegos que sólo nos sirven para comer, para conseguir la plata.

LOBO.-¡No me vengas con eso vale! Tú estás de acuerdo cuando jugamos. Dejémonos de filosofías baratas que no vienen al caso.

CAPERUCITA.-Me extraña, Lobo (!)…

LOBO.-¡No me digas Lobo!

CAPERUCITA.-Tú siempre recordándome que eres más inteligente que yo.

LOBO.-No me vengas con eso.

CAPERUCITA.-Te vengo con lo que me dé la gana, cuando tratas a nuestro amor  como si fuera uno de esos malditos juegos.

LOBO.-De esos juegos vivimos. ¡Carajo!, no te puedes comer una hamburguesa porque te pones rebelde. No te me arreches.

CAPERUCITA.-¿Arrecharme?

LOBO.-Sí, está en el diccionario de la Real Academia Española: «arrecho oarrecha. Del latín. Arrectus, participio pasivo de arrigere, enderezar. Adjetivo: tieso, erguido. Brioso, arrogante, diligente. Dícese de la persona excitada por el apetito sexual». Aunque nosotros, tú y yo, la usamos para nombrar a la persona que está molesta o enojada. Por ejemplo: «¡tú sí eres arrecha!»…

CAPERUCITA.-Sigues recordándome que eres el inteligente…

LOBO (Ríe).-¿O no será que realmente estás excitada?

CAPERUCITA.-Hasta me insultas…

LOBO.-¡Se acabó! Volvamos al juego.

CAPERUCITA.-¿A cambio de qué?

LOBO.-De que te compre tus botas.

CAPERUCITA.-¿De verdad me comprarías las botas que tanto quiero?… (Pausa. Cambio de ánimo), siempre he pensado que realmente me amas. Y que momentos como estos hacen que nuestras vidas sean tiernas. Un par de botas significan un acto de amor. Significan que valió la pena que haya huido contigo a este rincón, y que mi madre sea la equivocada…

(Bajan las luces. Oscuro)

Sobre el autor

Deja una respuesta